ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Ensayo de psicología contemporánea

Orgonito12 de Octubre de 2013

4.243 Palabras (17 Páginas)601 Visitas

Página 1 de 17

Ensayo de psicología contemporánea

Una nueva era de la personalidad

Apaciguamiento

De lo que trataremos aquí proviene de lo que se podría denominar

una historia del presente, una puesta en perspectiva histórica del presente.

Dejo de lado la justificación del género para entrar directamente en materia.

Me referiré a tres cosas:

En primer lugar, retomaré la naturaleza del individualismo

contemporáneo para caracterizar lo que éste implica respecto de sus

verdaderas o falsas novedades. En segundo lugar, abordaré lo que es posible

decir de sus relaciones con la personalidad contemporánea en general y

con sus formas psicopatológicas en particular. En tercer lugar, finalmente,

abordaré algunas proposiciones sobre el pensamiento y la práctica del

inconsciente hoy en día. En otros términos, tendremos que ponderar el

considerable desplazamiento que ha operado desde los parajes de 900, en

términos de la problemática psicológica y psicopatológica.

Para volver sensible lo que se pone en juego en el análisis del cual

voy a proponerles al menos algunos elementos, partiré de una constatación

global sobre el periodo en el que nos hallamos situados, constatación que se

resume en una palabra, pacificación, o, si se prefiere el matiz del sinónimo

-que podrá discutirse-, apaciguamiento.

Me parece que esta constatación supone una visión de conjunto. Ella

es tan verdadera en la escena política de las democracias como aplicable,

desde diversas perspectivas en todo caso -examinaremos sus reservas-, al

territorio psíquico. Hemos asistido a una considerable reducción de las

tensiones desde hace un cuarto de siglo y, retrospectivamente, la violencia

de los años 60 nos aparece a la vez una última llamarada y un simulacro.

Hemos asistido -y el movimiento no deja de confirmarse, incluso a través de

lo que podrían parecer contraejemplos- a una reducción de los conflictos,

en todo caso de conflictos manifiestos con los otros, sea cual sea su escala

y sus formas, así como a una reducción de los conflictos visibles consigo

mismo.

La convergencia de ambos aspectos estructura el aspecto de la

época. Si en mi opinión existe un rasgo manifiesto de la sociedad y de la

cultura en el periodo reciente, es aquí donde se encuentra. Basta enumerar

sus expresiones. Ustedes me permitirán mencionar rápidamente asuntos

que son bien conocidos pero a los cuales es imposible no referirnos. Por

supuesto, surge en primer lugar la desaparición del proyecto revolucionario.

Pero los hechos más significativos, desde el punto de vista que nos interesa,

residen más allá: en el borramiento del estilo revolucionario y del tipo de

hombre que encarnaba el revolucionario, con sus productos derivados: el

estilo de la ruptura vanguardista y la postura intelectual de la radicalidad

crítica, formas sublimadas de la conflictividad. Para tomar otro ejemplo

menos trivial y sobre el cual no se ha reflexionado lo suficiente, hemos

asistido, en el curso del mismo periodo, a la muy destacable desaparición de

lo que fue uno de los más grandes resortes culturales de nuestras sociedades

desde hace un siglo: la revuelta adolescente.

Mientras que, retrospectivamente, el periodo 870- 9 4 parece

haberse caracterizado por una generalización de la conflictividad y de los

antagonismos -los desencadenamientos de la guerra y de los totalitarismos

en nuestro siglo representan su paroxismo-, a la vez tenemos la impresión

de que hoy en día se acaba este siglo de conflictos. ¿Impresión engañosa

o impresión fundada? Es esto lo que se trata de establecer. Pero se trata,

en todo caso, del principal referente sobre el cual podemos guiarnos.

Intentemos, entonces, proceder a un primer inventario de proposiciones

que se presentan para dar cuenta del fenómeno. Enumeraré rápidamente

cuatro.

