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Gestalt Y Sexología


Enviado por   •  23 de Mayo de 2014  •  7.580 Palabras (31 Páginas)  •  241 Visitas

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Gestalt y Sexología -

Dr. Mario Alberto Manuel Vázquez

Gestalt

Introducción

Gestalt es una escuela de psicología experiencialista, humanista y existencialista. Sus orígenes se remontan en primer lugar a la Escuela de Berlín, la escuela alemana de psicología experimental que estudió la percepción y definió sus leyes y principios. Muchos años después, en las décadas de oro de la tercera corriente de la que la Gestalt llegó a ser abanderada, Fritz Perls delineó los principios de su aplicación clínica.

Excede a los objetivos de este trabajo profundizar en el campo teórico de la Gestalt. Para ello remito a los lectores a la bibliografía. Sí haré hincapié en algunos aspectos de ese corpus (soportes, vivencia, curva de la experiencia, evitaciones del contacto, etc.) que tienen estrecha relación con las disfunciones sexuales.

Para la Gestalt, toda experiencia (también la sexual) se realiza en el campo psicológico de Kurt Lewin, en la relación organismo-entorno. Y en él se juega la capacidad de awareness del sujeto.

Pero ¿qué es el awareness? Esta palabra inglesa es un sustantivo compuesto: aware significa percatarse, tomar conciencia, darse cuenta, y el sufijo ness indica capacidad de. Es decir, que el awareness no se limita al mero acto de darse cuenta, o tomar conciencia, sino que es la capacidad y el proceso mismo de concienciar

Por lo mismo, la palabra conciencia no define al awareness, y mucho menos el concepto “conciente”.

Si bien el awareness es quizás un momento de “hiper conciencia” del que damos cuenta por estar más concientes que habitualmente, al integrar en ese momento no sólo el “entender o comprender” mentales, el “sentir o percibir” corporales y el aprehender de la revelación espiritual … es todo eso y más, pues esas son sólo partes del todo – awareness.

Todos tenemos awareness.

La actividad terapéutica gestáltica está dirigida especialmente a generar y fomentar el awareness, ampliando la conciencia con la búsqueda incluso de otros niveles (metaniveles) más profundos por más elevados.

De lo anterior se desprende que hay niveles de awareness. Van desde el tomar conciencia superficial de las sensaciones internas o los estímulos externos del medio (“siento un peso en el pecho, una sensación de temblor en la boca del estómago, veo el brillo de tus ojos, etcétera”) hasta el awareness profundo que es como un despertar (“satori”) a una realidad que, estando siempre allí, no percibimos antes.

Lo perceptible, lo aprehensible por la conciencia, (la realidad) es aquello que me llega por mis sentidos. De eso es de lo que me daré cuenta, en base a lo que mis sentidos me informan a través de la experiencia en la frontera del contacto (como veremos más adelante).

Clínicamente, el awareness está íntimamente vinculado con una de las herramientas básicas para su exploración: el continuum de la conciencia. Sólo podemos “darnos cuenta” (utilizando una de las traducciones más comunes de awareness) de aquello que nuestra atención focaliza, al punto de hacerlo figura. A su vez la atención depende de la emoción (prestamos atención sólo a aquello que nos produce emoción de algún tipo), como está ampliamente demostrado neurofisiológicamente.

El fluir de nuestro contacto nos permite la construcción, confirmación o modificación de nuestro propio mundo y de nuestra propia realidad.

La regulación organismo/entorno en estas condiciones no interferidas es fisiológica, esto es, me moveré en el mundo, aprendiendo de él, satisfaré todas mis necesidades sin “residuos”, tendiendo al bien, “aún cuando éste no sea bueno” como diría Goodman .

La Gestalt plantea que este libre fluir de la atención no es casual ni aleatorio, está sustentado y “regido” por las necesidades fisiológicas que regulan la relación organismo/entorno. Así como las necesidades bio-fisiológicas (hambre, sueño, respiración, etcétera) no pueden ser olvidadas o dejadas de lado sin perjuicios graves para la vida, las psicológicas y espirituales necesitan el mismo tipo de atención y manifiestan su “urgencia” del mismo modo, y su falta de satisfacción produce daños graves en otras áreas no tan “vitales”, pero sí imprescindibles para el desarrollo armónico de una vida plena y feliz.

La aparición de alteraciones en este fluir es lo que genera síntomas (enfermedad), pero espontáneamente la tendencia humana es a auto-regularse, es decir, a buscar la forma para que esas anomalías sean resueltas, desbloqueando las energías detenidas.

Esto es lo que la Gestalt denomina autorrealización, auto-actualización, etcétera: la capacidad que tenemos de (a través del ciclo de la experiencia o de construcción y destrucción gestálticas), “cerrar” las situaciones no concluidas actualizando constantemente nuestro self en relación con los estímulos y cambios de nuestro entorno.

Esta capacidad natural es la que compartimos (al menos en la actualización y satisfacción de necesidades fisiológicas), con los animales. Forma parte de nuestra capacidad de supervivencia. Y es esto a lo que Perls bautizó “autorregulación organísmica” y en lo que confiaba ciegamente:

“La confianza de Fritz en la auto- regulación individual se erige en la psicoterapia contemporánea como una contribución comparable a la confianza de Rogers en la auto – regulación de los grupos: ambos han influido en la práctica psicoterapéutica a través del contagio de una actitud que trasciende la influencia intelectual.”

En Sexología comprobamos que la mayoría de las parejas presentan diversas experiencias disfuncionales en su vida sexual. Sin embargo sólo unas pocas concurren a tratamiento… La mayoría de ellas encuentran espontáneamente la resolución de la problemática: la autorregulación organísmica ha funcionado.

