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LA SELECCIÓN DE JUGUETES DESDE EL PUNTO DE VISTA PEDAGÓGICO


Enviado por   •  30 de Junio de 2013  •  5.403 Palabras (22 Páginas)  •  608 Visitas

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La fabricación y la selección de juguetes destinados a niños de menos de 3 años deben tener en cuenta dos reglas fundamentales. La primera concierne la seguridad, es decir que los juguetes no deben poner en peligro ni la salud ni el cuerpo del niño. La segunda, que vamos a tratar aquí abajo, es el punto de vista pedagógico menos conocido, menos tenido en consideración en la práctica, que significa en lo esencial que los juguetes deben constituir un estimulante de la actividad lúdica y favorecerla en las diferentes formas.

Es necesario entonces que los juguetes despierten el interés del niño y que, por otra parte él pueda actuar por sí mismo sobre y con los juguetes ejercitando actividades variadas de manipulación y otros juegos correspondientes a su edad. Es en estas condiciones que el niño podrá jugar más tiempo, de manera diversificada y con concentración.

Durante muchos años, se llevaron a cabo investigaciones en el Instituto Lóczy para descubrir qué objetos son los más satisfactorios desde un punto de vista pedagógico y cómo influyen en la actividad del niño.

Comenzamos nuestra búsqueda por la evaluación de los objetos que promovían la actividad de manipulación en los niños entre los 3 y los 18 meses de edad.

Partimos de observaciones muy precisas de la actividad lúdica de los niños, tomando notas cada 15 segundos por ejemplo.

A lo largo de todas nuestras investigaciones, se hizo evidente que, desde la más temprana edad, (cuatro meses) existen diferencias significativas a nivel del grado de concentración del niño durante el juego y de la variedad de las manipulaciones efectuadas según el tipo de juguete. Un mismo objeto posee diferentes “valores de juego” en las diversas fases del desarrollo del niño.

La naturaleza de los objetos que estimulan en el niño una actividad variada y prolongada, con una atención sostenida, varía según la edad. Confrontamos las propiedades de los objetos con los datos de la actividad que permiten realizar. Constatamos que, para cada grupo según su edad, los juguetes más apreciados, que captan mayorl interés y mantienen la atención son aquellos que se corresponden con la capacidad de prensión y con el nivel de actividad propia de dicha edad.

Las diferentes propiedades del objeto juegan también un rol: su forma, su peso, su tamaño, la suavidad de la materia con la que está hecho, influencian igualmente en su utilización.

Desde el punto de vista de la forma, en los niños más pequeños, además de los pañuelos coloreados, los juguetes alargados, que pueden ser bien tomados por sus manos pequeñas, no demasiado achatados, que sobresalen del piso y que no rueden fácilmente, son los más apropiados. Por el contrario, los juguetes que se escapan ante los movimientos de acercamiento mal asegurados del niño o que están formados por varios bloques con formas indeterminadas, que pueden desmontarse y que la mano pequeña, todavía inexperta, no sabe como asir, no son muy indicados.

A partir del segundo trimestre, los objetos de variadas formas, con bordes precisos y texturas marcadas son los que captan más tiempo la atención del niño. Si pasa de una mano a la otra este objeto irregular, si lo gira en todos los sentidos con una o las dos manos, lo ve de forma totalmente diferente. Se puede inferir que es justamente esa variedad la que incita al niño a nuevas manipulaciones.

Los bordes y las salientes ofrecen la posibilidad de exploraciones táctiles variadas: en efecto, frecuentemente tocan, palpan y rozan los objetos que están entre sus manos justamente en estos lugares. Los objetos rugosos sin duda se han revelado como los más aptos para la actividad de manipulación.

El peso del objeto tiene también un rol esencial en la duración de juego del niño. Según sea más o menos pesado, el niño tendrá mayor o menor dificultad para levantarlo. Por lo tanto, la mano se cansa más o menos rápidamente. Los niños juegan con placer al principio con juguetes muy livianos, de 5 a 20 gramos, luego progresivamente con aquellos de 30 a 50 gramos. Un poco más tarde juegan muy bien con los de 100 gramos o más.

Analizando el tamaño de los objetos que se prestan a actividades más prolongadas y más absorbentes, se comprobó que los niños, cuando crecen, aprecian objetos de un tamaño cada vez más variado. Juegan con tanto placer e interés con juguetes chiquitos, que se ven apenas en su mano, como con objetos grandes de un tamaño inhabitual, en la medida en que éstos sean movilizables.

Las propiedades del material de los objetos influyen, ante todo, sobre las formas de actividad. Así, los niños frotan, sacuden, zamarrean, extienden una tela de algodón de color. Los juguetes en caucho y otros materiales livianos ofrecen la posibilidad de numerosos movimientos delicados de los dedos. Los palpan, los rascan, los presionan. A menudo golpean contra el piso, sobre otro de mayor tamaño, unos contra los otros. Los objetos de diferente material, de peso y elasticidad diferentes, por las posibilidades que ofrecen, incitan a gestos particulares. Parece razonable que el niño, desde su temprana edad, esté rodeado de objetos de materiales diferentes, de peso y textura variadas.

El material plástico suele dominar el mercado y tiende a eliminar progresivamente todo el resto de los materiales. Cada vez es más difícil proveer a los niños de los juguetes que uno desearía.

La variedad de los objetos que rodean al niño no es sólo importante por la riqueza de manipulaciones sino también por la posibilidad de elección que ofrece. Si todos los objetos son más o menos idénticos, es indiferente tomar uno u otro. El niño no tendrá ningún motivo de buscar un objeto en particular o de hacer el esfuerzo para procurárselo.

Numerosos especialistas estiman que el hecho de poder elegir entre varios y concretar un esfuerzo para obtener el juguete deseado, favorecen el desarrollo de sus capacidades intelectuales y de su voluntad. Uno de los síntomas característicos del síndrome de “hospitalismo”, de la desconexión, es justamente la falta de iniciativa. El niño en esas condiciones muestra que no sabe elegir, que es incapaz de decidir solo.

En lo que concierne al efecto sobre la actividad, analizamos otra propiedad de los juguetes: la mayoría de los juguetes tradicionales destinados a los bebés, acumula “estímulos especiales” para despertar la atención del bebé y del niño. Desde su fabricación se parte de la idea de que un juguete sólo cumple su rol cuando se impone a la atención del niño a través de esos estímulos llamativos, supuestamente apropiados para despertar y mantener su interés.

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