Entrevista De Valoración A Niños Y Escolares
aimeeflores22 de Marzo de 2015
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Entrevista de valoración a niños y
escolares
Montse Molina Vives
La entrevista con el niño
La historia clínica y la valoración del estado mental del niño se realiza en la entrevista clínica,
ésta permite gracias a su flexibilidad, focalizar el interés en el motivo de consulta, en aquello
que realmente preocupa y aclarar las motivaciones reales, manifiestas o latentes de la
consulta.
El niño es un ser en continua evolución, mientras que la evaluación en un hecho puntual, por lo
que se deberá de prestar una especial atención a la edad, sexo y a su nivel de desarrollo
teniendo en cuenta patrones tanto normativos como sociales. En el desarrollo evolutivo del
niño, la edad es un indicador que junto al tipo de problemas, su frecuencia de aparición e
intensidad nos permite considerar un comportamiento como patológico o analizar los factores
de riesgo asociados a su aparición.
Otra peculiaridad en la infancia se refiere a que determinadas respuestas fisiológicas
expresadas en una variedad de eventos o acontecimientos se confunden a esta edad con
problemas estrictamente de comportamiento. Muchos niños no tienen aún formado un
repertorio discriminativo que les permita diferenciar entre el malestar físico que padecen y las
consecuencias psicológicas que mantienen dicho malestar. Por ejemplo, muchos problemas
que aparentemente harían pensar sobre una etiología orgánica (vómitos, dolores abdominales,
cefaleas, etc.) pueden ser la manifestación de miedos o angustias causadas por eventos muy
variables que se expresan a través de una variedad de comportamientos de evitación: a
contextos (negación a acudir al colegio), a tareas (demora a la hora de enfrentarse a ciertas
actividades académicas), a personas (evitar la relación con ciertos compañeros de clase) o a
una combinación de los anteriores. En este tipo de problemas de comportamiento el clínico ha
de realizar un análisis detallado del caso que le permita averiguar las condiciones en las que se
produce el problema, atendiendo más a los aspectos funcionales del comportamiento
(antecedentes, consecuencias a corto y largo plazo, etc.) que a sus características
estructurales (forma o sintomatología). Por ejemplo, muchos niños expresan su rechazo al
colegio (negativismo escolar) mediante lloros, vómitos, quejas abdominales, etc. sin que haya
evidencia de una alteración orgánica.
Adquirir una información mínimamente correcta exige un entrenamiento considerable. A veces
la impresión diagnóstica es incorrecta y por ello dejan de realizarse algunas exploraciones que
serían necesarias para llegar al diagnostico adecuado. El examinador debería:
1. conocer las pautas básicas del desarrollo infantil,
2. conocer los factores socioculturales y expectativas educativas, demandas y criterios
de la familia y del contexto escolar,
3. tener habilidades específicas (lúdicas, comunicación, temas infantiles,...) para
favorecer la implicación del niño en la evaluación,
4. tener habilidades para el manejo de conductas perturbadoras;
5. tener habilidades para crear un ambiente cordial que facilite la adherencia de los
niños a la evaluación.
La entrevista clínica del niño proporciona el contexto para la exploración directa de cómo
percibe el propio niño el problema manifiesto y para la evaluación de su estado global del
desarrollo y del estado mental. La entrevista directa con el niño proporciona una información
que no podría obtenerse a través de otras fuentes, como el grado de sufrimiento personal del
niño, información relativa a afectos y fenómenos mentales que no se pueden observar (p.ej.,
ansiedad, pensamientos suicidas, pensamientos obsesivos, alucinaciones), y otras
informaciones como conductas antisociales o abuso sexual.
Se debe tener en cuenta que todo lo que el niño, dice o hace, constituyen datos para la
valoración de su estado mental. El explorador debe anotar mentalmente los datos que
aparecen al azar a través del comportamiento, sea de juego o se exprese en el dialogo con el
niño y al mismo tiempo debe tener presente el conjunto de datos que deben ser explorados
No existe un orden establecido ni una manera concreta de llevar a cabo la entrevista con el
niño; depende de cuál sea la principal queja y la patología manifiesta, de la edad del niño y del
estado evolutivo, del estilo personal del entrevistador y la situación y contexto clínicos.