Pero en muchos casos hay situaciones o experiencias que, por distintas causas, no alcanzan a “cerrarse” (aprendizajes negativos, experiencias traumáticas, interrupciones en el ciclo de la experiencia, confluencia en situaciones o relaciones anteriores, o ilusiones respecto de los otros o de uno mismo, etcétera). Esto produce una detención de la energía, un “empastamiento o pegoteamiento” que impide el fluir natural y provoca disfunción.

La situación, la experiencia, queda como un “cuerpo extraño” y el individuo intentará, involuntariamente, una y otra vez alcanzar el cierre, muchas veces fracasando por la misma falta de recursos que provocó la primera detención.

Al no lacanzarse el cierre y la resolución no hay “nueva figura” (nueva percepción) y por ende no hay aprendizaje. Por lo tanto, el aparato psíquico colocará reiteradamente al sujeto ante condiciones similares para que repita la experiencia a fin de lograr el cierre satisfactorio.

Si todavía así no lo logra en la vida diurna, la situación se repetirá en los sueños recurrentes.

Esta es la radical diferencia con el concepto psicoanalítico de “compulsión neurótica a la repetición”. Mientras para Freud ésta era un síntoma de neurosis, para la Gestalt es la búsqueda de cierre, un intento nuevo para alcanzar a cerrar y eliminar una formación anómala o fixed – gestalt (gestalt fija).

En palabras del propio Perls:

“Mi opinión es esta: Cualquier situación incompleta, cualquier acción incompleta, saldrá a la superficie y será completada o querrá serlo. Ahora, gran parte de lo que Freud llamó “compulsión a la repetición” (repetitividad compulsiva) es lo que ocurre cuando la situación está incompleta. Freud pensó que quizás esto es sólo un hábito, una forma petrificada de vivir. Y yo sostengo que es de otra manera. Estas repeticiones compulsivas, el vivir algo de una manera muy similar, son nuestros intentos (vanos en la mayoría de los casos) de solucionar la situación. Esto es porque muy a menudo algo queda fuera,(…) hay algo de lo que aún no se da cuenta…. Todo esto es porque evitamos algo en la relación que nos conduciría a un cierre, a una comprensión de esa persona (o situación), o a la capacidad de “soltarla” si no es la adecuada.”

En la relación sexual el contacto con el otro también podrá ser vivenciado como libre, como un real contacto, o detenido, desviado, interferido, por diversas evitaciones del contacto, como veremos más adelante.

Ahora bien, los procesos de regulación organismo/entorno se efectúan en la frontera/contacto.

Con esto quiero decir que para entender los procesos de regulación organísmica entramos inevitablemente en el espinoso tema de los límites del yo (“sitio” donde las regulaciones organísmicas se efectúan) y los procesos de discriminación, asimilación e integración necesarios para ello.

Perls indicaba al respecto de la naturaleza del límite del yo:

1. El límite del ego es flexible. En la persona sana cambia en la medida en que las situaciones cambian; pero en los estados psicopatológicos es más bien rígido. Esta rigidez parece destinada a lograr estabilidad, pero la estabilidad que se obtiene es la de una persona “normatizada” que desatiende sus emociones y la realidad en honor a sus ideas preconcebidas. Uno de los riesgos de la moralidad absoluta es que rigidiza los límites del ego.

2. El límite del ego puede ser concebido como un encuentro de grupos opuestos de emociones, de aceptaciones y rechazos, de identificaciones y alienaciones, de emociones positivas y negativas.”

El límite del yo excede el concepto de límite físico que es el primero en el que pensamos cuando abordamos el tema. Desde lo corporal la piel parece ser un límite claro entre el yo y el no-yo. Sin embargo, la regulación organísmica y la relación organismo/entorno ponen en tela de juicio una aseveración tan rápida.

Cuando dejamos de lado un concepto topográfico de límite y comenzamos a entender (gestálticamente) que el límite no es un lugar sino una función, nos acercamos al mismo tiempo a lo esencial del aporte gestáltico a la terapia y al difícil terreno de cambiar las concepciones tradicionales (psicoanalíticas) de estructura por la Gestalt que involucra a un tiempo estructura y proceso.

Cuando, por ejemplo, abordamos temas fisiológicos como la alimentación, necesitamos incorporar este concepto estructura/función o estructura/proceso para comprenderlo. Si sólo consideramos el límite como un lugar ¿en qué momento el alimento (no-yo) que ingiero pasa a ser yo?

“Somos lo que comemos”, escuchamos decir a muchos nutricionistas y exponentes de corrientes “naturistas”. Y realmente es así. Pero ¿cuándo ese alimento (vegetal, animal o mineral) pasa a “ser yo”?.

No existe un lugar específico, un límite físico que al ser atravesado produzca que ese no-yo sea yo. Eso se da en el proceso conocido como digestión.

Cuando el alimento es digerido completamente, y por lo tanto asimilado, deja de ser un no-yo para ser yo. Cuando ese proceso no se cumple por cualquier motivo, ese no-yo, con su condición de agente extraño, puede hasta producirme una enfermedad o ser pasible de ser rechazado por mi yo (vomitándolo, vg.).

En el acto de alimentarme, el proceso de la digestión/asimilación es el que actúa como límite del yo.

El límite del yo no es un lugar físico, una membrana que limita y define: “lo que está adentro soy yo, lo que está afuera no soy yo”.

El límite del yo es un proceso o conjunto de procesos de discriminación, asimilación, rechazo.

El límite del yo es la propia función de regulación organismo/entorno.

La estructura (límite) es el proceso (regulación).

Y allí se efectúa el verdadero awareness. Es más podemos decir con Robine que, si la estructura (órgano) está subordinada y definida por la función, “la frontera/contacto, límite del yo, es un órgano del awareness” .

Por ello la experiencia sexual es de tan alto impacto psicológico, al decir de Zinker: “dos fronteras se rozan”.

