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Expresio Y Creatividad

marlemlemusnavar9 de Junio de 2012

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Los profesionales en el campo de la Educación, deben disponer de un marco de referencia .interpretativo y de estrategias de intervención específicas, que les permitan orientar la reflexión y la práctica en el trabajo que desarrollan con los niños en las aulas. Por ello, el presente artículo orienta en la revisión de conceptos relacionados con el currículo y la creatividad. A su vez, se evidencia la relación que existe entre ambos términos, con el fin de poder concretar sugerencias prácticas que faciliten la aplicación de un currículo educativo que conduzca al desarrollo del potencial creativo de los alumnos, sujetos primordiales del proceso educativo. Es importante mencionar que en el desarrollo integral del ser humano un componente fundamental es la creatividad, que le permitirá construir preconceptos y producir ideas, así como conocerse a sí mismo, desarrollar sus habilidades, afinar destrezas y enriquecer su potencial. Lo anterior, conlleva un reto para el docente de cualquier nivel de enseñanza, ya que a través de la aplicación de un currículo flexible en el aula y de su intervención mediadora, debe brindar los espacios al alumno para que aprenda en un clima de libertad que le permita recoger los frutos y hallazgos de su esfuerzo, sea individual o compartido.

Los conceptos de currículo y creatividad en el ámbito educativo merecen especial atención, debido a la inserción de estos términos en los procesos de enseñanza y aprendizaje del educando.

El currículo en el contexto de la escolarización, implica, definirlo e identificar sus principales elementos, ya que este concepto ha variado a través del tiempo, sujeto a las transformaciones sociales, técnicas y a las reformulaciones de los objetivos de la educación.

Por su parte, la creatividad en el transcurso de la historia ha sufrido diversas connotaciones que surgen de visiones filosóficas, pedagógicas, biológicas, psicobiológicas o emitidas por otros especialistas. Intentando definir ambos conceptos, se obtiene lo siguiente:

¿Qué es el currículo?

Todo sistema educativo está sustentado en un currículo determinado, que responde a los fines y objetivos que orientan el tipo de persona que se quiere formar.

Precisamente, le compete al docente operacionalizar el currículo en el trabajo que desempeña con los alumnos, propiamente en el aula.

Se debe tomar en cuenta que a través del tiempo se han manejado diferentes contextualizaciones en cuanto a materia curricular se refiere, Tadeu, (1995), opina, que el currículo obedece a definiciones consensuales, producto de intercambios entre diversos sujetos del proceso educativo, a su vez considera reglamentaciones estatales y el peso de sus determinaciones con respecto al contexto sociocultural donde interactúa. Gimeno y Pérez (1998: 141), al respecto, expresan:

“El pensamiento pedagógico en torno al currículo es muy heterogéneo y disperso, pudiéndonos encontrar incluso posiciones que desprecian el análisis y decisiones sobre los contenidos, pretendiendo únicamente proporcionar esquemas de cómo organizarlo y manejarlo por parte de los profesores”.

Obviamente, las diversas connotaciones del concepto, dependen de la orientación, objetivos y propósitos del cual es objeto en cada momento particular de la historia.

Bossing, (1961) y W.Ragan, (1896), retoman en sus apreciaciones en torno al currículo, el elemento experiencia como aspecto fundamental que le permite al niño apropiarse del conocimiento que se genera en el aula. Al respecto, Tyler, en (1973), ya había externado que el currículo como experiencia es válido y que a su vez, implica, la adopción por parte del docente de un sistema de evaluación objetivo y dinámico en los diversos momentos del proceso de enseñanza y aprendizaje del educando.

El niño en las múltiples relaciones que establece con las personas que interactúa en su campo de acción, va aquilatando experiencias en las diversas áreas del saber, que le permiten crear una base de conocimientos que posteriormente puede transferir, e inclusive reforzar en el ambiente de trabajo con compañeros y maestros. En este sentido es válido resaltar el pensamiento de Piaget, citado por Méndez (1996:4), quien expresa:

“Las estructuras de la inteligencia no son el resultado ni de la herencia ni del ambiente, sino del intercambio activo que el niño tiene con su entorno”. Se reafirma que el niño como sujeto cognoscente posee conocimientos previos enriquecidos por el contexto social, cultural, político, religioso y económico de donde proviene, y que a su vez, son retomados por la institución educativa que participa en su proceso formador, con la intervención directa del docente. Kemmis (1988), en sus estudios en torno al currículo, refiere que éste es “un proyecto educativo que opera en las aulas”. El término en este sentido cobra vida, dinamismo y efectividad en procura del aprendizaje significativo del alumno, ya que permite guiar la acción educativa, y por otra parte, su realización en los hechos reales que se suscitan en el ambiente del salón de clases.

