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Ensayo Psicologia Comunitaria

gpimentelocampo23 de Octubre de 2012

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ENSAYO PSICOLOGIA COMUNITARIA

Los reclamos y críticas de la postmodernidad –traducidos en una crítica a los efectos nocivos del así llamado desarrollo (individualismo, competitivismo, pobreza, distribución desigual de las riquezas, y ni hablar de consecuencias medio ambientales), así como la crítica a posiciones ilusorias sobre el mismo, como esta visión de progreso y desarrollo ininterrumpido (de menos a más progreso). Pone de manifiesto el “sentido común colectivo” (el sentido común de los pueblos, que me parece más apropiado que hablar de un espíritu de los tiempos o Zeitgeist).

Este sentido común o “conciencia común”, que nos permite entre otras cosas distinguir quiénes somos, y en qué dirección vamos (descubriendo los porque subyacentes, como hijos de un presente histórico y simbólicamente construido) es el que hoy vemos atrofiado, distorsionado y débil.

Una de las razones que considero de importancia capital en este sentido (al ser factor causal) es el quietismo, es decir, la indiferencia, la indolencia frente a nuestra sociedad.

La gente ya no se preocupa de ayudar a otros, cada uno vive su mundo, la actividad política se deja a unos pocos, y el resto no se cuestiona, los padres no se preocupan por la educación de sus hijos, se dejan a unos pocos la defensa de intereses gremiales y colectivos. Hay una apatía generalizada, para realizar, junto con otros, lo que podría beneficiar a todos. Muy pocos se involucran en algo que no les produzca un beneficio inmediato.

El pueblo en su invisibilidad, masificado y cosificado, se duerme en su quietismo. Perdemos así el sentido crítico que caracteriza al homo sapiens.

¿Pero qué factores causan ésta indiferencia? ¿Qué dice la psicología comunitaria al respecto?

La ciudadanía es débil frente al poder público que lo coarta. Ante este quietismo surge como alternativa –o reacción- el estatismo. Este Estado que crece y se desorbita ante la apatía del individuo y se apodera de funciones y actividades que no le corresponden.

Peter Drucker (citado por Lorenzo Servitje, en: http://estepais.com/inicio/historicos/62/4_ensayo_desarrollosocial_servitje.pdf) plantea que la idea de que la solución a los problemas sociales sea permanentemente una tarea del gobierno y para la cual ninguna otra institución es adecuada, data de hace no más de 200 años. “Es hija de la Ilustración del siglo XVIII”. Que en el siglo siguiente –sigue diciendo- “se vio el florecimiento de esta nueva idea, al afrontar los gobiernos un problema social tras otro y resolverlo con éxito. Y que en el siglo actual, especialmente en los últimos 50 años, esta idea se ha elevado a la categoría de artículo de fe, al punto que mucha gente considera prácticamente inmoral y ciertamente inútil el que una necesidad social sea afrontada por algún medio que no sea un programa gubernamental”.

Esta postura admite cuando menos una contradicción, pues no pasará inadvertido el hecho de que existen todavía muchas problemáticas sociales que no tienen solución por parte del Estado.

Más aún, problemáticas como el calentamiento global y otros problemas medio ambientales (sin duda la problemática de este siglo) exige el compromiso y trabajo, por parte de un colectivo más grande que el Estado, el mundo entero. Y lo que es más importante todavía no se resuelven.

Pero no es el único que piensa de esta manera, el Francés Alexis de Tocqueville, en su libro La democracia en América (citado por Lorenzo Servitje, en: http://estepais.com/inicio/historicos/62/4_ensayo_desarrollosocial_servitje.pdf) afirmaba que "las multitudes democráticas, separadas de la jerarquía, aisladas de las comunidades tradicionales, confinadas a la intimidad de sus mentes y corazones individuales, podrían llegar a sentir que el único poder que quedaba, el del Estado, no era una tiranía sino una forma de comunidad superior y más benévola". "Por encima de esta raza de hombres -decía Tocqueville- se establece un poder inmenso y tutelar, único que toma a su cargo asegurar su satisfacción y cuidar su destino. El poder es absoluto, minucioso, regular, providente y manso. Sería análogo a la autoridad paterna si, como ésta, su objetivo fuera preparar a los hombres para su madurez, pero procura por lo contrario, mantenerlo en una infancia perpetua…”.

