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LA PERSONA HUMANA


Enviado por   •  8 de Agosto de 2013  •  1.384 Palabras (6 Páginas)  •  319 Visitas

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La persona humana

«Dios creó al hombre, a imagen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó” Gn 1, 27. El hombre ocupa un lugar único en la creación: está hecho a imagen de Dios”; en su propia naturaleza une el mundo espiritual y el mundo materia; es creado “hombre y mujer”, Dios lo estableció en la amistad con Él.»

«De todas las criaturas visibles sólo el hombre es ‘capaz de conocer y amar a su Creador’ GS 12,3; “es la única creatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma” GS 24,3; “sólo él está llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado y ésta es la razón fundamental de su dignidad.»

«Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente y entrar en comunión con otras personas; y es llamado, por la gracia, a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en su lugar.»

(Catecismo de la Iglesia católica núm. 355 a 357).

Toda pedagogía tiene su base en una determinada visión del ser humano. La pedagogía cristiana surge de la visión del hombre como imagen de Dios herida y restaurada en Cristo. Para nosotros como formadores esta restauración se convierte en misión.

En el centro de nuestra metodología pedagógica está la persona humana, creada por Dios a su imagen y semejanza, con una naturaleza tocada por el pecado original, pero con la dignidad especial que le confiere el hecho de ser hijo de Dios en Cristo y templo del Espíritu Santo.

Por consiguiente es una visión de fe la que nosotros tenemos del hombre. Una visión que reconoce la herida del pecado original con que el ser humano viene a este mundo. Es una visión profundamente positiva porque creemos que Cristo nos libera del pecado original y de todo pecado por el Bautismo y nos abre las puertas del cielo.

El hombre, contemplado desde tal perspectiva, está fundamentalmente abierto a la esperanza. No hay espacio para el pesimismo derrotista; la tarea urgente y perentoria es ir configurando en cada persona ese hombre nuevo de que hablaba san Pablo, creado por Dios en justicia y santidad verdaderas.

Ahora bien, todo nuestro esfuerzo en el trabajo formativo se centra en la persona humana, pero no termina ahí. El fin último de nuestra labor es que la persona humana cumpla la misión para la cual ha sido creada y alcance a Dios.

Esto amplía nuestra concepción del hombre, ya que no queda en el hombre mismo como fin, sino que lo proyectamos hacia Dios y hacia los hombres.

Buscamos que nuestro trabajo por el hombre no tenga un carácter aislado, personalista, egoísta, sino que esté proyectado al amor de Dios y al servicio eficaz y comprometido de los demás hombres, recordando que al final de la vida lo único que importará será lo que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres.

La persona humana abierta a Dios.

La clave de bóveda de esta concepción educativa es la convicción de que la persona humana está abierta al absoluto trascendente que es Dios, no como un valor al lado de otros valores, sino como la causa que funda y de la que mana todo valor. En este sentido lo podemos llamar valor supremo, en cuya posesión y fruición la persona humana alcanza su máxima realización.

Para nosotros, cristianos, Dios se ha manifestado visiblemente en la persona de Cristo, nuestro ideal ético se encarna en Jesucristo, Dios y Hombre, que –como dice el Vaticano II– revela el hombre al hombre y realiza en su más alto grado todas las posibilidades de la humanidad. Por lo mismo el Evangelio viene a ser el código de comportamiento humano y su mensaje de promoción del hombre nuevo debe ser un programa por llevar a cabo.

Sólo a la luz de Cristo, hombre perfecto, llega el hombre a comprender la grandeza de su vocación y de su destino. Es por ello que en el centro mismo de nuestra labor educativa debe estár Cristo, como Camino, Verdad y Vida del cristiano y de todo hombre, y como centro, criterio y modelo para nuestra labor formativa.

La

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