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Experimentos en psicología cuestionados eticamente


Enviado por   •  12 de Octubre de 2020  •  Documentos de Investigación  •  1.689 Palabras (7 Páginas)  •  75 Visitas

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Camila Jiménez Osorio

EXPERIMENTOS EN PSICOLOGÍA CUESTIONADOS ÉTICAMENTE

1. Experimento de Albert

Este experimento conocido como Little Albert es un clásico de la psicología, especial del enfoque conductista. Este buscaba comprobar la posibilidad de adquirir los miedos a través de condicionamiento. John B. Watson y Rosalie Rayner desarrollaron estos trabajos buscando dar respuesta las siguientes preguntas: ¿puede condicionarse a un niño para que desarrolle miedo hacia a un animal que aparece paralelamente a un estruendo fuerte? ¿Se desplazaría y generalizaría dicho temor a otros animales u objetos inanimados? ¿Cuánto duraría el temor?

Este estudio comenzó cuando el pequeño Albert tenía 9 meses y se llevó a cabo durante tres meses. Para lograr el consentimiento de la participación del niño se ofreció dinero a su madre, ya que esta era una mujer de escasos recursos económicos. (Polti & Ignacio, 2013)

En cuanto al experimento, en primer lugar Albert fue sometido a una serie de pruebas que dieran cuenta de que no mostraba temor hacia animales y objetos peludos tales como; una rata blanca, un conejo, un perro, un mono, máscaras, algodón, etc. De esta manera, se procedió ubicando al niño en un colchón en medio de un cuarto. En primer lugar, una rata blanca de laboratorio fue puesta alrededor de Albert, logrando que el niño juagara con ella, claramente hasta este momento no se evidenciaba temor hacia el animal. Posteriormente, Watson y Rayner, justo detrás de Albert, generaban un ruido fuerte golpeando una barra de acero con un martillo en el momento en que el bebé tocaba la rata. Ante esto, la respuesta del pequeño fue de angustia, lloraba y temía al escuchar el ruido. Este ruido fue repetido en diferentes sesiones, emparejando diferentes estímulos, provocando así que el niño asociara estos elementos peludos a la angustia que producía tal ruido. De esta manera, aún sin presentarse el ruido, el niño temía a la rata, colocándose angustiado y tratando de huir de esta. Posterior a ello, se evidenció como esta respuesta de aversión se generalizó a otros objetos peludos, incluso hasta un abrigo de piel y mascara que contenía pelos. Luego de esto, Watson y su colaboradora intentaron proceder a una desensibilización para extinguir esta respuesta fóbica, sin embargo esto no fue posible, nunca lograron eliminar la respuesta emocional condicionada. Años más tarde, el pequeño empleado en este experimento murió, al parecer debido a una condición de hidrocefalia.

Ahora bien, este experimento ha sido sumamente cuestionado en el ámbito de la psicología, en especial cuando surgen las preocupaciones éticas que no se tenían en cuenta en esa época. En primer lugar, el hecho de haber experimentado con niños ya deja lugar a la crítica, pues actualmente en la investigación esta población se considera vulnerable y por tanto debería estar exenta de este tipo de experimentos. En segundo lugar, es claro las secuelas a nivel emocional y psicológico que quedaron en el niño, sin reparo alguno.

2. Monster Study

El estudio Monstruo se llevó a cabo con niños huérfanos en Daveport, lowa, su tema central era la tartamudez. Fue realizado por Wendell Johnson y su asistente María Tudor en 1939. Este experimento buscaba saber si los comentarios positivos o negativos afectaban o generaban trastornos del habla. El procedimiento llevado a cabo consistió en dividir los niños en distintos grupos.  Tudor procedió a dar terapia de lenguaje positivo a la mitad de los niños, reforzando a través de halagos su fluidez verbal, mientras que a la otra mitad les impartió terapia de lenguaje negativo haciendo comentarios negativos a los niños y menospreciándolos por cada error del habla diciéndoles y rotulándolos de tartamudos. Muchos de los niños huérfanos que no tenían problemas con el habla pero que recibieron tratamiento negativo en el experimento padecieron secuelas psicológicas adversas, inclusivo mucho de ellos mantenían sus problemas en el habla por el resto de sus vidas.

Según lo anterior, las secuelas con las que quedaron estos niños fue motivo de múltiples críticas por los colegas de Johnson y ha sido cuestionado por su falta de ética. En primer lugar, y al igual que el primer experimento señalado (Little Albert) se emplearon niños, lo cual según la Organización Mundial de la Salud (OMS) los grupos que se consideran vulnerables para la realización de experimentos son; las embarazadas y lactantes, enfermos mentales, los pobres y los niños. Es por esta razón, que sería el primer error cometido en este estudio, en especial porque se trasgrede uno de los principios bioéticos de beneficencia y no maleficiencia, ya que los sujetos de estudio eran incapaces de generar su consentimiento informado, y además que el riesgo de dicha intervención haya sido alto, produciéndose poco o nulo beneficio directo para el participante del estudio. En segundo lugar, y como se reiteró, la metodología empleada fue cruel al someter a los niños a estrés psicológico, sintiéndose estos frustrados, fracasados y angustiados, llevando estos efectos negativos a largo plazos, y evidenciándose así daños irreparables. Y por último, violando el principio de Justicia, se observa una inequidad, debido a que un grupo recibía palabras halagadoras y motivantes, mientras que el otro recibía castigos y desprecios aunque su lenguaje fuera adecuado como el otro grupo. (Polti & Ignacio, 2013)

3. Experimento de Milgram

La razón que llevó a Stanley Milgram a realizar este experimento es porque quería comprender mejor el por qué tantas personas fueron participes de actos tan crueles generados durante el Holocausto Nazi. Para esto se hizo varias preguntas, entre esas: ¿Podría ser que Eichmann y su millón de cómplices en el Holocausto sólo cumplían órdenes?

Inicialmente los participantes no sabían exactamente de qué trataba el experimento, pues se les dijo que era un estudio de la memoria. Para cada ensayo se requería de dos personas, una que iba adoptar el rol de “maestro” y otro de “alumno”. Uno de esas dos personas era un actor, parte del experimento, que siempre hacía las veces de “alumno”. Por tanto el participante “maestro” debía ir dándole instrucciones en salas separadas. Estas instrucciones consistían en preguntas que si no eran bien respondidas, se veían “obligados” a pulsar un botón que penalizaba al alumno con una descarga eléctrica cada vez que cometían un error. La potencia de las descargas iba aumentado a medida que el alumno se equivocara. El actor lanzaba quejas desde el otro lado de la habitación y aun así la mayoría de los participantes cumplieron las órdenes al continuar aplicando las descargas sin importar el supuesto sufrimiento del “estudiante”. (Mora, R, 2018 citado en Buendía & Panizza)

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