La forma automática en que se realiza el proceso habla de su condición de “fisiológico”. Pero para “hacer figura” el mismo, para que mi atención se centre en él, y pueda por lo tanto influirlo y modificarlo, requiero de soportes.

“La palabra “support” en inglés significa soporte, respaldo, sostén, sustentación, protección, apoyo, defensa, recurso.”

Soporte entonces, es aquello en que puedo apoyarme, el recurso o herramienta que puedo activar, el sostén sobre el que erguirme para concienciar ese proceso automático de la regulación organismo/entorno en la frontera/contacto, o hacer conciente la curva de la experiencia o, más sencillamente el contacto.

No basta, muchas veces, el simple recurso del continuum de la atención para llegar a “darnos cuenta” (el awareness) de aquello negado, reprimido, etcétera. La utilización individual, o la ocasión e indicación de utilizar un soporte por parte del Otro me puede facilitar el “darme cuenta”.

Rápidamente se puede comprender que tengo a disposición distintos tipos de soportes. En una clasificación sencilla puedo (didácticamente) agruparlos en internos (los que tengo en mí mismo y no preciso de Otro para activar), externos (los que sólo me proporcionan los demás y el ambiente) y los mixtos (los que están “dentro y fuera de mí” , al mismo tiempo.

Soportes internos:

Son proporcionados por mí mismo, básicamente por la percepción y mis procesos corporales.

• Mi atención, y por lo tanto mi “darme cuenta”.

• Mis experiencias y conocimientos previos.

• Mis creencias y valores (pueden o no ser soportativos).

• Mis sensaciones corporales –la percepción–.

• La respiración (no sólo como acto fisiológico de supervivencia sino en el sentido de “amplificador” de la percepción interna)

• Mi amor y aceptación personal.

Soportes externos:

Son proporcionados por el entorno.

Entorno físico:

• El aire, el alimento, el piso donde me apoyo, el almohadón sobre el que me siento, la pared que sostiene mi espalda, etcétera

Entorno relacional:

• Amigos, familia, situación social, situación política, etcétera (pueden o no ser soportativos)

Soportes mixtos:

Son soportes a la vez externos e internos (aún cuando funcionen de distinta manera en una y otra situación).

• El tiempo. En su doble particularidad: a- darme tiempo para percibir mejor algo - sería un soporte interno, al que recurro por mí mismo- y b- el tiempo que me da otro (terapeuta, vg.) para que realice mi propia experiencia.

• Dios. Para los cristianos (como yo) Dios es un soporte externo y al mismo tiempo su Espíritu Santo habita en mí, por lo que es un soporte interno.

La utilización de soportes en la sesión terapéutica sexual es crucial y básica. Se podría decir que la principal virtud de un psicoterapeuta (no importa la escuela o enfoque que maneje) es la de ser soportativo, es decir, desde una posición de amorosa aceptación, permitir al paciente el uso de todos sus recursos para llegar al awareness (un psicoanalista diría para que el paciente haga insight).

Y en la terapia sexual ese soporte debe estar dirigido a potenciar la experiencia sexual, y al mismo tiempo a aumentar el awareness de la misma, es decir la capacidad de darse cuenta de lo que se está experienciando. El terapeuta sexual gestáltico seleccionará y graduará los soportes en el tratamiento de la disfunción.

Ya podemos inferir que esta posición está muy alejada de la postura del control que la Terapia Sexual convencional (de claro corte conductista) ejerce sobre la pareja consultante.

Pero ¿qué es la Función de Contacto?

Es la relación organismo/entorno, su regulación, la actualización del self, la integración, la discriminación, la resolución y cierre de situaciones no concluidas… es decir, la médula del pensamiento gestáltico.

Utilizando algunas de las palabras de Perls-Goodman, la definición de hombre “implica su entorno: no tiene sentido definir a un hombre que respira sin referirse al aire; a un hombre que anda sin referirse a la gravedad y al suelo; a un irascible sin referirse a los obstáculos que encuentra…. La definición de un organismo es la definición de un campo organismo/entorno” .

Si entendemos desde allí que “el self es contacto” , toda la psicopatología a la que se enfrentará un terapeuta estará referida a la alteración de este campo (incluida la patología sexual).

Y no necesitamos la descripción de una cuidadosa y frondosa psicopatología ya que ésta no es más que la descripción tardía de las estructuras generadas en la dinámica de este campo.

La magnitud del aporte gestáltico (que explica entre otras cosas su efectividad y rapidez, así como la profundidad de su abordaje terapéutico, sin necesidad de explicaciones o racionalizaciones para “entender” lo que sucede) se debe a que la Gestalt –pudiendo hacerlo– no se limita a la comprensión histórica de lo que ha sucedido en el pasado en este campo, sino que ha diseñado poderosas herramientas para explorarlo en el aquí y ahora, haciendo presente el proceso y operando directamente en el mismo.

Por eso la palabra/pregunta gestáltica es el cómo.

El individuo vive (no sólo entiende, racionaliza o comprende) y puede describir su cómo hace para contactar. Y la sola aceptación del proceso podrá terminar con un cambio sin esfuerzos ni previo propósito expreso . Experimentar es vivir, vivir sus potencialidades y sus dificultades, vivir la posibilidad de “hacer nuevo”.

Eso es el contacto. La posibilidad de vivenciar y por ende operar en la relación primordial organismo/entorno. En la relación anterior a cualquier relación objetal y por lo tanto a cualquier relación Yo-Tú.

La Curva de la Experiencia

Distintos gestaltistas han intentado abordar didácticamente el paradojalmente complejo y simple Contacto. Desde las definiciones de Perls, Hefferline y Goodman en la obra fundacional de la Gestalt se han sucedido intentos de hacer “clara figura” del Contacto con fines didácticos .

