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Capítulo II El apego


Enviado por   •  4 de Noviembre de 2022  •  Apuntes  •  14.525 Palabras (59 Páginas)  •  73 Visitas

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Capítulo II El apego

El apego es la relación afectiva más íntima, profunda e importante que el ser humano establece. Este apego afectivo se caracteriza por ser una relación que es duradera en el tiempo, suele ser estable, relativamente consistente, y es permanente durante la mayor parte de la vida de una persona.

John Bowlby (1995), máximo representante de la teoría del apego, lo define como:

…la tendencia a establecer lazos emocionales íntimos con individuos determinados como un componente básico de la naturaleza humana, presente en forma embrionaria en el neonato, y que prosigue a lo largo de la vida adulta, hasta la vejez. Durante la infancia, los lazos se establecen con los padres (o padres sustitutos), a los que se recurre en busca de protección, consuelo y apoyo. Durante la adolescencia sana y la vida adulta, estos lazos persisten, pero son complementados por nuevos lazos (p. 142).

En este sentido, el apego implicaría un vínculo emocional entre padre e hijo, pero sería también el contexto en que los seres humanos aprenden a regular las emociones desde la primera infancia.

Por otro lado, Ainsworth, (1989) dice al respecto “Un lazo afectivo se convierte en un lazo de apego cuando el individuo busca seguridad y confort en la relación” (p.16) por lo que, es de suponerse que la calidad del apego determinará tanto el modelo mental del adulto, como sus relaciones con los demás, sus miedos o la gestión emocional que haga.  

Se puede decir, entonces que se trata de una relación especial que el niño establece con algunas personas. Si bien tradicionalmente la figura con la que se establece el vínculo de apego en forma más fuerte y contundente es la madre, actualmente también, pueden ubicarse en este lugar el padre, otros familiares cercanos, o con quien cumpla esa función.

 2.1 Principales Teorías

El desarrollo de la personalidad es un proceso que se ve determinado por la influencia de diferentes variables como la predisposición genética, el temperamento, la familia, el contexto social y los acontecimientos importantes. Sin embargo, a pesar de ser factores determinantes y de suma importancia, existe un elemento que debe ser, junto a la predisposición genética, destacada. Son las primeras relaciones que se establecen con el cuidador principal (madre, padre u otros).

La relación más temprana que se establece y nos permite aprender a regular nuestro sistema emocional es la vinculación afectiva o apego con el cuidador más próximo, que se encargará de responder a nuestras señales o reacciones emocionales (Fonagy, 2004). Estos vínculos afectivos que se establecen y perduran en el tiempo permiten al individuo experimentar los primeros sentimientos de seguridad, afecto y confianza o por el contrario de inseguridad, abandono, miedo.

En este contexto, cabe destacar lo primordial del cuidado en el niño en relación al apego, y para su futuro desarrollo emocional. En tanto, es de suma importancia el establecimiento de un buen vínculo entre hijos y padres desde las etapas tempranas, generando en el niño cierto grado de independencia y seguridad, como bien lo expresan los autores antes señalados.

Esto dependerá de la proximidad y seguridad alcanzada a través de la conducta de apego y por supuesto de la disponibilidad del cuidador primario. A partir de la cual el infante siente la seguridad necesaria para explorar y dominar su entorno; en las situaciones en las que no hay amenaza, la conducta del niño mayormente estará dedicada a la exploración de su medio externo; cuando el niño se encuentra ante una situación amenazante buscará a su cuidador, quien es el proveedor de seguridad (Hervás, 2000).

De esta manera, se puede deducir que es a través del apego que un individuo mantiene o busca proximidad con otra persona considerada como más fuerte, como una base segura desde la cual explora entornos desconocidos y hacia la cual retorna como refugio en momentos de miedo.

Fonagy (2004) menciona que “Al nacer ninguno de nosotros somos capaces de regular nuestras propias emociones, y es precisamente la vinculación afectiva o apego (generalmente con el cuidador principal) la primera relación que nos ayudará y permitirá la regulación de nuestro sistema emocional” (p.49)

Con lo antes mencionado podemos inferir que las experiencias derivadas de las relaciones sociales con los adultos en los primeros años de vida constituyen el origen y marcarán la evolución de la personalidad posterior del niño.

Bowlby (1969), sienta las bases de la teoría del apego y los postulados básicos que en ella se recogen resumiéndolos en los siguientes puntos:

  • Las personas, al igual que otras especies animales, cuentan con conductas innatas con una fuerte base biológica que favorecen su supervivencia.
  • Las conductas innatas son fruto del aprendizaje filogenético, pero se pueden modificar adaptativamente a nivel ontogenético en interacción con nuestro entorno.
  • En nuestra especie, la modificación de estas conductas instintivas se realiza en función de la meta perseguida, por medio de sistemas homeostáticos que se autorregulan.
  • Los patrones tempranos de relación con los cuidadores principales se interiorizan y gobiernan las sucesivas pautas de relación con otras personas.
  • Los niños pequeños necesitan desarrollar una dependencia segura respecto a sus padres, antes de poder enfrentarse por sí mismos a situaciones desconocidas.
  • Durante los primeros años, mientras el niño adquiere la capacidad de autorregulación, la madre constituye su ego y su superego.
  • La mayoría de las emociones intensas surgen en torno a la formación, mantenimiento o pérdida de los vínculos de apego.
  • Los seres humanos están motivados para mantener un equilibrio dinámico entre la conservación de la familiaridad, las conductas reductoras de estrés y las antitéticas de exploración y búsqueda de información.

En conclusión, el cerebro emocional es dominante durante los primeros años de vida, por lo que el tipo de relación que se vincule con los cuidadores principales va a ser un factor clave en el desarrollo del niño, funcionando como regulador del afecto y de las funciones biológicas. De este modo, podemos decir que cuando se desarrolla una relación de apego saludable con el cuidador se minimizan el afecto negativo y se maximizan los estados de afecto positivo, quedando satisfechas las necesidades físicas y psíquicas, permitiendo el desarrollo de un sentimiento de seguridad.

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