Notemos por un minuto que Tocqueville, dice: …”las multitudes…, separadas, aisladas, confinadas a la intimidad de sus mentes…”, sin duda que cuando se siente la soledad, aflora también la necesidad de sentirse “parte de”, “identificado con”. El hombre no es un ser aislado que se baste a sí mismo. El hombre es un ser social por naturaleza. En la sociedad nace, crece, vive y muere, necesita de ella para conservar su existencia y alcanzar su perfeccionamiento en todos los órdenes. Cuando no existe una comunidad solida que lo contenga tenderá a buscar refugio en un padre protector (el estado).

Claro que somos nosotros (individuos) quienes conformamos comunidades, por lo tanto la ausencia de conciencia o sentido, genera ausencia de comunidad y viceversa en una simbiosis particular.

Bueno y ¿qué tiene que ver la psicología comunitaria en todo esto?, hasta ahora solo he señalado la parte que le toca al individuo que en su afán diario olvida la responsabilidad que le toca de ser ciudadano, es decir, ser libre de las cadenas que lo encadenan en cada lado (como decía Rousseau). Y la necesidad que nace de ahí, de defender la soberanía popular, esto es, que no puede delegar su autoridad ni sus derechos a gobernarse. Porque tal como dice Rousseau, al convertirnos miembros de la sociedad, los hombres ganan individualmente más de lo que ganarían permaneciendo aislados. Y el primer requisito para esto es la participación.

También he señalado que la apatía generalizada que se aprecia hoy producto de muchos factores, entre estos, el excesivo rol del estado, quien absorbe responsabilidades no correspondientes a él, y sobre todo el aislamiento de las personas o ensimismamiento, que al igual que un miembro no utilizado, hace que éste se debilite, perdiendo así hasta el deseo de luchar por sus derechos.

Pues bien, y pese a todo lo dicho antes, pareciera que este “sentido común de los Pueblos” cada cierto tiempo aflora, despierta, como sucedió en la época de los griegos, o en tiempos de la ilustración, o más actualmente con la postmodernidad ¿A qué se debe esto? No tengo una respuesta para eso, podría ser que cada cierto tiempo aflora una conciencia nueva, renovada de quienes somos, de nuestras responsabilidades, un estadio de conciencia más elevado, etc. Podría ser también que este “sentido común de los pueblos” se adormeciera cada cierto tiempo, como una relación de amor que un principio nos cautiva y que de pronto nos desilusiona –personalmente me atrae más la segunda opción- de todas maneras hoy existe la necesidad de despertar de este letargo y la psicología comunitaria tiene mucho que decir al respecto.

La psicología comunitaria que surge en América latina en la década de los 60-70 con fuerte influencia de la psicología social, la teología de la liberación y otras ciencias sociales militantes (por citar a algunas), tiene un compromiso explicitado desde sus inicios de luchar, resistir y actuar contra las pautas de naturalización de las relaciones cotidianas que hacen ver la realidad como algo dado, sin posibilidad de actuar o influir sobre su entorno (desesperanza aprendida). Tal como lo explicita Mariza Montero en su definición de Psicología comunitaria, es decir, una “...rama de la psicología cuyo objeto es el estudio de los factores psicosociales que permiten desarrollar, fomentar y mantener el control y poder que los individuos pueden ejercer sobre su ambiente individual y social para solucionar problemas que los aquejan y lograr cambios en esos ambientes y en la estructura social” (Montero, 2004). Es este compromiso que tiene esta disciplina con la libertad de los pueblos la que merece cuanto menos un elogio, pero además exige una responsabilidad y lealtad tremenda.

La psicología comunitaria busca que las personas tengan el poder y control sobre los procesos que lo afectan, por ende su fundamento está en la participación. Busca además empoderar a los sujetos, es decir, aumentar las capacidades de los individuos o grupos para tomar opciones y para transformarlas en las acciones y resultados deseados. Con una concepción de poder tal como la expresa Michel Foucault, es decir, una relación de fuerzas, una situación estratégica en una sociedad determinada. Por lo tanto el poder al ser relación está en todas partes, el sujeto está atravesado por relaciones

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