Este proceso, por el cual del fondo se va recortando una figura (gestalt) significativa hasta que es asimilada o destruida y se vuelve a desvanecer en el fondo, es crucial para la relación organismo/entorno. En el capítulo “La construcción y eliminación de gestalts” expuse un ejemplo de necesidad fisiológica que se “hacía figura” mientras escribía ese capítulo de este libro. Lo retomaré como ejemplo de una construcción/eliminación gestáltica, en este caso de una necesidad fisiológica.

Pero antes presentaré un modelo teórico iniciado por Joseph Zinker y completado entre otros por Mabel Allerand ,y por mí mismo que intenta graficar didácticamente el proceso de formación/eliminación gestáltica, también llamado “Curva de la Experiencia”.

La ventaja de este modelo por sobre otras formas de descripción, es que permite comprender rápidamente los procesos de evitación o interrupción del contacto y su ubicación “temporal”.

Y en el particular caso de la relación sexual se puede ver con claridad cómo ambas curvas (la de la Experiencia y la de Respuesta Sexual Humana), tienen una casi perfecta similitud.

El proceso de contactar comienza con una sensación que produce una excitación, sucede a ésta el proceso de darse cuenta de lo que está ocurriendo en mi cuerpo, a lo que sigue la irrupción de energía psíquica, generalmente en la forma de emoción o aumento de calor, etcétera.

Esta energía disponible se pone de manifiesto en acción y movimiento… hasta que llega el Contacto, se forma la gestalt claramente y se impone a la totalidad de la experiencia. Satisfecha la necesidad (sea esta física psicológica o espiritual) se procede al cierre de la experiencia, sobreviene una retirada en que la energía comienza a disminuir y hay un repliegue del self hasta llegar al descanso en que quedo abierto para la aparición de un nuevo ciclo.

Este modelo de la Curva de la Experiencia es de gran utilidad práctica, puesto que los procesos (acción, movimiento, etcétera) son notorios para el terapeuta y sus interrupciones se pueden observar en conductas concretas.

Además, el modelo de la Curva de la Experiencia permite comprender rápidamente los mecanismos que se utilizan para evitar el Contacto. Ya Perls, retomando algunos de los llamados mecanismos de defensa del yo por el psicoanálisis, exponía los efectos de la represión, la confluencia y la retroflexión.

Las Evitaciones del Contacto.

Siguiendo el mismo modelo de la Curva de la Experiencia superpondré al dibujo anterior las evitaciones del contacto , representadas en el “lugar” de la detención o distorsión de la energía que fluye en el proceso de construcción y eliminación gestálticas.

Perls consideraba las evitaciones del contacto como básicamente patológicas. En “Teoría y Técnica de Integración de la Personalidad” dice: “La orientación topológica se ocupa de tres procesos: la introyección, la proyección y la retroflexión… Los tres fenómenos son síntomas de falta de integración.”

Personalmente, considero junto con otros autores, que las evitaciones del contacto son mecanismos que se vuelven patológicos cuando se estereotipan, se rigidizan y quedan al servicio del mantenimiento de la autoimagen, pero cumplen una función socializadora y adaptativa del individuo cuando son utilizadas sanamente.

Desensibilización

En la etapa del Precontacto, cuando comienza a generarse una figura sobre el fondo corporal, el mecanismo de evitación del contacto que impide el proceso es la Desensibilización.

Perls, Goodman y Hefferline no repararon en ella, sino que proponían para esta etapa temprana de la curva la confluencia como mecanismo privilegiado.

Como veremos al llegar a ella, los efectos de la Confluencia se hacen sentir en esta etapa temprana no por acción directa sobre la nueva figura emergente, sino por la fijación residual a la experiencia no cerrada anterior.

En cambio, es evidente incluso desde lo fisiológico, el papel selectivo de la Desensibilización, cuando ésta es “sana”, es decir, está al servicio de una mayor focalización de la atención sobre los procesos del fondo para permitir la formación gestáltica.

Todos utilizamos el mecanismo de Desensibilización para evitar la saturación sensorial que produciría el atender a cada uno de los simultáneos estímulos internos y externos que nos llegan produciría. Es un verdadero filtro activo automático.

Mientras estamos en contacto o “sana confluencia” con la figura creada y descubierta, la Desensibilización es como un fiel guardián que impide la distracción del self, evitando la entrada de nuevos estímulos.

Sabemos que es imposible percibir todos los estímulos que simultáneamente nos invitan, la atención indiscriminada sería locura. La Desensibilización “sana” nos protege de eso, permitiendo que sólo aquello que tiene una intensidad suficiente alcance el “umbral” y pueda seguir el camino hacia el contacto.

En la relación sexual nos desensibilizamos a muchos estímulos que en otras condiciones interrumpirían la experiencia (es universal el hecho de “no sentir frío” durante la relación, o la modificación de la percepción de estímulos que son excitantes mientras dura el contacto y luego pueden ser dolorosos –arañazos, sugilaciones, etc.)

En cambio, la Desensibilización patológica, especialmente cuando es generalizada y grave, es un mecanismo frecuente en los esquizofrénicos (el patognomónico en los catatónicos). Es frecuente en muchas patologías; por ejemplo en las enfermedades psicosomáticas actúa como reforzador del mecanismo retroflectivo básico al “negar” la entrada de información precoz (“no sentir” los síntomas físicos precoces), y en la Sexología específicamente es la base de la Inhibición del Deseo Sexual y de gran parte de la Frigidez e Impotencia).

Introyección

Introyectar es incorporar ideas, juicios, conceptos, valores, etcétera sin elaboración propia, aceptando su validez sin contactar realmente con ellos.

Este mecanismo fue abordado inicialmente por Perls en “Ego, Hunger and Agression” , denominando introyección a la parte patológica del mecanismo de incorporar “sin digerir”, mientras denominaba asimilación al proceso sano de “digerir” lo incorporado.