Bolaños y Molina (1996:21), confirman el dinamismo en la evolución del concepto, al visualizar“una concepción del currículo desde la perspectiva de su desarrollo en la realidad concreta”. Permitirle al niño que exprese sus ideas, que comparta emociones, satisfacciones y experiencias vívidas en lo interno de su hogar, es otorgarle significado y relevancia a su aprendizaje en la institución.

Peralta (1996), enfatiza el aprendizaje como el propósito central del currículo, donde precisamente, deben generarse todos los esfuerzos educativos. Tomando en cuenta, que sumado a la acción pedagógica que directamente se aborda en el proceso de formación del niño, se suscitan espacios de intercambio social y salud mental que enriquecen las vivencias de ese alumno en conjunto con sus compañeros, maestros y padres de familia.

Retomando las posiciones anteriores, se infiere que el currículo implica la inserción del alumno en el aula en un proceso de formación integral que retoma toda su historia de vida desde el ambiente intrauterino, familiar y comunal, el cual se reforzará con las experiencias significativas que se susciten con los compañeros y maestros en el ámbito educativo, para ello, el docente deberá asumir una posición de guía y colaborador que busca tenazmente resaltar los elementos de la cultura, de la propia idiosincrasia de los alumnos, de los recursos didácticos pertinentes y de las metodologías relevantes para un disfrute pleno en la dinámica del aprendizaje del educando.

El término currículo, integra el esfuerzo mancomunado de toda la comunidad educativa, representada en la persona del adulto, llámese educador, padre de familia u otros y del niño como discente.

Ambos, constituyen el recurso humano que dinamiza el currículo en procura de lograr su máxima efectividad.

Por otra parte, el presente siglo plantea el reto al educador de asumir una conceptualización curricular fundamentada en la diversidad cultural, que obviamente marca las diferencias individuales de los alumnos, en el sentido de pertenencia e identificación plena con el ámbito que lo rodea, ya que los educandos producen cultura, y a su vez, esta los moldea, produciéndose el ser social de cada ser humano y definiéndose su personalidad en forma simultánea. López (1994:79), amplía: “se trata de una relación dialéctica, es decir, de una interrelación individuos, cultura, teniendo como puente o medio la educación...”. Los cambios vertiginosos en la ciencia y la tecnología, conducen el proceso educativo a la adopción de un sistema de enseñanza y aprendizaje dinámico, variado y significativo que involucre enfoques, teorías y estilos de enseñanza y aprendizaje asertivos, que permita a docentes y alumnos disfrutar y validar en la cotidianidad todas las experiencias implícitas en el fenómeno educativo.

El educando como sujeto principal del proceso educativo, debe ser transformado en el desarrollo de su personalidad y amplitud de conocimientos, a través de la intervención pedagógica del docente y de la acción mediadora del padre de familia como colaborador inmediato. A su vez, debe operar en él, un cambio conductual en la adquisición de hábitos, habilidades y destrezas y en la formación de actitudes y valores; de ahí que es válido la adopción de una posición curricular que integre todos los elementos que conlleva el proceso educativo, (objetivos, contenidos, procedimientos de mediación, recursos, criterios evaluadores y otros), para convertir la experiencia docente en una situación real y tangible, Ugalde (1997), expresa que el currículo asume el desarrollo integral del educando, cuando desde su operatividad en el aula, atiende las características propias de la inteligencia, las necesidades de tipo fisiológicas, psicológicas y sociales y los intereses personales, familiares y grupales de cada sujeto cognoscente. En este sentido, el educador está llamado a vivir intensamente su vocación de “maestro”, y a involucrarse con su quehacer propio en aras de dar respuesta a las exigencias de la sociedad actual.

La crisis de la sociedad contemporánea, plantean un nuevo reto al docente, el de innovar en su práctica pedagógica y consolidar producto de su experiencia, una filosofía educativa que conlleve un concepto de currículo inspirado y orientado en la acción misma, que de respuesta a las condiciones particulares de los alumnos y de él como persona, tanto en su vida personal como profesional, para que ambos encuentren sentido al proceso educativo y lo asuman con responsabilidad, ética y mística, valores fundamentales en la esencia de todo ser humano.

¿Qué es la creatividad infantil?

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