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Filosofia

maithe14 de Marzo de 2012

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Declaración constitucional sobre las bases de una buena educación.

Compromiso pedagógico de Konosuke Matsushita:

1. Una fe sincera en que toda persona, con una determinación real, puede superar cualquier obstáculo.

2. Un espíritu independiente tanto para la acción como el pensamiento.

3. Una disposición permanente para aprender de todos y cada uno de los sucesos que ocurren en la vida.

4. Una capacidad para desafiar y romper los viejos estereotipos y formas convencionales de proceder.

5. Una actitud para colaborar y cooperar con tus semejantes.

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UNA PERSPECTIVA DE LA EDUCACIÓN

NATIVIDAD JIMÉNEZ SERRADILLA

Profesora y Licenciada en Pedagogía

Reflexionar sobre educación es un ejercicio que requiere definir el concepto de educación y analizar el papel de los participantes: agentes y sujetos educativos. El concepto de educación del que se parte y el lugar que se otorgue a estos participantes determinarán la función social de la educación y proporcionarán elementos para un análisis de la educación en la actualidad.

1. DEFINICIÓN.

La educación es un tema complejo y difícil de definir en pocas palabras y a la vez muy estudiado. Núñez (1999) la define como “una actividad o proceso permanente de transmisión de cultura, de elementos de socialización y de creación de conciencia crítica que tiene por fin formar, transformar, orientar la vida humana para que ésta llegue a encauzarse, con la mejor disponibilidad posible, en la vida cultural y social.” Por lo tanto, se vislumbra que en el proceso educativo se está actuando sobre el plano personal, vertiente formativa, como proceso que ayuda al desarrollo de las capacidades humanas, y sobre el plano social, vertiente socializadora, como proceso por el que se adquiere la cultura de la sociedad a la que se pertenece y que permite al sujeto participar en la transformación de esta cultura y sociedad.

Así vemos que los principales elementos de la definición de educación son la configuración de la personalidad y la socialización del individuo; a través de la transmisión de una cultura universal.

1.1 Configuración de la personalidad

Como seres humanos nacemos inacabados, por lo que la educación es un proceso necesario para configurar nuestra humanidad. Desde esta premisa, educar es ayudar a madurar, a hacer personas, proporcionando criterios para elegir con autonomía y libertad nuestro propio proyecto de vida, siendo uno de los fines educativos la formación integral de la persona. “Para nosotros lo educativo es lo conformador de la personalidad del alumno... a través de unos fundamentos filosóficos que contengan como referencia los valores humanos de autonomía y libertad. A partir de ellos, se debe construir un sistema capaz de superar cualquier marco ideológico coyuntural.” (Seirul-lo, 1992).

1.2 Socialización

La educación se despliega en el ámbito social del sujeto porque se nos prepara para vivir con otros. Por lo tanto, la socialización es una adaptación o integración al medio social, y como indica Mierieu (1998) supone un poco de domesticación, ya que se ha de aceptar algunas renuncias para tomar parte de la vida de los que le acogen. En este sentido, aunque el grupo de pertenencia impone el aprendizaje como un mecanismo adaptador a sus requerimientos, la educación se ha de ver como una adaptación y superación del medio. A la educación le compete buscar una adaptación superadora.

Debido a que la sociedad contemporánea está sometida a cambios permanentes y que de una generación a otra el entorno cultural cambia radicalmente, el significado tradicional de la socialización ha evolucionado hacia una “socialización transformadora” (Nassif, 1980). Sin embargo, para poder transformar la cultura el sujeto ha de ingresar en la cultura y cuando ingresa la puede transformar pero no antes. De esta manera la adaptación se configura como un primer estadio de la socialización, en el que cada generación recibe los conocimientos y experiencia de las anteriores y la adaptación superadora o socialización transformadora se configuran como un estadio más avanzado en el que las generaciones aumentan los conocimientos recibidos y los transforman según su visión del mundo para pasarlos a la siguiente.