“El crecimiento del organismo toma lugar al integrar nuestras experiencias, esto es, con la asimilación al organismo de sustancias físicas, emocionales e intelectuales que el ambiente ofrece y que satisfacen una necesidad.

Si no hay asimilación, nos quedamos con los introyectos, las cosas son tragadas enteras, no hacemos propio el material foráneo. Esa es una moralidad introyectada: es el producto de una agresión incompleta, un morder, un masticar y una digestión incompleta de los modelos de los padres, profesores y sociedad. Quizás parte de este alimento no fue hecho para ese organismo; nunca debió probarlo siquiera; sin embargo, lo tragó a la fuerza. Todo esto debe ser vomitado. Otra parte de todo ello pudo haber sido potencialmente saludable, pero fue ingerido en el momento incorrecto o en dosis equivocadas, de modo que nunca llegó a ser digerido.

Aún más, a partir de una agresión incompleta, a partir de una interrupción de la des-estructuración del alimento, ocurre una disociación de parte de la agresión, que surge como agresión libre; y la correspondiente hambruna reaparece como avaricia. La esencia de lo que es incorporado por codicia es que no satisface; la codicia requiere más y más para llenar el pozo sin fondo – porque el alimento no nutre –. Por ejemplo, en el plano de la autoestima, si necesitas alabanza, nunca será suficiente la que obtengas porque la alabanza no será asimilada: o no es apreciada (tragada sin saborearla) o se transforma en una fuente de fanfarronería (vomitándola). Y la agresión volante (libre), que debió haber sido usada para la asimilación, encuentra su expresión en la tiranía, en el sadismo, en la irritación, y así sucesivamente.”

En su variante “sana” o positiva, es el mecanismo privilegiado de aprendizaje en general y de los valores culturales y las convenciones y códigos sociales en particular (función socializadora).

No siempre es fácil discriminar ambas fases.

Sin embargo, el propio Perls en “Teoría y Técnica de Integración de la Personalidad” , dice: “Respecto de la introyección estoy en desacuerdo con Freud, quien veía como fenómeno patológico sólo a la introyección total, considerando a la introyección parcial como un proceso saludable que proporciona los ladrillos con los que se construye el ego. Yo sostengo que cada introyecto, sea parcial o total, es un cuerpo extraño dentro del organismo. Sólo la destrucción completa, como preparación para la asimilación, aporta algo al mantenimiento y al desarrollo del organismo. La destrucción no significa aniquilación, sino la ruptura del alimento mental o físico. Freud decía que no basta con traer material a la conciencia, también debe ser elaborado. De acuerdo a mi propio análisis de las funciones alimenticias, he visto que: No basta con regurgitar el material no digerido; también debe ser re – masticado de modo que el proceso digestivo pueda ser completado”.

Aparece claramente entonces una doble vertiente del mecanismo, no advertida por los fundadores de la Gestalt.

Primero, hay un proceso de incorporación de introyectos, como mandatos u órdenes no cuestionables, posiblemente por su relación estrecha con las figuras parentales que las han inculcado.

Este proceso, frecuente en la infancia y en toda situación de aprendizaje, se constituye en un mecanismo de evitación. El individuo “no puede” confrontar abiertamente la validez de las ideas a incorporar, y las toma como propias, evitando utilizar su propia experiencia y tomar decisiones que le podrían acarrear rechazo o no aceptación.

Son los ladrillos del castillo de la autoimagen (“lo que creo ser”), y una vez instalados funcionarán modificando la percepción de la realidad, para confirmarla (“¿No ven que soy así?”)

Esa es la segunda fase o vertiente de los Introyectos.

Una vez incorporados funcionan como valores, creencias o mandatos que van a regular el proceso de construcción y eliminación gestálticas, operando como constructores activos pero no concientes ni voluntarios de la realidad.

Esta segunda etapa es la más evidente y aquí el introyecto “determina lo que podemos observar” .

Así, el introyecto funciona como un verdadero filtro perceptivo que “crea la realidad” que suponemos percibir, cerrando el circuito de validación con la confirmación de que es lo que cree ser, ratificando la autoimagen por sobre la experiencia, o, al decir de Perls “muchas personas dedican la vida a actualizar un concepto de lo que ellos deber ser, en vez de actualizarse ellos mismos como son.” .

Como mecanismo neurótico por excelencia es el que llevaba a decir a Perls “el neurótico es el que no ve lo obvio”.

La energía psíquica movilizada por la aparición de una gestalt incipiente, una figura que apenas comienza a perfilarse sobre el fondo corporal, es entonces manipulada por la función-ego del self y al ser desviada de su finalidad (el contacto) por el introyecto, derivará hacia cualquiera de la otras evitaciones del contacto. Si observamos detenidamente, en la base de toda proyección, de toda retroflexión, de todo egotismo, etcétera, hay al menos un introyecto.

El introyecto es, a mi juicio, el mecanismo conservador privilegiado de la función-personalidad del self. En plena etapa de precontacto “la orientación se transforma en manipulación, el self está en su fase más deliberada (produciéndose) las identificaciones y alienaciones, es decir, las elecciones y rechazos, los sí y los no, a las posibilidades ofrecidas por el campo.” Son esas ideas o creencias introyectadas las que constituyen los cimientos de la autoimagen, característica de la función-personalidad del self.

La interrupción de contacto que origina el introyecto generalmente no se manifiesta per se. Otra interrupción, originada a partir de él, será instrumentada, utilizando para su acción la energía latente en el campo y desviándola de su finalidad: el contacto.

Por ejemplo, un recuerdo o un estímulo concreto (conducta de un miembro del grupo), motiva en el paciente una respuesta que “naturalmente” sería de ira.