En primer lugar, no podemos dejar de subrayar la paradoja de este

proceso de apaciguamiento que avanza a través de una depresión económica

de gran amplitud de la cual nunca hemos salido verdaderamente en Europa

desde hace 20 años. La paradoja se evidencia todavía con mayor fuerza si

se la compara con el gran precedente que constituye la crisis de 929.

La crisis de 929 había provocado un redoblamiento paroxístico de las

tensiones y movilizaciones cuyo símbolo lo proveyó la llegada al poder de

los nazis en 933. En lugar de lo cual, en el periodo actual, aun cuando

existen movimientos de extrema derecha, la crisis actúa, desde 974, como

amplificadora de la pacificación y la reducción de las tensiones.

En segundo lugar, no se puede, por supuesto, dejar de hacer

intervenir a las condiciones materiales, en el trasfondo, bajo el aspecto

del excepcional crecimiento que han conocido las sociedades capitalistas2

occidentales desde 945, los famosos “Treinta Gloriosos2”, que

modificaron el nivel de riqueza global y que han llevado la prosperidad

a un grado sin precedentes. La crisis, la cesantía, las desigualdades, la

“exclusión”, no han bastado para mermarla. El crecimiento ha continuado

a un ritmo menor. Pero este periodo ha conllevado también, con el

desarrollo del Estado-providencia, un nivel de protección sin precedentes,

del cual el individualismo contemporáneo es ampliamente su producto.

Los individuos no han tenido necesidad de un esfuerzo prometeico para

quebrantar solidaridades y obligaciones familiares o de vecindad que otras

instituciones protectoras han vuelto simplemente inútiles. El fenómeno

al cual nos confrontamos posee, por lo tanto, un aspecto económico y

social determinante. Si se lo asocia al fenómeno propiamente político de

la estabilización de los regímenes democráticos que ha intervenido en el

mismo periodo, tenemos un inicio de explicación bastante plausible para

la reducción de las oposiciones extremas y dramáticas.

En tercer lugar, en el terreno antropológico, hay un cierto número

de factores que no dejan de participar de manera convergente en la

reducción del ambiente conflictivo o en la des-dramatización de la vida

social. Podemos mencionar, a lo menos, tres rasgos interrelacionados

cuyo rol es bastante evidente. Primero, él o los formidables cambios que

han intervenido en la educación, tanto familiar como escolar. Digamos

en resumen: la desaparición del estilo autoritario de educación. Luego, el

cambio en el estatuto de la sexualidad. Evidentemente que no se trata de

algo tan simple como tendía a sugerirlo el cliché de la “revolución sexual”,

pero ha ocurrido, de todos modos, algo así como el fin de la era represiva,

no solamente en el plano del acceso de los jóvenes a la sexualidad, sino que

más ampliamente bajo la forma de la entrada en una cultura hedonista de

la cual la promoción cultural de la apertura sexual es uno de sus mayores

componentes. Es necesario mencionar, finalmente, los efectos que son

producto del descubrimiento del inconsciente. Ellos plantean un problema

muy difícil e interesante, que dejo como un problema limitándome a

formularlo: ¿Es pensable que el advenimiento y la difusión de una disciplina

como el psicoanálisis sobrevenga sin modificar las condiciones en las cuales

los individuos viven su inconsciente?

En cuarto lugar, para tomar las cosas aún desde otro ángulo, este

retroceso de la conflictividad en el conjunto de los siguientes aspectos:

conflicto consigo mismo, conflicto con los otros, conflicto social

institucionalizado -retroceso que hace que el neurótico clásico o la lucha

organizada de clases desaparezcan del mapa-, este retroceso, entonces,

puede ser comprendido como siendo partícipe de la puesta en juego de un

nuevo régimen de relación a sí mismo y de relación social, de identidad

personal y de identidad colectiva.

Algunas observaciones a este respecto con una pretensión sólo

descriptiva. Elemento de continuidad bien conocido, el fenómeno se sitúa

sin ninguna duda

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (28 Kb)
Leer 16 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com