Cualquiera que sea el formato, la entrevista está determinada por el clínico, que es quien dirige
la atención hacia varias áreas y fenómenos relevantes, y por el sentido estratégico del
entrevistador que decide la mejor manera de obtener los datos pertinentes en cada caso.
Algunos datos surgen espontáneamente, mientras que otros deben preguntarse o utilizar otros
medios deliberados a fin de conseguir la información.
Durante las últimas dos décadas se han desarrollado numerosas entrevistas estandarizadas y
escalas de evaluación que tratan de sistematizar la evaluación de los trastornos y síntomas
psiquiátricos en la infancia.
El objetivo de los instrumentos estandarizados es registrar y evaluar sistemáticamente el
desarrollo del niño en varios ámbitos de actividad adaptativa.
Se han desarrollado diversos formatos estructurados y semiestructurados para llevar a cabo o
registrar partes del examen del estado mental. Algunos proporcionan ítems estandarizados
específicos para el "screening" de funciones cognoscitivas que incluyen la orientación,
atención, memoria, lenguaje y capacidad constructiva, mientras que otros ofrecen un formato
para organizar los datos del estado mental derivados de una entrevista clínica
semiestructurada.
Se han elaborado algunas entrevistas diagnósticas estructuradas y semiestructuradas para
evaluar la presencia de los principales trastornos psiquiátricos categoriales en niños; estos
instrumentos tienen un formato estandarizado para padres y niños que revelan la presencia,
duración y gravedad de síntomas para los diagnósticos que aparecen en varias versiones del
DSM, así como, en algunos casos, algoritmos para derivar estos diagnósticos de las
respuestas obtenidas. Estos instrumentos difieren en muchos aspectos, a saber, la flexibilidad
que permite al entrevistador, el orden y realización de las preguntas, el grado de entrenamiento
clínico que se requiere a los entrevistadores, la organización del tiempo y el margen de
trastornos evaluados, y el objetivo y la población de sujetos a la que va dirigido el instrumento
(p.ej., pacientes clínicos frente a sujetos de la comunidad que no consultan).
En el contexto clínico, estas entrevistas resultan de utilidad para que los clínicos pregunten
sistemáticamente un amplio conjunto de síntomas y trastornos, incluyendo los que son
clínicamente significativos pero que no forman parte del motivo de consulta inicial. De forma
parecida, los extensos listados de síntomas que los padres y/o niños más mayores pueden
completar fuera de la situación de entrevista permiten realizar un "screening" de la presencia o
ausencia de un amplio margen de síntomas.
Se han desarrollado escalas de evaluación de síntomas más estrictas para la evaluación
cuantitativa válida y fiable de ámbitos específicos de síntomas. Dichas escalas de síntomas
pueden ser útiles para cuantificar la gravedad de un síntoma; esto sirve para establecer una
línea base frente a la que poder comparar la respuesta a una intervención terapéutica, como
por ejemplo la medicación. Entre las escalas de evaluación eficaces en la práctica clínica se
encuentran diversas escalas que evalúan la gravedad de síntomas depresivos; síntomas de
hiperactividad, desatención e impulsividad; síntomas de ansiedad; intensidad de los tics;
alteración de conductas alimentarias y actitudes; y síntomas obsesivo-compulsivos. Las
escalas de evaluación global permiten al clínico realizar una evaluación cuantitativa del
deterioro global.
Sin embargo, cualquiera que sea la posible utilidad auxiliar de dichas entrevistas e
instrumentos, no pueden sustituir la entrevista psiquiátrica individualizada de un niño, ni se
pueden considerar la única base para establecer diagnósticos o planificar un tratamiento. Los
objetivos de la obtención de datos para la evaluación clínica de un niño requiere un estudio
amplio, detallado y flexible en un contexto de relación empática con los padres y con el niño;
estos elementos no se pueden abarcar en una única entrevista estandarizada. Además, los
inventarios más estandarizados de entrevista están diseñados como cuestionarios de síntomas
y no pretenden evaluar los sentimientos, estilo de personalidad, mecanismos de afrontamiento,
contexto situacional, y potencialidades adaptativas que proporciona la entrevista clínica. Estos
factores son tan básicos en la evaluación clínica y el plan de tratamiento como lo es la
presencia o ausencia de un síntoma patognomónico determinado o un diagnóstico
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