Si el paciente tiene como introyecto “No debo ser agresivo”, puede que la energía producida y apenas esbozada en el período de excitación, sea bloqueada y reprimida, impidiendo la toma de conciencia siquiera del proceso, o prosiga aún más allá, y –habiendo tomado conciencia de la existencia- ésta sea proyectada en otro: “me tiene bronca”, o retroflexionada: “me duele el estómago”, o “lo que dijiste me pateó el hígado”, deflexionada a través de un chiste o la des-energizada “explicación racional de sus emociones” (egotismo).

El introyecto es el sustrato de las actitudes de vida “como si…” y el gran promotor de todos los juegos de calce , confirmando lo expuesto anteriormente de que es el mecanismo privilegiado del ajuste conservador de la función-personalidad del yo.

En la vida sexual los aprendizajes iniciales, tanto las experiencias traumáticas (abusos infantiles, inicios precoces de la vida sexual, por ejemplo) como la educación excesivamente moralista, son factores muy importantes en el origen de disfunciones sexuales como la frigidez, la impotencia, la inhibición del deseo, la eyaculación precoz.

Bloqueo / Represión

Mecanismo de defensa por antonomasia para el psicoanálisis, en Gestalt no figura entre las evitaciones del contacto más frecuentes. Es difícil de explorar, pero (como vimos) puede ser abordado desde el introyecto que lo sustenta.

“…la persona que bloquea la sensación (/ excitación) y le impide el acceso a la conciencia (darse cuenta), recurre a esa defensa que es la represión. No permite que, a partir de simples datos de los sentidos, haya un surgimiento de la conciencia”.

Ambos procesos (bloqueo y represión), son dos manifestaciones del mismo proceso global. La energía psíquica que aparece en la excitación es primeramente bloqueada para luego ser reprimida y así eliminada de la conciencia.

Perls, Goodman y Hefferline no lo incluyeron entre los mecanismos de evitación del Contacto, sin embargo, el propio Perls habla en muchas de sus conferencias y charlas de la represión neurótica.

Richard Wallen encara el tema del bloqueo y la represión, y si bien formalmente los diferencia, en su explicación no alcanza a vérselos como mecanismos independientes sino todo lo contrario. Lo importante es su consideración de que la represión, para la Terapia Gestalt es “un fenómeno fundamentalmente muscular. Así, cuando surgen las necesidades e impulsos, tiende a producirse una respuesta muscular que procura darse a conocer en el plano motor, y la única manera de inhibirla es contraer músculos antagónicos que evitan que ese impulso se exprese cabalmente… (por ejemplo), la alteración más simple para controlar la tristeza consistiría en distender los labios en una sonrisa forzada, eliminando la pauta gestual asociada con la tristeza, con lo cual la emoción no se expresa ni se descarga.”

En su faceta positiva el bloqueo/represión es necesario en situaciones límite para actuar sin interferencias emocionales perturbadoras. Por ejemplo, el bloqueo del miedo en ciertas circunstancias de supervivencia en que hay que auxiliar a otros menos capaces, es una función saludable.

En la vida sexual puede estar en la génesis del vaginismo, o en los cuadros de frigidez e impotencia en los que se logra un buen nivel de excitación y éste “de golpe, desaparece”

Proyección

En el Precontacto, cuando la emergencia de la nueva figura (la novedad, lo que invita a la actualización del self y la modificación consecuente del ego) ya ha sido percibida (darse cuenta), comienza a movilizar la energía que impone la elección o el rechazo de aquellas partes del campo necesarias para la prosecución del proceso del contactar, el ego (la función-ego del self, respondiendo a las “exigencias conservadoras” de la función-personalidad), puede ceder al ajuste conservador.

No hay que olvidar que a esta altura ya se produjo la toma de conciencia, el darse cuenta de la situación nueva, por lo que los mecanismos de negación completa del proceso han quedado atrás. A partir de este momento el ego sólo puede “atenuar” o “re – situar” la figura emergente.

En este nivel la evitación del contacto sólo puede producirse “negando” el entorno, negando aquello con lo que se contacta, colocando en su lugar una porción del propio individuo “el entorno se ve reducido a una parte del propio organismo falsamente considerada como entorno.”

La consecuencia es una proyección: “una parte de la personalidad que debería vivenciarse como perteneciente a la estructura personal (es) alienada y tomada como perteneciente al mundo exterior.”

“Con esta falta de adecuada autoexpresión una emoción no se expresará…, sino que será proyectada y permanecerá emocionalmente conectada con la personalidad. La personalidad se agota y las propiedades proyectadas cesarán de ser instrumentos útiles en la obtención de metas personales. El paranoico permanecerá conectado con el perseguidor a través del odio….. Ya sea que se proyecte agresión, iniciativa o responsabilidad, en cada caso el resultado será una personalidad lisiada. Muchos neuróticos proyectan sus tendencias a aceptar o rechazar, y por lo tanto no pueden integrar esas funciones en su capacidad de discriminación. Permanecen conectados con esas tendencias proyectadas a través de la codicia y el miedo.

El mecanismo de proyección se relaciona con el problema lingüístico. A través de la proyección de iniciativa y responsabilidad, nuestros pacientes se vivencian a sí mismos permanentemente en un papel pasivo. Les ocurre (o tuvieron) un sueño. (Les agarró una tristeza, o una angustia, les vino un cansancio, les dieron una alegría o una sorpresa) . Son sorprendidos por un pensamiento. Las ideas y las especulaciones se pasean por sus mentes, cerebros o cualquier hueco que escojan. Más específicamente esto está referido al paciente que no está dispuesto a identificarse con sus propias actividades, que habla de su mala suerte, del destino; que es víctima de la circunstancias.”

