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Ensayo La Naranja Mecanica

sk8nicapro3 de Julio de 2012

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Ensayo sobre el libro “La naranja mecánica” de Anthony Burguess.

Introducción:

La pregunta que plantea este libro, una de las obras fundamentales en la literatura del siglo XX, no debería ser la más obvia, la que aparece en la superficie del texto: "¿Es el hombre un ser violento?", sino: "¿Es la sociedad violenta con sus miembros?".

Porque La naranja mecánica trata principalmente de la libertad del individuo contrapuesta al bien del colectivo, o más bien se plantea hasta qué punto es legítimo que el colectivo, a través de sus representantes (¿o son los representantes los que deciden en última instancia por el colectivo?), destruya al individuo en función del interés general.

Aquí podríamos insertar el comentario de que el libro no ha perdido interés y que explora un tema de rabiosa actualidad. Eso es innecesario y superfluo: se trata de un tema universal; como tal, La naranja mecánica se puede calificar como obra imperecedera.

¿Quién hay que no conozca el argumento de la obra del músico y escritor Anthony Burgess, a través de la mítica película de Stanley Kubrick? Parece ser que el que suscribe estas líneas y pocos más. Esto permite abordar el argumento distanciándose de la violencia explícita de las imágenes y centrándose en el trasfondo de la novela.

Desarrollo:

La crueldad, tan común en el ser humano desde sus primeros pasos, aparece como una fórmula más a escoger para su esparcimiento; una opción válida según los cánones aprehendidos del entorno híper- individualista y desestructurado en el que viven, donde otras preocupaciones (vivienda, trabajo, dinero) priman sobre una familia y una educación decadentes o inexistentes, incapaz de atajar los instintos agresivos en sus primeras manifestaciones.

Juventud y violencia: rasgos reconocibles, lugares comunes muy visitados en nuestra sociedad. Como ven, la realidad no anda demasiado lejos.

Burgess habla en su prólogo de elección moral, de esa libertad primigenia del ser humano que lo distingue de las bestias: la capacidad de percibir, razonar y decidir sobre sí mismo, sus acciones y su futuro. Alex es eminentemente un ser libre y como tal se expresa, destruyendo lo que hay a su alrededor en el puro ejercicio de su libre albedrío. Destrucción, pero también creación: los más débiles deben sucumbir para que los más fuertes vivan; o Alex es capaz de violar a dos niñas tontas que no entienden lo sublime de la música de Beethoven.

Cuando Alex comete un crimen (es decir, cuando el Estado tutelar establece que ha rebasado el límite impuesto por el colectivo al que representa) su libertad se ve brutalmente amputada.

No sólo eso, sino también su identidad (ahora será el recluso 6655321, un golpe de efecto algo burdo pero efectivo por parte del autor) y, posteriormente, su capacidad de decidir: es condicionado para rechazar cualquier forma de violencia, una suerte de “naranja mecánica” incapaz de manifestar su condición humana. Ya no puede escoger entre el bien y el mal, algo que Dios reprobaría ("Quizás el hombre que elige el mal es en cierto modo mejor que aquél a quien se le impone el bien", según el capellán de la prisión en que es internado Alex).

Así volvemos a la pregunta planteada al principio: ¿es la sociedad violenta con sus miembros? ¿Justifica el bien de la sociedad la violencia de Estado? En palabras del responsable de la técnica empleada sobre el nadsat: "No nos interesan los motivos, la ética superior. Sólo queremos eliminar el delito...". La observación del Ministro del Interior es harto indicativa: "Y aliviar la espantosa congestión de las prisiones". Lo que conduce, inevitablemente, a la legitimidad del Estado como representante del colectivo. Aunque este punto no

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