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El desorden de la familia


Enviado por   •  11 de Octubre de 2012  •  Ensayos  •  1.719 Palabras (7 Páginas)  •  425 Visitas

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4. LAS NUEVAS GENERACIONES BAJO EL PESO DE LAS CONVENCIONES TRADICIONALES.

El período anterior a los años treinta del siglo XX, es comúnmente denominado como el período de la exclusión social y del Estado oligárquico, en referencia a los amplios poderes concentrados en un pequeño círculo de la población.

Durante las primeras tres décadas del siglo XX, se agudizaron las demandas sociales de vastos sectores de la población como el inicio de un proceso de modernización en el que el crecimiento de las ciudades potenció el desarrollo de una serie de movilizaciones sociales que culminaron con el desmembramiento del orden oligárquico tradicional. El país fue escenario de la acción de un amplio movimiento social de carácter multi-clasista en el que se entremezclaron grandes marchas cívicas, las «marchas contra el hambre», así como propuestas de nuevas políticas y reformas de carácter económico y social junto a directrices para una nueva constitución política.

En este marco social, la diversidad de formas familiares que se arraiga desde los inicios del Estado-nación chileno ha sido tratada por algunos autores como «el desorden de la familia». (Cavieres, y Poblete, en Valdés, 2004:5).

En nuestra sociedad, como un signo de los cambios ocasionados por la modernización y el proceso de globalización, habría un desarrollo incipiente de procesos de individuación que confirman el derecho individual por sobre el familiar, en los cuales se realza la realización personal por sobre los intereses familiares. Según la tesis sostenida en el Segundo Informe del Desarrollo Humano en Chile (pnud, 1998), la vertiginosidad de los cambios de la sociedad chilena han producido transformaciones que orientan a las personas a organizar sus vidas en forma más individual, imponiendo una ética de autorrealización y del éxito individual. Por consiguiente, la capacidad de los individuos para escoger por sí mismos el tipo de vida que desean habría aumentado dado que los valores tradicionales constituirían opciones y no obligaciones. Sobre este tema es de interés consignar que para algunos especialistas la aceptación de nuevas formas de constitución y funcionamiento de las familias con posibilidades de autonomía y de reflexividad de todos sus miembros en la toma de decisiones, sería expresión de la propia modernidad (Arriagada, 2002). Otros, aunque ponen énfasis en aspectos diferentes, cuestionan la eficacia de la familia como un refugio ante los avatares de la modernidad, dado que el problema central radicaría en que estas no cuentan con los recursos cognitivos, materiales y de sociabilidad para hacer frente a los nuevos problemas a los que están enfrentadas (Güell, 1999). Teresa Valdés, José Olavarría y Ximena Valdés, en varios de sus escritos, por su parte, sitúan su preocupación en las contradicciones que presenta la coexistencia de patrones patriarcales y otros más igualitarios, y en la importancia del factor socioeconómico respecto de las distintas visiones de mundo y estilos de vida por diferencias ante los influjos culturales de la modernidad.

CAPACIDAD Y DERECHOS DE LA SITUACION DE LA VEJEZ

Al momento de leer el documento se ve el gran desconocimiento que se tiene con respecto a la realidad de la tercera edad.

Por este motivo creo que es necesario profundizar en este tema.

En la actualidad nuestra sociedad se encuentra mucho más longeva, ya que las familias en su mayoría han optado por tener menos hijos y a una edad más madura de lo que no se veía en generaciones pasadas, y esto se refleja en que hay padres que se ven como los abuelos de los niños y niñas a una edad determinada.

La visión predominante de la vejez en nuestras sociedad es vista como una etapa de carencias de todo tipo: económicas, físicas y sociales, las primeras expresadas en problemas de ingresos, las segundas en falta de autonomía y las terceras en ausencia de roles sociales. El enfoque de los derechos conlleva un cambio paradigmático en este sentido, puesto que promueve el empoderamiento de las personas mayores y una sociedad integrada desde el punto de vista de la edad. Esto implica que las personas mayores son sujetos de derecho, no solamente beneficiarios, y que, por lo tanto, disfrutan de ciertas garantías y tienen determinadas responsabilidades respecto de sí mismos, su familia y su sociedad, con su entorno inmediato y con las futuras generaciones.

Estas consideraciones forman parte del debate en el que se construyen los asuntos de la vejez y el envejecimiento como una cuestión pública y de derechos humanos en la agenda política actual, tanto internacional como regional.

La edad de la vejez puede ser conceptualizada al menos en base a tres sentidos diferentes cronológico, fisiológico y social.

La edad cronológica o de calendario es esencialmente biológica y se manifiesta en niveles de trastorno funcional. Se refiere a la edad en años. Según este criterio, la vejez se define a partir de los 60 o 65 años, y a menudo es fijada por ley bajo denominaciones como “adulto mayor” o “persona adulta mayor”. Desde esta perspectiva, el envejecimiento lleva consigo cambios en la posición del sujeto en la sociedad, debido a que muchas responsabilidades y privilegios ⎯sobre todo aquellos asociados al empleo⎯ dependen de la edad cronológica (Arber y Ginn, 1995).

La edad fisiológica se refiere al proceso de envejecimiento físico que, aunque vinculado con la edad cronológica, no puede interpretarse simplemente como la edad expresada en años. Se relaciona más bien con la pérdida de las capacidades funcionales y con la gradual disminución de la densidad ósea, el tono muscular y la fuerza que se produce con el paso de los años (Arber y Ginn, 1995).

Un término asociado a la edad fisiológica es el de senilidad, es decir, el proceso que se manifiesta en aquellos sujetos que sufren un nivel de deterioro físico o mental ⎯o ambos⎯ que les impide desarrollar con normalidad su vida social e íntima (Fericgla, 1992).

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