La Persona Humana
geminis101119 de Abril de 2013
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la persona humana
Lic. Rolando Monteza Calderón
1. Hacia una comprensión de la noción de persona humana
Hombre, individuo, sujeto, yo... persona humana. Cada uno de estos términos se refiere a una
misma realidad y, a la vez enriquecen, el modo de concebir al ser humano. Es importante no
perder de vista esto, porque cualquier reduccionismo o univocidad ha creado confusión.
Asimismo, restando todo contenido a estos vocablos podría llevarnos a disolver la noción de
persona, como ocurre en esta época contemporánea, como lo anota Fernando Sellés en su
libro “La persona humana”.
Autores como Jacques Maritain, nos advierten el peligro de una distinción real entre individuo
y persona. No podemos negar una distinción conceptual: al decir “individuo” humano nos
estamos refiriendo a un ejemplar de la especie humana, así como cuando decimos éste perro,
nos referimos a un ser que pertenece al género perruno. Ahora bien, cuando empleamos el
término individuo indicamos que estamos ante un ser “indiviso”, único y singular. Esto permite
evitar una visión abstracta de la persona, pues el término individuo se refiere al ente concreto.
Sin embargo, tal distinción ha sido nefasta, pues la interpretación que se le ha dado es que
como si hubiera individuos humanos que no son personas; por ejemplo, un feto.
Robert Spaemann escribió un libro que se llama Persona, distinción entre algo y alguien. Uno
de sus capítulos lleva por título: “¿Es todo individuo persona humana?”. Allí advertirá que
esta dicotomía no existe, todo individuo es persona; la distinción es sólo lógica.
Por otra parte, persona humana es mucho más que lo que denominamos “yo”, es decir el ser
consciente, el yo se puede emplear como persona, pero hay que ver en qué contexto. Porque
cuando duermes ¿qué sucede? No eres consciente, entonces ¿eres persona?. Autores como
Leonardo Polo (en su libro El Yo), han repensado el “yo” para darle un contenido metafísico.
La palabra sujeto también se ha distinguido de persona. Podría ocurrir, pero debemos atender
al contexto. Se emplea “sujeto” cuando se habla de quien hace un tipo de operaciones. Sujeto
humano se identifica con persona humana, aquí se adquiere un matiz, sujeto frente a objeto,
pero parece que designa más en sí mismo.
La noción hombre también es lo mismo que persona humana. Hombre se refiere a la
naturaleza mientras que “persona” añade algo más a ese concepto. Persona no es lo mismo
que naturaleza, pero incluye a la naturaleza. La persona tiene que ver con un todo sustancial.
La persona humana que en filosofía medieval se unía a un todo sustancial, en la moderna se
unió a las facultades. Sellés dice que en el racionalismo hay una reducción hacia la
racionalidad y eso fundamentaría la noción de persona. En la filosofía contemporánea se
acentúa es la voluntad, se centra el discurso en una facultad y no en el todo.
Saber qué es persona humana resulta una tarea ardua. El problema que se nos plantea podría
resultar algo ambiguo y difícil. ¿Cómo podemos, entonces, conocer la verdad sobre la
persona? ¿Qué noción tenemos de persona?
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2. La persona desde la metafísica clásica
(Anicio Manlio Torquato Severino) Boecio en el s. V se planteó qué es “persona”, en su libro
De persona et duabus naturae (Sobre la persona y las dos naturalezas). Allí ofrece esta
definición de persona: “rationalis naturae individua substancia”. Además hace una
investigación sobre la raíz etimológica del vocablo “persona” y dice que persona viene del
griego prosopon que significa lo que está puesto delante de los ojos, lo que “re-presenta” a
alguien. Boecio se está refiriendo a un elemento del teatro griego que es la “máscara”, la
misma que tiene doble función: por una parte, la identificación del personaje y, por otra, una
función más práctica, que es hacer sonar la voz, porque la voz que se emite y que resuena, es
como una ampliación de la voz. Esta definición puede ser discutida, pero nos señala dos rasgos
de la persona humana que aportará la filosofía romana y cristiana: Su identidad y su relación.
Este concepto refleja la identidad con respecto a los demás, sino hubiera público en el teatro
no podría ser reconocido el personaje. De forma que son los demás que reconocen e
identifican a la persona y, asimismo, es lo que facilita oír la voz del personaje, éste último
sentido fue recogido por el Derecho Romano, aunque –como veremos– se trata en ambos
casos de una valoración extrínseca.
