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Ensayo De Hegel


Enviado por   •  7 de Agosto de 2014  •  2.404 Palabras (10 Páginas)  •  230 Visitas

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ENSAYO FINAL “Dialéctica del amo – esclavo y la sociedad actual”

Para empezar con este análisis de lo que Hegel propuso como el principio de la historia, y llevarlo hasta la época actual, quiero empezar por explicar y analizar la dialéctica del amo y el esclavo que Hegel propone. Para empezar una dialéctica es un Método de razonamiento que enfrenta posiciones diferentes para confrontarlas y extraer de ellas la verdad. Pero en el contexto de la dialéctica de Hegel el método dialéctico expone la formación del espíritu y el desarrollo histórico real.

Para comprender la dialéctica del amo y del esclavo, es necesario entender inicialmente cuáles son los hechos que se analizan en el libro La fenomenología del espíritu. Es necesario tener en cuenta que se describirá todo el tiempo, en abstracto, el desarrollo de la conciencia durante el proceso de conocer el mundo de las cosas y conocerse a sí misma. Dicho proceso cuenta con diferentes etapas o momentos definidos por el modo en que la conciencia se está relacionando con el mundo externo. Estos modos de relación van desde formas muy sencillas de vinculación hacia formas más complejas, y se describe la forma en que el saber obtenido sobre las cosas en una determinada etapa resulta insostenible por determinado descubrimiento, por determinada crisis, que torna aquel conocimiento tenido por cierto como cuestionable. Hegel dice que el hombre puede desear una cosa, pero si la desea la desea humanamente: la desea si otro hombre la desea. El hombre no desea una cosa de modo inmediato, como el animal, sino mediato. La desea porque otro la desea y la desea para imponerse a este otro y hacerse reconocer por él. Ahora bien, si desea la cosa para lograr que el otro, sometiéndose, deje de desearla y se la entregue desistiendo de ella, vemos que eso que en verdad desea sigue siendo el deseo, el reconocimiento del otro. ¿Cómo es esta lucha por el reconocimiento? El deseo humano no es biológico. El deseo de reconocimiento no es un deseo biológico. Sería biológico si deseara una cosa para consumirla, alimentarse. El deseo no quiere comida. Su hambre es otra. Es un hambre no-biológico. Es hambre de deseos. Hambre de reconocimiento. Al estar en una comunidad de deseos se está en una comunidad de antagonismos. De enfrentamientos. Se trata de la lucha por ser reconocido. Estas dos figuras son resultado de una lucha. En esa lucha, una de las dos conciencias teme morir. La otra, no. En una de las dos conciencias el miedo a morir es más fuerte que el deseo de reconocimiento. Es decir, yo quiero que la otra conciencia, la que me enfrenta, se me someta y me reconozca. Sobrellevo esta tensión hasta donde puedo. De pronto el miedo le pone un límite a mi deseo. La otra conciencia no se me somete. Descubro en ella que está dispuesta a luchar hasta morir. Peor aún: descubro en ella que no le importa la morir. Que no piensa en la muerte. Que sólo piensa en su deseo y en cómo saciarlo. Porque el deseo, ante todo, es deseo del deseo.

Se resuelve, así, la lucha por el reconocimiento. Una de las dos conciencias teme morir. Morir es un hecho biológico. Morir es un hecho de la naturaleza. Ergo, la conciencia que teme morir se animaliza, se hunde en lo natural. La otra conciencia, la que no teme morir, demuestra que, para ella, el deseo del reconocimiento es mayor que su miedo a la muerte, el cual, además, no ha exhibido existencia alguna. No sería apropiado decir que, en la conciencia del Amo, hay más deseo de reconocimiento que miedo a morir. Esto sugiere que hay algo de miedo a morir, y que ese algo es menor que el deseo de reconocimiento. No: en la lucha del reconocimiento, la conciencia que logra someter a la otra, la del Amo –o más exactamente: la que será el Amo– no tiene ningún miedo a morir: toda ella es deseo de su deseo, deseo de ser reconocida.

Hemos llegado en este momento de la dialéctica a establecer las figuras del Amo y del Esclavo. La historia será, en Hegel, la interacción de estas dos figuras. El hombre nunca es sola y meramente hombre. Es Amo o es Esclavo. Habría que establecer asimismo que una sociedad es una sociedad de existencias autónomas (amos) y existencias dependientes (esclavos). La Historia universal sería la del antagonismo de estas dos figuras dialécticas.

Hay gran filosofía en Marx y hay gran filosofía en Nietzsche, de los cuales hablaremos mas adelante, pero si hablamos de obras en sí mismas acaso sea cierto y acaso entre el texto hegeliano de 1807 y el heideggeriano de 1927 no haya cimas tales. Cuando Heidegger aborda la cuestión de la angustia establece una diferenciación entre miedo y angustia. El miedo es siempre miedo a algo. La angustia, no. Sé, siempre, de qué tengo miedo. No sé por qué estoy angustiado. Ni puedo saberlo. Porque no hay algo que me angustie. La angustia me devela la nada. Y la nada me abre el horizonte de la muerte. Bien, es lo que Hegel ha pensado sobre el Esclavo. El Esclavo siente en sí la pura negatividad. El Amo, al inferirle el miedo a la muerte, se la ha hecho sentir. Por ese motivo es que Hegel escribe: “el señor absoluto”. El señor es “absoluto” porque es la pura negatividad. Si no es reconocido, matará. De aquí que Hegel señale que la conciencia que teme morir se ha sentido “angustiada”. Pero no “por esto o aquello”. Esto sería lo que Heidegger llamaría el miedo o el temor de algo. La conciencia hegeliana se angustia por la negatividad absoluta. La angustia, en Hegel, es ser-para-la-muerte. La angustia surge con la real posibilidad de la pérdida de “la esencia entera”. Acaso la conciencia que padece la negatividad pura del Amo no se angustie por el Amo.

¿Qué le sucede al Amo? El movimiento dialéctico que traza Hegel ya va tomando consistencia. Primer momento: las conciencias enfrentadas. Segundo momento: el Amo niega al Esclavo. Nos dirigimos al tercer momento. Prestemos nuestra atención a la figura del Amo.

El Amo se relaciona con la cosa (la materialidad) de modo mediato. Si su relación con la cosa fuera inmediata, el Amo la consumiría él mismo. Pero lo que el Amo consume no es la cosa, sino que es la cosa tal como el esclavo la ha trabajado.

Hegel dice: “El señor se relaciona con la cosa de un modo mediato, por medio del siervo. El siervo (…) se relaciona también de un modo negativo con la cosa y la supera; pero, al mismo tiempo, la cosa es para él algo independiente, por lo cual no puede consumar su destrucción por medio de su negación, sino que se limita a transformarla”.

Vamos por partes: 1) El siervo, al trabajar la cosa, la niega en lo que es. El trabajo transforma la materia, nunca la deja como es. Al hacerlo, la supera. Va más allá de la materia originaria. Al cabo, negar lo que es y transformarlo (es decir, negar la materia en lo que es y transformarla) es el núcleo

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