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Epistemologia

Rociolizy12 de Noviembre de 2013

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De Arquímedes a Einstein – P. Thiullier

Es exacto que haya que rechazar una teoría a la que contradicen “hechos experimentales” bien establecidos? La respuesta, si se cree en las versiones divulgadas del Método Experimental, es muy sencilla. Este esquema es transparente y tranquilizador. Con “la ciencia”, por lo menos, uno puede saber por donde anda. He aquí una actividad cognoscitiva seria que nos conduce a certezas e inclusos a Verdades.

Pero si la historia de la ciencia a podido sacar a la luz un “hecho” importante es sin duda que jamás existe una adecuación perfecta entre las teorías y “los hechos”. En cuanto una teoría alcanza cierto grado de generalización y complejidad es prácticamente imposible tener certeza de que todos los hechos pertinentes se hayan tenido en cuenta.

La noción misma de teórica implica la incertidumbre. Incluso una teoría eficaz no es necesariamente una teoría verdadera. Una buena teoría no es una teoría definitiva irrefutable y absolutamente cierta; es una teoría coherente y que posee cierta eficacia en las condiciones dadas. Es muy raro que los hechos confirmen de forma completa e inmediata la validez de una teoría, ya que a los hechos positivos es casi siempre posible oponer hechos negativos. La convergencia de los hechos puede poner sobre una buena pista, pero no siempre es la que conduce la verdad.

El Método Experimental permitiría obtener siempre de la naturaleza respuestas claras de si o no bien definidos. Los científicos solo tendrán que aceptar los mensajes que da la experiencia. La desgracia consiste en que estos mensajes son múltiples e incluso contradictorios. El investigador debe entonces ejercer su sentido crítico.

Tal vez no lleguen a la verdad absoluta pero resuelven un gran numero de problemas. No se trata de negar los meritos y los logros de la ciencia y sus servidores, sino de adoptar cierta actitud crítica ante la imagen que con frecuencia se ofrece. Toda una larga tradición invita a venerar a la ciencia como una actividad superior y todavía hoy aunque el estilo haya podido evolucionar hacia la sobriedad, este tipo de prosa no es muy difícil de encontrar.

Hay un acuerdo en el postulado de que el verdadero científico se comporta como si no tuviera perfil psicológico singular, como si no tuviese una afectividad, pasiones, cultura, convicciones personales heredadas de su ambiente y su educación; como si un tuvieses historia ni inconsciente.

El verdadero investigador no puede saber si los conceptos que emplea son siempre los adecuados, si los instrumentos que emplea son suficientemente eficaces; si resistirán todas las hipótesis auxiliares a las que debe recurrir. Existen riesgos.

En el descubrimiento al azar, sin que el investigador lo haya previsto no se da porque si la conclusión. En estos casos, el hecho es utilizado con provecho únicamente por aquellos que lo pueden comprender gracias a una reflexión anterior.

Los relatos de divulgación de la historia de la ciencia a menudo distorsionan en exceso la vida de los grandes sabios con el fin de hacerlas coincidir con este modelo ideal. Culturalmente, esto resulta empobrecedor. Toda una mitología se impone entre los hombres de ciencia y el público.

Lo que se encuentra en la historia no es la razón (universal e impersonal), sino hombres que inventan y construyen determinadas formas de racionalidad. Cada sociedad engendra un tipo de saber en el que se expresan las estructuras, los valores y los proyectos de esa misma sociedad. Cada sociedad tiene un estilo; y este estilo se refleja en su concepción de conocimiento.

“La gente no es capaz de comprender y por tanto no debemos comunicarles informaciones que sembrarían pánico”. Al relativizar el saber científico, se haría dudar al ciudadano del valor de la ciencia, y se la arrastraría hacia el abismo sin fondo del irracionalismo. Ose es racional o no se es. Los hombres de ciencia son hombres, no espíritus puros. El Método Experimental define una idea peor no previene automáticamente contra los errores; toda investigación científica pone en juego presupuestos cuyo valor absoluto no está garantizado; los hechos se construyen sobre la base de determinadas elecciones que tal vez sean discutibles.

Pensar la ciencia – Alexandre Koyré

Alexandre Koyré es considerado el padre de los historiadores de la ciencia, se negaba a practica una historia qe avalara las exigencias del estilo positivista. Se dedica específicamente a los orígenes y la génesis de la ciencia moderna.