En este proceso de socialización la figura del adulto educador es esencial, porque el educando para ingresar en la cultura necesita ser acogido, necesita que haya un adulto que le ayude a introducirse en el entorno y a construir sus propios saberes, que se responsabilice de su socialización y maduración. La persona no puede construirse al margen del entorno, representado en el adulto educador, sino que es ese entorno el que, en gran medida, lo construye. “Educar es, pues, introducir a un universo cultural.” (Meirieu, 1998)

Si el adulto no se responsabiliza del proceso educativo, no se podrán conseguir los fines educativos, porque, para ello, es imprescindible la voluntad y el interés del educador. La educación, por tanto, se trata de una acción intencional que se ejerce por las personas adultas sobre las jóvenes con el fin de facilitar o fomentar su desarrollo como sujetos sociales. “Lo específico de la socialización humana es que sus miembros no se convierten en modelos para los más jóvenes de modo accidental sino de forma intencional.” ( Savater, 1997)

1.3 Transmisión de cultura

Para que la educación no se convierta en un mero mecanismo de control se ha de producir la transmisión de cultura. Cuando la educación impide al individuo el acceso a la cultura se convierte en control social. De esta manera, hay prácticas que dicen ser educativas pero son de control social. El control social quiere fijar al individuo a un lugar establecido y dirigir a los sujetos a un destino social prefijado. La alternativa a este determinismo social es la educación entendida como instrumento de promoción personal y social. Para ello ha de haber una transmisión de elementos culturales que correspondan a la actualidad de la época del individuo y que permita la participación social, integración. Si esto no ocurre, es decir, si se prescinde de la cultura que permite al individuo la participación social, la educación es control y exclusión.

“Cuando lo que se pierde son las posibilidades de articulación e incidencia en la actualidad de la época quedando restringidos al gueto, se produce una pérdida de la dignidad de la persona, una sumisión pasiva al efecto de segregación social.” (Núñez,1999)

2. PARTICIPANTES EN EL PROCESO EDUCATIVO

Aunque la educación se considera un proceso intencional, también encontramos agentes que educan inintencionalmente, como son los medios de comunicación, eventos culturales... Centrándonos en la educación intencional percibimos como participantes del proceso educativo al sujeto de la educación y los principales agentes educativos, familia y escuela.

2.1 Sujeto de la educación

Según Tizio (2003) el sujeto de la educación es considerado como tal a partir de unas atribuciones (capacidad y voluntad) supuestas por el agente al sujeto, y por la aceptación de éste a acceder a la cultura. También afirma que una persona sólo pasa a ser sujeto de la educación cuando se le suponen intereses particulares y disposición al trabajo, de manera que en la educabilidad de un individuo tanta influencia tiene la aceptación a ser educado como la consideración del educador de que es posible que sea educado. Cuando oímos que no se puede hacer nada con un alumno o que es imposible trabajar con un grupo, en realidad los estamos etiquetando y provocando que la educación no sea posible. En estos casos sería conveniente plantearnos porqué estos individuos no muestran interés y aceptación por la educación que les ofrecemos e intentar reconocer los límites educativos para actuar dentro de ellos.

Así vemos que el educador debería suponer que el sujeto de la educación posee las capacidades y aptitudes necesarias para que se produzca la educación pero sin intentar concretarlas y catalogarlas porque esta clasificación actuaría como un límite. Se estaría produciendo el “efecto expectativa” descrito por Meirieu (1998).

La no aceptación del sujeto a ser educado tampoco ha de suponer un límite para el educador, es decir, el educador ha de mantener la apuesta educativa en el tiempo a pesar del rechazo inicial del sujeto, porque “el consentimiento no es un previo sino una consecuencia, y si no ha habido acto educativo no hay consentimiento” (Tizio, 2003). Se ha de tener en cuenta que las formas de mostrar el rechazo son más evidentes que las formas de mostrar el consentimiento por lo que podría ocurrir que el educador no detectara que el consentimiento se está produciendo y que el acto educativo se esté realizando sin que el educador lo perciba.

Debido a que el consentimiento del educando es un elemento necesario para que la educación sea posible, deberíamos procurar un entorno que lo posibilitara. En este sentido deberíamos considerar que el educando se sentirá emocionalmente seguro y mostrará más disposición a ser educado en ambientes afectuosos donde hay una autoridad que controla y marca límites y con la que se sienta identificado.

La identificación del educando con el modelo que ofrece el educador se produce a través del respeto, es decir, el alumno considera al educador un modelo a imitar

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