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Histeria traumática y no traumática


Enviado por   •  22 de Noviembre de 2017  •  Resúmenes  •  908 Palabras (4 Páginas)  •  136 Visitas

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Mis tesis sobre el papel de la sexualidad en la etiología de las neurosis (1906 119051)

La angustia causada por la sexualidad causa síntomas como la masturbación.

Histeria traumática y no traumática.

Los traumas se deben a la experiencia sexual de la infancia. Infantilismo de la sexualidad.

la contracción de la enfermedad correspondía a un fracaso de la defensa. Esta concepción tenía el mérito de penetrar en el juego de las fuerzas psíquicas y de aproximar así los procesos anímicos de la histeria a los normales, en vez de situar lo característico de la neurosis en una perturbación enigmática y no susceptible de ulterior análisis.

os efectos psíquicos de las perturbaciones del metabolismo sexual. Desde el punto de vista clínico se impone sin más la semejanza de las neurosis con los fenómenos producidos a raíz de la intoxicación con ciertos alcaloides y la abstinencia de ellos, con la enfermedad de Basedow y la de Addison; y así como estas dos últimas patologías ya no pueden calificarse de «enfermedades nerviosas», muy pronto las «neurosis» propiamente dichas, a pesar del nombre que se les ha dado, tendrán que ser eliminadas de esta clase."

Perversa polimorfa.

Defensa represión sexual orgánica.

Personajes psicopáticos en el escenario (1942 [1905 o 1906])

Un manuscrito escrito por Freud pero no fue publicado no tiene fecha. «purificación {purga} de los afectos», como se supone desde Aristóteles, ese mismo propósito puede describirse con algo más de detalle diciendo que se trata de abrir fuentes de placer o de goce en nuestra vida afectiva (tal como a raíz de lo cómico, del chiste, etc., se las abre en el trabajo de nuestra inteligencia, el mismo que había vuelto inaccesibles muchas de esas fuentes). A este fin cabe mencionar en primera línea, no cabe duda, el desahogo de los afectos del espectador. Y el goce que de ahí resulta responde, por una parte, al alivio que proporciona una amplia descarga, y por la otra, acaso, a la coexcitación sexual que, según cabe suponer, se obtiene como ganancia colateral a raíz de todo desarrollo afectivo y brinda al hombre el sentimiento, que tanto anhela tener, de una tensión creciente que eleva su nivel psíquico. Ser espectador participante del juego dramático' significa para el adulto lo que el juego para el niño, quien satisface de ese modo la expectativa, que preside sus tanteos, de igualarse al adulto.

Son posibles, desde luego, todas las combinaciones entre esta condición y las que presiden al drama social y al de caracteres: en tales casos, es la institución misma la que provoca el conflicto interior. Aquí tienen cabida las tragedias de amor; en efecto, la sofocación del amor por la cultura social, por instituciones humanas, o el conflicto —notorio en la ópera— entre «amor y deber», constituyen el punto de arranque de situaciones conflictivas susceptibles de variación infinita. Tan infinita como la de los sueños diurnos eróticos de los seres humanos. Ahora bien, la serie de las posibilidades se amplía, y el drama psicológico se vuelve psicopatológico, cuando la fuente del sufrimiento en que debemos participar y del que extraeríamos placer no es ya el conflicto entre dos mociones dotadas de un grado de conciencia aproximadamente igual, sino entre una moción conciente y una reprimida. Condición del goce es, aquí, que el espectador sea también un neurótico. Sólo a él, en efecto, puede depararle placer y no mera repugnancia la revelación, la admisión en cierto modo consiente de la moción reprimida; en el no neurótico, ella tropezará meramente con una repugnancia, y lo predispondrá a repetir el acto de la represión. En él, en efecto, este último se logró con éxito: de un golpe, mediante un gasto único de represión, la moción reprimida quedó plenamente neutralizada. En cambio, en el neurótico la represión siempre está en trance de fracasar; es lábil y requiere un gasto siempre renovado, gasto que justamente le es ahorrado por aquella admisión. Sólo en él persiste una lucha como la que puede ser asunto de esta clase de drama; pero ni siquiera en él provocará el autor solamente un goce por liberación, sino también una resistencia.

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