Para el Derecho Romano, persona es el sujeto de derechos y deberes. Y ¿qué relación tiene
esto con “hacer sonar la voz”? Porque la persona (per-se-sonans) es aquel “que suena por sí
mismo”, como el actor del teatro griego que gracias a la máscara deja oír su voz. Eso es lo que
justamente sucede desde el punto de vista jurídico, la persona es aquel hombre que tiene voz
propia y, por lo tanto, puede intervenir en la vida social y en el foro romano. Ahora bien,
puesto que no todo individuo humano tiene voz propia (los esclavos, los niños y las mujeres),
entonces, no todos pueden ser considerados “persona jurídica”. Sólo posee esa categoría el
ciudadano romano.
Éstas son aproximaciones al concepto de persona, pero todavía no se ha llegado a una
formulación exacta de persona humana, pues no define al ser humano en su integridad,
metafísicamente hablando. No ofrece una identidad entre el hecho de ser individuo de la
especie humana y ser persona humana. Tal universalización proviene del cristianismo, que
además de haber heredado los conceptos grecorromanos, heredó también el concepto
persona de la cultura hebrea, que justamente tradujo su término “panîm” por el griego
“prosopon”. Gracias a esa riqueza cultural que se ha desarrollado en el cristianismo podemos
apuntar tres características esenciales del concepto de persona: Primero, el algo propio e
intrínseco al ser humano; segundo, es un concepto universal; y, tercero, tiene un carácter
meta-específico.
a) Como habremos advertido antes, desde el punto de vista del derecho romano, el valor de la
persona, o mejor dicho, que sea persona o no, depende de un valor explícito (la sociedad, el
estado romano). En la antropología cristiana –en cambio– el valor de la persona es intrínseco.
Nadie le da a usted la categoría de “persona” es inherente a nuestro mismo ser (ver El espíritu
la Filosofía Cristiana de Etiènne Gilson, el capítulo “El personalismo cristiano”).
Ser persona significa ser amado por sí mismo. Esta es una característica que se da como
novedad en el pensamiento cristiano y se mantiene a lo largo del tiempo. La tradición cristiana
dice que persona es per se agitur (el que opera por sí mismo) esto es muy importante porque
se está reconociendo su racionalidad y libertad, que es lo que distingue esencialmente al
hombre del resto de los seres. Los animales no obran “per se agitur”, pues obedecen a leyes
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implícitas en su naturaleza más que aún operar, pues sus actos responden necesariamente a
un principio intrínseco que los conduce a su fin. El "per" no hay que entenderlo en un sentido
absoluto, como que si únicamente es persona a aquel que se da su ser, nadie es causa de sí en
orden al ser, sólo lo es de su obrar. Esta distinción señala la raíz ontológica de ser persona. La
tradición bíblica añade una fundamentación ontológica, y esto lleva reconocer el valor o
dignidad de cada persona, que no es algo que se otorga desde fuera. No es producto de un
advenimiento sino que se posee por sí mismo, independientemente del reconocimiento
jurídico. Y así, por ejemplo, antes del reconocimiento jurídico el esclavo ya es persona.
b) El segundo lugar, respecto a la universalidad de la noción de persona humana. Es aplicable
a todos los hombres por el hecho de participar de la naturaleza humana cada individuo ya es
persona y eso es lo que fundamenta la igualdad de derechos y deberes. Aristóteles sí hablaba
de una desigualdad, pues unos eran más racionales que otros. Igualdad no quiere decir que
haya uniformidad, existe una igualdad de naturaleza. El ser persona es algo por naturaleza, no
es algo adquirido, como el esclavo que compra su libertad, no es algo que se adquiere, es algo
que se es.
c) Y en tercer lugar, la persona humana posee un carácter meta-específico, esto quiere decir
que cada persona humana es superior a los fines que tiene propuesto a la especie, esto no
sucede con el resto de las especies, el fin de individuo se agota por el bien de la especie. Un
individuo en una especie se desarrolla, madura y se reproduce, lo importante es que la especie
se mantenga, por eso. El individuo se subordina al bien de la especie.
En la persona humana no sucede así, aunque biológicamente lo parezca. Pero es mucho más
que eso, vive para ser feliz planteándose metas y fines que no se encuentran en la naturaleza,
pues cada hombre se propone
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