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El cuerpo disfrazado


Enviado por   •  12 de Julio de 2021  •  Síntesis  •  3.448 Palabras (14 Páginas)  •  120 Visitas

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INSTITUTO DE FORMACIÓN

DOCENTE Y TÉCNICA ANDERSEN

                 TECNICATURA SUPERIOR EN PSICOPEDAGOGÍA

MATERIA: PSICOPEDAGOGÍA

PROFESOR: VIVAS PERALTA ALBERTO

ALUMNAS: OTERO VANESA- ESPADA BELÉN- AGUIRRE LAURA- ROSSI SABINA

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CAPÍTULO 1: EL CUERPO DISFRAZADO.

                    DESCUBRIMIENTO DEL CUERPO DEL NIÑO.

Entre los siglos XV y XVIII, el niño vestido de adulto y reflejando conductas, también adultas, eran una constante de la pintura. Las niñas eran “modelos reducidos” de sus progenitoras.

        Hasta el siglo XVIII, el cuerpo del niño está completamente sepultado bajo su ropa. A los niños de las niñas los distinguía sólo los botones delanteros. Pero ambos usaban en su ropa unas cintas, que en algún momento habrían sido las mangas de la ropa de sus padres. Al niño se le hacía llevar lo que el adulto usaba en otros tiempos. Pero, hay otra explicación posible: esas cintas eran un resabio de las riendas. Cuando los niños empezaban a caminar, se los tenía sujetos, como se lleva de las riendas a los caballos. Cuando eran más chiquitos aún, se los enganchaba a la pared para quitarlos del alcance de las ratas o para que estuvieran más al calor del hogar de su sala de estar.

        De la Edad Media a la época clásica, el cuerpo del niño fue ocultado. Sólo se lo descubría para azotarlo y castigarlo. Lo cual era una terrible humillación, ya que se trataba de las partes que debían permanecer ocultas. Ante la iglesia el bebé desnudo seguiría siendo un símbolo, a los niños había que hacerlos posar ante los pintores para que fuesen mirados, queridos y admirados por sus cuerpos desnudos. Una carta de Madame de Sévigné revela que el cuerpo desnudo  de su nieta la deja extasiada. Pero no deja de ser un juguete, no siente que su espíritu es el de una persona.

        En aquel entonces la corriente era tener muchos hijos, y muchos de ellos morían. Al morir no se hablaba de ellos como la muerte de una persona, sino como la pérdida de un objeto.  En esa época, el niño no es todavía  sujeto de un verbo; es un objeto de verbo para quien habla de él. En el lenguaje escrito el niño sigue siendo objeto, tendrá que pasar mucho tiempo para que se lo tome como sujeto.

        Antes de 1789, el aprendizaje sigue siendo el rito del pasaje: nacimiento del niño-individuo. Se lo reconoce como un sujeto del verbo “hacer” del momento en que se lo deja en una casa ajena como alguien capaz de realizar un trabajo útil.

        La representación  del niño pequeño, aún en la pintura clásica, muestra que su cuero no es considerado por lo que realmente es, sino por lo que la sociedad quiere ocultar de la infancia.

        Una obra del siglo XV causó gran asombro: “ Cristo bendiciendo a los niños”.  La iglesia ha prevenido tanto a los espíritus contra el pequeño  inmaduro, sede de maléficas potencias, que se lo obliga a hacer el ángel para que no sea bestia, pero tras esa máscara impregnada de devoración, rápidamente asoma la sonrisa de Eros.

        En las familias campesinas , al niño se lo integra con valor igual a los demás de su edad. Está ahí como una promesa de otro grupo social que el construirá más adelante.  

        Un pintor es un marginal,  está seguro de que no integra el concierto de los individuos del momento, y probablemente es por eso que puede identificarse con el niño que todavía es del grupo pero que ya anticipa el futuro.

        El recién nacido es maternado por su hermana mayor, quien se divierte con su hermanito, y no se siente observada por la sociedad.

        En la pintura del siglo XVIII, el niño, vestido siempre como un pequeño adulto, se desprende un poco del marco familiar. Se lo descubre jugando en grupo o con los animales. Recién en el siglo XIX se lo ve a él solo en traje colegial con actitudes de niño. Éste se ha vuelto un ser humano dotado de afectividad.

        En el período contemporáneo (1960) el niño aparece sobre todo en grupo o de a dos, rara vez solo, pero si lo está, se lo hace adoptar la posición típica de la fotografía , desesperadamente convencional.

        Hasta en el cubismo se observa una expresión melodramática de la infancia, tanto en su condición burguesa como en situación de indigencia.

        El mensaje ideológico del adulto está permanentemente sustrayéndolo a sí mismo, privándolo de su historia.

LA IDENTIDAD SEXUAL.

Hasta el siglo presente, se impuso la falsa idea según la cual las niñas, frente a los niños, sólo experimentan su diferencia sexual como una falta de pene.

         Son dos experiencias bien diferenciadas en los niños y en las niñas. Entre los 28 y los 30 meses el bebé de sexo masculino descubre la erección del pene disociada de la micción, momento en que despierta el conocimiento de su identidad de varón.

        Las chicas descubren su identidad sexual interesándose por los “botones” de los senos y por el “botón” de su sexo, semejantes al tacto, y tocándolos.

        La autora comenta que, ella siendo una joven médica, mientras cambiaba vendajes de quemaduras, veía como las niñas  se frutaban nerviosamente la punta de los senos para soportar mejor el dolor.  Cuando la supervisora le llamó la atención a una de las niñas por estar haciéndolo, la médica le respondió:- “Le duele, necesita alivio. De esta manera se acuerda de que tuvo una mamá que le daba el pecho…”

        No cabe duda de que es el contacto mamario el que despierta en las niñas la conciencia de no ser del sexo opuesto, mucho antes de ver a un hermanito o a un primo desnudo en la playa o en el baño. Es un error de los hombres haber pensado que las niñas, no poseyendo pene, no sienten la existencia de su sexo, asociado por ellas de entrada al placer independiente de la necesidad y ligado al deseo, mientras que en los chicos  el placer es eréctil peniano está ligado al placer de aliviar una necesidad antes de descubrirlo independiente de él.

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