La revolución científica del siglo XVII no ha sido provocada por nuevos descubrimientos empíricos sino por una mutación metafísica que asevera que el mundo debe ser descrito en términos geométricos. Lo que los fundadores de la ciencia moderna tuvieron que destruir un mundo y sustituirlo por otro. Tenían que reformar y remodelar sus conceptos, desarrollar una nueva manera de ver el ser, un nuevo concepto del conocimiento, un nuevo concepto de l ciencia, en definitiva, una nueva filosofía.

El método de investigación histórica que emplea implica la inclusión de las categorías de pensamiento y los principios filosóficos de la época estudiada, recurriendo al universo mental, físico y moral de los hombres que practican la ciencia, para comprender los conceptos en su exacta dimensión.

Establece con los sistemas de pensamiento, además de formar una unidad integrada global, son discontinuos y que la ciencia no sigue un camino recto sin tropiezos sino que da saltos, constituyendo un todo complejo lleno de aciertos, de errores y fracasos.

La oposición entre internalismo y externalismo en la historia de la ciencia surge en el segundo congreso internacional de historia de la ciencia.

Escribe Koyré, las propuestas externalista. Explica el desarrollo de la ciencia a través de la evolución de las fuerzas productivas, de los aspectos económicos y técnicos.

Koyré se opone al externalismo materialista que explica a las revoluciones científicas como consecuencia exclusiva de cambios económicos y tecnológicos. Para el las ideas son independientes del contexto social cuando dicho contexto es reducido a factores económicos o técnicos.

Al estudiar la historia del pensamiento científico y filosófico de los siglos XVI y XVII Koyré reconoce que durante este periodo el pensamiento humano sufrió una profunda revolución espiritual. Para Koyre es un proceso significativo y radical cuyo resultado fue que el hombre perdiese su lugar en el mundo, y mas exactamente, que perdiese el propio mundo en que vivía y sobre el que pensaba, viéndose obligado a transformar y sustituir no solo sus conceptos y atributos fundamentales, sino incluso el propio marco de su pensamiento.

Es posible describir esta revolución que tal como la piensa Koyre es una revolución científica y filosófica debida a que resulta imposible separar en este proceso los aspectos filosóficos de los puramente científicos, ya que son independientes y están estrechamente relacionados, diciendo que conlleva la geometrización del espacio, es decir, la sustitución del espacio concreto por el espacio abstracto (una extensión esencialmente infinita y homogénea), esto es la sustitución de la concepción del mundo finito, cerrado y jerárquicamente ordenado de Aristóteles y la Edad Media, por un universo indefinido y aun infinito que se mantiene unido por la uniformidad de sus leyes. Esta revolución exige la reestructuración de los primeros principios de la razón filosófica y científica, la reestructuración de nociones fundamentales como las de movimientos, espacio, cuerpo, saber y ser.

Las grandes revoluciones científicas siempre han sido determinadas por conmociones o cambios de concepciones filosóficas y que el pensamiento científico no se desarrolla en el vació, sino que siempre se encuentra en el interior de un cuadro de ideas. Esto no supone desconocer la autonomía de la ciencia sino supone, en todo caso, reconocer que la presencia de una ambiente y de un marco filosófico son indispensables para la existencia misma de la ciencia.

Resulta que, respecto de la “revolución científica” del siglo XVII, las concepciones cosmológicas y físicas de Aristóteles tienen muy mala prensa, es que la ciencia medieval esta fundada por la percepción sensible, en la experiencia cotidiana y en el sentido común. La ciencia moderna que se inicia con Galileo, nace en oposición y lucha contra la física de Aristóteles, que es resueltamente antimatematica.

Koyré en cierto sentido reacciona contra las burlas y el frecuente menosprecio que existe hacia la obra de Aristóteles y nos hace comprender que esta física no es un montón de incoherencias ni una fantasia infantil sino que, al contrario, es una teoría científica altamente, aunque no matemáticamente elaborada, que, partiendo de la experiencia cotidiana y de los datos del sentido común los somete a una elaboración sistemática en extremo coherente y severa.

Algunas teorías científicas no se reducen siempre a la consideración del valor técnico de la teoría en cuestión, es decir a su capacidad de darnos una explicación coherente de los fenómenos que trata, sino que muy a menudo depende de otros numerosos factores.

Se habla mucho de la influencia del pensamiento científico en la evolución de las concepciones filosóficas, en compensación se habla mucho menos de la influencia de la filosofía en la evolución del pensamiento científico.

1. El pensamiento científico nunca ha estado enteramente separado del pensamiento filosófico.

2. Las grandes revoluciones científicas siempre han sido determinadas por conmociones o cambios de concepciones filosóficas.

3. El

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