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LA ÚLTIMA CENA

Dina Burgos GonzalesDocumentos de Investigación19 de Abril de 2018

16.040 Palabras (65 Páginas)417 Visitas

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L A        Ú L T I M A        C E N A

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NARRADOR:        Jesús y sus discípulos se hallaban reunidos en el salón que le había preparado Heli. Sobre mesa en forma de E sin el palo de en medio.

Los apóstoles rodeaban la mesa la parte exterior; por la interior lo criados ya habían servido la mesa.

Jesús ocupo la silla del centro. Juan, el discípulo favorito y de corazón generoso, se sentó a su derecha. Al lado de Juan se sentaron Santiago el mayor, hijo de Zebedeo y hermano de Juan: Jaime, primo de Jesús por parte de su madre; Bartolomé y Tomas el incrédulo, que no creyó en las llagas de Jesús hasta tocarlas.

junto a Tomas, Judas el traidor

A la parte opuesta se sentaron junto a Jesús, Andrés, Judas

Tadeo, el discípulo más fiel; después Simón, Mateo, y por último,

Felipe, que no esperaba nada bueno del Nazareno.

En la mesa solo había tres platos. El del centro contenía el cordero pascual. A la derecha un plato de yerbas amargas, a la izquierda otro de yerbas dulces.

Jesús dirigió una mirada de dulzura al discípulo que acababa de verderle y Judas, sin atreverse a mirar al Maestro divino, fue a sentarse a un extremo de la mesa, al lado de tomas


Jesús toco con sus labios el vino que le acababa de servir Heli y luego rezo en voz baja el padre nuestro que estas en los cielos…

Después comenzó la Santa Cena, el futuro mártir estaba triste. De vez en cuando su dolorosa mirada se fijaba con amorosa dulzura en aquel punado de seres que tanto debían padecer por él.

Judas no apartaba sus ojos del plato, tenebrosos de encontrarse con la mirada de su maestro. Por fin Jesús exhalo un doloroso suspiro y rompió el silencio diciendo:

JESUS:        En verdad os digo que uno de vosotros me ha de entregar.

NARRADOR:        Los discípulos se miraron los unos a los otros, manifestando el asombro que les causaban las palabras de su Maestro. Aquellas miradas, llenas de profunda tristeza, de universal asombro Aquellos corazones puros no podían comprender tal maldad. ¡Vender a Cristo!, ¡vender a su Maestro!...

Era posible, juan fue el primero que se levantó y dijo:

JUAN:        Maestro, ¿seré yo por desgracia ese miserable que tú dices?

NARRADOR:        Jesús respondió sencillamente:

JESUS:        Tú, no eres.

NARRADOR:        Después pregunto Pedro:

PEDRO:        ¿Soy yo acaso? ¿Acaso me cabe a mí esta desgracia? ¿Seré yo ese infame?

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[pic 4] GUION PARA SEMANA SANTA[pic 5]

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NARRADOR:        Judas hundido en su venganza, comía y callaba, Jesús continuo:

JESUS:        El que mete conmigo la mano en el plato ese es el que me entregara.

NARRADOR:        Al decir Jesús estas palabras, se hallaban en el plato las manos de tres discípulos. Los tres se miraron absortos; pero en ese momento una sola frente se ruborizo; la de judas Iscariote.

NARRADOR:        Cristo contemplo un momento la turbación del traidor y el asombro de los leales, y dijo con su bondad nunca desmentida:

JESUS:        El hijo del hombre ha de ser entregado, como está escrito; pero hay de aquel por quien seré entregado; ¡más le valiera no haber nacido!

NARRADOR:        Todas las miradas se fijaron en el traidor Judas, porque era el único que no había dirigido ninguna pregunta a Jesús. El Iscariote conoció que era preciso decir algo que dejara satisfechas aquellas miradas que encerraban una reconvención muda. Revistiose la serenidad e incorporándose sobre la mesa, pregunto con voz entera:

JUDAS:        ¿Soy yo por ventura, Maestro?

NARRADOR:        El nazareno detuvo un momento su dulce mirada en la ceñuda y amenazadora frente de su discípulo. En sus ojos dulces y amorosos apareció una lágrima y conque voz resonó hasta en lo más recóndito de las almas de sus discípulos, dijo sencillamente:

JESUS:        Tú lo has dicho, judas tú eres.

NARRADOR:        Y Jesús entrego al traidor un trozo de pan, símbolo de la reconciliación. Entonces judas arrojándolo con fuerza al suelo

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[pic 9] GUION PARA SEMANA SANTA[pic 10]

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salió precipitadamente de la sala, arrancándose los cabellos y gritando:

JUDAS:        ¡Soy un miserable! ¡Soy un miserable! ¡Soy un miserable!

NARRADOR:        Hubo un momento de pausa. Aquella escena conmovió a los discípulos. Jesús, tranquilo, y olvidando el peligro que le anunciaba la rabia de Judas, partió el pan y distribuyéndole entre sus discípulos les dijo:

JESUS:        Tomad y comed esto es mi cuerpo.

NARRADOR:        Después Jesús tomo el cáliz, aplico a él sus labios y lo entrego a los discípulos diciendo:

JESUS:        Tomad y bebed todos de él porque esta es mi sangre del nuevo testamento que será derramada para el perdón de los pecados.

NARRADOR:        Los discípulos bebieron. Cuando terminaron Jesús hizo una segunda libación, ofreciéndoles después el cáliz a sus discípulos. Jesús entonces bajo de la mesa y, quitándose el manto que embarazaba sus brazos, se encamino con paso tranquilo a un extremo de la sala en donde veiase una toalla de lienzo, dos ánforas de cobre y un lebrillo del mismo metal.

Dos criados de Heli entregaron la toalla a Jesús, que se la ciño a la cintura, dejando un extremo colgando como un delantal. El nazareno se acercó a Pedro, y dijo:

JESUS:        Amado Pedro, voy a lavarte los pies.

NARRADOR:        Pedro le contesto:

PEDRO:        ¿Qué tú me vas a lavar los pies, maestro…?

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[pic 14] GUION PARA SEMANA SANTA[pic 15]

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NARRADOR:        Y Jesús le contesto:

JESUS:        Cuando el espíritu Santo, mande la luz de la inteligencia sabrás porque hago esto. El que no me obedezca será excluido del número de mis ovejas.

NARRADOR:        Pedro, que amaba a Cristo entrañablemente, se dejó lavar los pies, Jesús lavó uno por uno los pies de sus discípulos. Luego, dejando el lienzo en su sitio y colocando el manto gris sobre sus hombros, volvió a sentarse en la mesa y dijo de este modo:

JESUS:        Amados míos, lo que yo he hecho con vosotros debéis hacerlo con vuestros hermanos para ganar el reino de los cielos. En verdad os digo: el ciervo no es mayor que su señor ni el enviado es mayor que aquel que lo envió: si esto hacéis comprenderéis la necesidad que tiene el hombre de humillarse ante sus semejantes por pequeños que sean, bienaventurados seréis si así lo hicisteis.

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