La proyección “sana” estaría representada por esos momentos en que una rápida decisión o una imposibilidad real de expresión, no permite la confrontación con la emoción o la necesidad del otro: supongo que el otro tiene hambre, frío o miedo, porque los tengo yo. Es el mecanismo necesario para que un bebé que no puede expresar necesidades complejas “sea adivinado” por su madre.

En la vida sexual se encuentra en la base de disfunciones en las que uno de los miembros de la pareja proyecta en el otro aspectos positivos o negativos: “él siempre toma la iniciativa, él/ella me hace sentir, me asusto porque puede hacerme daño, etcétera) con el consiguiente empobrecimiento de la vida sexual al no asumir cada uno la responsabilidad de su propio placer.

Retroflexión

Perls decía que la retroflexión “es el pan diario del psicoanalista.”

“La retroflexión se caracteriza por las palabras que llevan “sí mismo” o “auto”. Amor de sí mismo, control de sí mismo, autocastigo, autodestrucción, autoconciencia, y así sucesivamente.

En la retroflexión una parte de la personalidad es separada de la otra, pero permanecen en una relación activa. La relación objetal es reemplazada por la relación “yo y mí mismo” (“I and Self”).”

Mirando la curva de la experiencia es claramente observable que le retroflexión es la evitación de la acción.

Por eso es acción lo que se vuelca hacia uno mismo, acción que Perls llamaba “tendencia”. Comprendiéndolo desde la dinámica de la actualización y relación del self es evidente que la retroflexión aparece en un “momento” del proceso en el que “la orientación y la manipulación han sido implicadas totalmente en la situación, la necesidad (está) claramente constituida como gestalt, la excitación (está) dirigida hacia un entorno reconocido como tal” .

Por ende, al organismo sólo le queda volver “la acción o interacción contra sí mismo, como si él mismo fuera su propio entorno. Dirige sobre él mismo una acción cuyo destinatario tendría que estar ubicado en el entorno, como si hiciera rebotar su acto sobre una pared invisible que lo separara del entorno. El “contactar” el entorno exige conflicto y destrucción. La retroflexión permite evitar esta dinámica, y entonces conflicto y destrucción son dirigidos hacia el objeto más inmediatamente disponible: el self.”

Perls reconocía en la proyección dos formas de manifestación: activa y pasiva.

La retroflexión activa consiste en dirigir hacia uno mismo una tendencia: el amor, la agresión, el control, el juicio condenatorio, etcétera

(Evidentemente, Robine en su descripción sólo toma en cuenta la primera de las dos categorías descriptas por Perls: la retroflexión activa.)

En la retroflexión activa, la direccionalidad errada produce dos consecuencias:

a-la imposibilidad de actuar en el entorno al sacar de éste la atención con la consecuente sensación de impotencia y

b-la acción volcada hacia uno mismo que muchas veces se transforma en un síntoma físico.

La clave de las enfermedades psicosomáticas está en este mecanismo retroflectivo: el paciente en lugar de “digerir” la acción de otro “se digiere su propio estómago” provocándose una úlcera o una gastritis, o en lugar de matar a la persona o a la circunstancia, “se mata” provocándose una depresión y un cáncer.

En la retroflexión pasiva, “el “yo” reemplaza al objeto perdido; yo me apiado de mí mismo, ya que nadie más lo hace; yo me castigo a mí mismo en anticipación de que alguien más lo haga.”

En la vida sexual la retroflexión es el mecanismo privilegiado en el vaginismo. Pero también está presente en las “culpas” sexuales (la culpa es una emoción típicamente retroflectiva).

Egotismo - Deflexión

Llegamos a la etapa del Contacto o Contacto Final. Aquí existen diversos puntos de vista acerca de los mecanismos de evitación del Contacto. Considerando varios de ellos (los originales de Perls – Goodman, los de Zinker, Allerand, Robine, etcétera) considero que el llamado egotismo y la deflexión tienen muchos puntos de contacto entre ellos, al punto de poder ser considerados un solo mecanismo. Dependerá de en qué aspectos (más “profundos” o psicodinámicos o más “superficiales” o conductuales) se haga figura, se estará más cerca del egotismo o de la deflexión.

Egotismo, según la definición del diccionario, tiene en castellano dos acepciones: 1- Prurito de hablar de sí mismo y 2- Sentimiento exagerado de la propia persona. . Valga lo uno por lo otro, el prurito de hablar de uno mismo siempre tiene que ver con la “exagerada estimación” (por inadecuada o desmedida) por uno mismo, y sus consecuentes temores a exponerse, develarse, desnudarse.

Queda claro, pues, lo que significa el egotismo como mecanismo de defensa ante la ya inevitable proximidad del contacto: el egotismo no es otra cosa que una función privilegiada de la función–personalidad del self en su variante más conservadora.

Si tengo en cuenta que el “momento” de la irrupción del mecanismo es la de la inminencia del Contacto, o, según otros, estamos en la propia presencia del contacto, y consideramos que hay “un momento de disolución de la frontera–contacto organismo–entorno, ya que el impulso pulsional del contacto encuentra aquí plena realización al hallar el objeto seleccionado. Es un momento de unidad de la figura y el fondo…” no es difícil de comprender que la función conservadora, el ajuste conservador de la función-personalidad y de la función-ego del self (la autoimagen), necesite preservar sus límites, evitar el riesgo de la disolución en lo Otro, y se proponga un “aflojamiento”, del compromiso, en una acción “como sí”…

“…para evitar la ansiedad (angustia) de la disolución momentánea de las fronteras… el self se preocupa por sus fronteras e individuación en vez de preocuparse por el material contactado… Gracias a la fijación y el aislamiento el self se autocontrola y evita nutrirse del contacto.”

Las consecuencias conductuales del mecanismo (conductas visibles que lo expresan) son la intelectualización, la racionalización, el chiste, el “acercadeísmo” (como dirían Perls y Naranjo).

