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El moustro come amor


Enviado por   •  30 de Noviembre de 2020  •  Ensayos  •  4.662 Palabras (19 Páginas)  •  165 Visitas

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 Monstruo Come amor

Es una mirada implacable a las relaciones enfermizas, y una invitación a verse a uno mismo con compasión para superar las carencias y llegar al fin a SER.

Con un estilo fresco, aparentemente sencillo, Iberia lograr exponer uno de los momentos más complejos y frecuentes de las relaciones humanas. ¿Quién no se ha enredado alguna vez con su pareja hasta convertirse ambos en un monstruo come amor? Y, asimismo, ¿Cuantos de nosotros no hemos decidido con valor ver nuestra fealdad de frente para aceptar y, así, transformarla?

La propuesta de Iberia con esta, metáfora original y precisa va en el sentido del crecimiento a través de la conciencia y, por supuesto, del amor.

Rosa Ana Domínguez Cruz.

Entre las sombras y la obscuridad se enconden…. Si no lo hicieran, todos sería diferente.

De cada uno de sus manos y pies, salen más de una docena de algo parecido a dedos, mucho más largos y delgados que estos, hechos de una especie de moco con el que se adhieren a sus víctimás.

En la punta de aquello tienen un dispositivo succionador.

Los dedos se mueven de forma independiente unos de otros, como si cada uno pensara por si mismo.

Como delgadas serpientes con nariz de sabueso olfatean la piel, deslizándose por ella. En busca de agujeros por donde introducir la punta. Una vez adentro comienzan a succionar, sin que la propia victima lo note.

Así es como se alimentan.

Se comen el alma de sus presas, se chupan su amor.

Aunque parezca mentira ¡Existen! Y son más comunes de lo que mucha gente sabe, pero es difícil descubrirlos saben esconderse muy bien, disimularse. Su disfraz es su mejor escondite.

Sacuden los gruesos y pegajosos tentáculos que salen de cada una de sus extremidades para que se peguen entre si en grupos de cinco y los meten en guantes con forma de manos. 2 Lectura recomendada


Usan peluca, porque su cabeza esta llena de ojos; tiene más de veinte pares, todos saltones y desorbitados. Se les han desarrollado en su afán de poder verlo todo, para que no los engañen, No confían en ellos mismo, por tanto, no confían en nadie. Si tu maleta del miedo está llena de tristeza, enojo, mentiras, desamino, cansancio, confusión, rencor…. Y en la del amor ya no tienes sonrisas, ilusiones, esperanza, ánimos alegrías… ¡cuidado! Puede ser que ya te haya atrapado un monstruo de estos o, lo peor del caso, quizás tu mismo ya seas uno.

Al poco tiempo de apoderarse de ti, si no encuentras como escapar, comienzas a transformarte en lo mismo que ellos.

Pero no cualquiera es una victima de los engendros come amor, solo las personas con hoyos en el alma.

Había una vez una jovencita con el alma llena de huecos. Todo el amor que le llegaba para el día le duraba solo algunas horas, se derramaba sin remedio.

Para estos seres terribles, el olor a amor derramándose es como la sangre para los tiburones, los atrae, despierta su apetito.

Así que no tardó en llegar el fenómeno en busca de tan preciada sustancia. Disfrazado con su mejor traje y colocándose en la cara la sonrisa adecuada para ese momento, saludo a la chica.

La muchacha se fijo en la sonrisa, las añoraba; una sonrisa siempre sale de la maleta del amor, y ella ya no tenia ninguna. En su desesperación no se dio cuenta de que solo estaba pegada, y que no tardaría en desprenderse.

Se hicieron amigos, él le paso el brazo por la espalda y le acaricio el hombro.

Por debajo del guante se desprendió un viscoso dedo succionador y no tardo en encontrar el primer hoyo, por el cual se introdujo directo hasta el alma misma.

Hacia horas a la joven ya no le quedaba amor para el resto del día, así que el engendro tuvo que esperar hasta el siguiente por la mañana, a la nueva entrega, para comenzar a succionar. ¡NO IMPORTABA! Ya estaba conectado y ese era el primer paso.

Lo que la adolescente sintió fue placentero. No había amor para que le robaran, y tenia tantos huecos en el alma, que continuamente tenía esta sensación de vacío, al meter el mutante el dedo por lo menos en ese hoyo en ese pedacito de su alma, la sensación fue otra, menos desagradable que la continua soledad que experimentaba.

 

Menos desagradable porque era el principio pobre mujer en esos días la indefensa criatura no tuvo una idea de lo que seria después. Estaba lejos de imaginarse la profundidad de la trampa en la que a cada momento caía más hondo. 3 Lectura recomendada


Añoraba que el monstruo la abrazara. En cada abrazo la sensación de vacío cedía un poco, y el monstruo introducía más tentáculos succionadores.


Así en un abrazo enfermizo los dos pasaron la noche juntos. El esperando la ración de amor de ella para robársela y ella dándole gracias a la vida por haberle mandado la pareja que siempre había soñado con quien algún día podría casarse y hacer una familia diferente a la de sus padres: llena de sonrisas, ilusiones, esperanza, ánimos y alegrías.

Cuando la joven despertó, estaba anegada de amor. La ración de ese día había llegado.

Al monstruo ya le había llegado la suya propia, pues a ellos también les llegaba el amor de cada día. Pero por supuesto a demás de disfrutar del suyo estaba desayunándose el amor de su compañera.

Y la mujer, aunque le succionaban su propia ración no se dio cuenta pues estaba acostumbrada a derramarlo de inmediato y ahora se lo succionaban sí, pero más despacio que cuando a ella se le caía. Irónicamente, el ataque del monstruo hacia que le durara un poco más su propio amor.

Los dos víctima y atacante, estaban felices y agradecidos con la vida.

Las largas delgadas y viscosas víboras que salen de las manos de los monstruos son hasta cierto punto flexibles, esto depende de cada engendro come amor, pero todas tiene un límite.

Una vez que se introduce por lo hoyos del alma, además de succionar el amor y el alma misma, empiezan a adueñarse de cada un de los movimientos y acciones de su víctima.

El monstruo estaba sentado en la mesa del desayunador.

La muchacha quiso salir al jardín a regar sus flores como lo hacía todas las mañanas.

Pero justo al llegar a la puerta tropezó. Uno de los dedos del monstruo se había introducido por el tobillo derecho de su alma y era poco flexible.

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