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Introduccion A La Parte Cuatro


Enviado por   •  14 de Octubre de 2013  •  530 Palabras (3 Páginas)  •  271 Visitas

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El intento de formular la integridad como cualidad madura acumulada a través de todas las etapas yoicas y las fases libidinales, parece rebasar al alcance de un libro sobre la infancia y la sociedad y, con ello, también el de la psicología infantil psicología analítica tal como ahora se formula. Si bien las sucesivas civilizaciones explotan síndromes adecuados de temores infantiles, también puede demostrarse que elevan el correspondiente valor yoico infantil al más alto esfuerzo colectivo. A medida que otros valores yoicos se convierte en los núcleos de los esfuerzos, las organizaciones más viejas pueden llegar a depender cada vez más de una implacable explotación de los temores infantiles. El problema de autonomía se refleja en la organización política y legal básica y en el de la iniciativa en el orden económico.se considera el problema de identidad yoica y su anclaje en una identidad cultural porque creo que constituye esa parte del yo que, hacia fines de la adolescencia, integra las etapas yoicas infantiles y neutraliza la autocracia del yo infantil. Un análisis ha descrito permanentemente los problemas de los instintos y del yo solo hasta la adolescencia, donde es en ese momento que se espera que la genitalidad racional admitiera las fijaciones infantiles y los conflictos irracionales para repetir determinadas actuaciones bajo múltiples disfraces.

El hecho de que una organización tienda a sobrevivir a su predominio histórico constituye un problema, ya que las organizaciones más viejas como el ejemplo de la iglesia, pueden llegar a depender cada vez más valiéndose de los temores infantiles, esto porque desde las civilizaciones pasadas se puede observar que en una sociedad se crea como que una única condición con la cual deben de crecer los seres humanos, imponiendo lo que está bien o está mal, aunque muchas de las veces no sea intencional lo que se hace pero el ser humano ya está asustado por lo que le van a decir o por lo que le pueda pasar de acuerdo con los pecados, es ahí donde se ve el súper yo, que es donde se controla el instinto.

Basándose, entonces, en la primicia fundamental de la integridad intelectual, Freud pudo dar por sentados ciertos principios fundamentales de moralidad y, con ella de identidad cultural. Para el yo se erigía como un patricio cauteloso y a veces astuto, no solo entre la anarquía de los instintos primitivos y la furia de la conciencia arcaica, sino también entre la presión de las convenciones de clase alta y la anarquía del espíritu de masa. La conjugación entre el súper yo y el elevado sentido de identidad cultural cultiva y permite el autoabandono mediante formas de pasión o razón, aunque con mucha frecuencia estas formas se hicieron sospechosas como frases o defensas evidentes hipócritas. Y es gracias a estas formas que se ha fomentado el desarrollo cultural a lo largo de los años.

Como vivimos en un país donde la identidad fue constituida

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