Los que plantean la deflexión como mecanismo, hacen figura esta conducta evidente del paciente en el momento de deflexionar: el chiste, el “acercadeísmo”, el “irse por la tangente”. Sin embargo, a mi juicio esto no es más que la manifestación externa del proceso del egotismo: el desesperado intento por aferrarse a los límites del ego, evitando la novedad y la sensación de disolución.

El ejemplo más claro de esta “disolución” y de la ansiedad y angustia que puede llegar a provocar está en el orgasmo: las fronteras del yo “se disuelven” ante nosotros mismos, y todos sabemos que esa disolución puede provocar tal angustia y ansiedad que se decida no seguir la experiencia “yéndose por la tangente”.

La anorgasmia y ciertos tipos de eyaculación precoz no son más que egotismo/deflexión en acción.

Sin embargo, cierto sano nivel de egotismo es necesario. La deflexión de un chiste que “afloje la tensión del ambiente” muchas veces no sólo permite una recomposición y ordenamiento de mis fronteras sino un acercamiento a la figura con menor carga de angustia. “El egotismo sano permite una verificación de las fronteras, frena el contacto final pero no rechaza el compromiso”.

Porque si bien gracias a él se logra una “disminución de la espontaneidad –ella sirve– para asegurarse de que las posibilidades del fondo están verdaderamente agotadas antes de comprometerse”

Confluencia

Es el mecanismo más extraño y paradojal: se presenta al fin del contacto, por lo que su acción no se dirige a la evitación de ese contacto, sino a la posibilidad de realizar nuevas experiencias. Por lo tanto, su acción se fracciona, con innumerables consecuencias clínicas.

Por un lado, la evitación del cierre del contacto en la experiencia, impide un real crecimiento.

Si bien he llegado al contacto, la falta de cierre, retirada y descanso (post-contacto), no permiten que la utilización de las potencialidades del hemisferio izquierdo cerebral (reflexión, comparación, establecimiento de relaciones causa-efecto, etcétera) otorgue sentido a la gestalt con la que acabo de contactar. Los procesos de aprendizaje son posteriores al contacto (fase de post-contacto), y ellos son los evitados en una primera instancia por la confluencia.

En un segundo momento, la confluencia actúa impidiendo un nuevo contacto, imposibilitando que nuevas sensaciones exciten el campo para la aparición de una nueva figura. Por ello la confluencia es un mecanismo de evitación paradojal: por un lado impide que cierre el contacto, es decir me deja fijado en la experiencia, imposibilitándome el aprendizaje de la misma. Pero por otro, es “el estado de no – contacto, por ejemplo cuando uno “está agarrado a la satisfacción de un comportamiento acabado y como si la nueva excitación fuera a quitársela” , .

En esta etapa o forma de manifestación “se toca” con la Desensibilización, por lo que podríamos decir que la Desensibilización estaría “al servicio” de la Confluencia.

Para Perls, la confluencia es un estado arcaico, previo al contacto. Y sus residuos son el mecanismo que perdura en la vida adulta.

“El niño vive en confluencia con su ambiente”, primero desde la confluencia biológica con su madre, luego con el mantenimiento del mismo mecanismo de unicidad con ella mientras va generando sus funciones de contacto. “Todavía no las ha desarrollado. Esto es, no puede diferenciar entre yo-eidad y otr-eidad, entre sujeto y objeto, entre proyección y autoexpresión. La confluencia implica la no existencia o el no darse cuenta de la existencia de límites; es tomar la uni-eidad como un hecho establecido. La confluencia en el adulto es fijación sado-masoquista, disfrazada de amor. El odio es codicia de confluencia frustrada. El contacto es la apreciación de las diferencias. Límite significa contacto y separación: significa individualidad.”

Sin embargo no todo es negativo en la confluencia. Hay aspectos de confluencia sana. Gracias a ella hay mantenimiento del aprendizaje, valores, conocimientos y creencias.

Nada de lo que estoy escribiendo sería posible si yo no mantuviese una sana confluencia con ciertas experiencias vividas en mi época de formación como terapeuta gestáltico con Mabel Allerand, o con recuerdos de los libros leídos, y los pacientes a los que he acompañado y de los que tanto aprendí, o con las expectativas y aliento de mi esposa para impulsarme a escribir…

“la diferencia entre confluencia sana y confluencia neurótica es que la primera es potencialmente propensa al contacto (recuerdo accesible), mientras que la segunda ya no puede ser contactada” .

“Necesitamos disponer de “inmensas áreas de confluencia relativamente permanentes” para garantizar la continuidad de la experiencia y prolongarnos en la permanencia, el apego o el vínculo. La memoria es confluencia.”

Los problemas sexuales “por comparación”, en los que uno de los miembros de la pareja no ha superado una relación anterior y la presentiza en el momento del encuentro sexual son manifestaciones de Confluencia y pueden originar cualquier tipo de disfunción, culpas, etc. Una forma habitual de Confluencia (que se da especialmente en las relaciones sexuales poco comprometidas) es la imposibilidad de iniciar un nuevo contacto con el otro (diálogo, caricias, etc.) inmediatamente después del orgasmo, y su presencia es vivida con fastidio.

Aplicación

El trabajo terapéutico desde un enfoque gestáltico en una disfunción sexual pasa especialmente por proporcionar soportes que le permitan a la pareja aumentar su awarness acerca de cuáles de estos mecanismo están comprometidos en su patología.

El aumento de la conciencia corporal (propia y del otro) es la base no sólo del enfoque gestáltico sino también de disciplinas como el Tantrismo.

En la práctica sexológica los aportes de la Gestalt se utilizan complementariamente con otros recursos provenientes de escuelas diversas. Especialmente el trabajo con la inclusión de lo corporal en la terapia es esencial y es una indiscutible influencia gestáltica.

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