LAS COMADRES
SalmaMtzEnsayo16 de Noviembre de 2015
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LAS COMADRES
(Llega Ángela con un plumero y muy alegre, comienza a darle una pasada más a su sala y comedor)
Ángela: A ver por aquí, ya está. Por acá… (Revisa los rincones) perfecto… falta algo más Mmm… (Mira por todos lados) ¡Ay, las galletas! (Va corriendo desesperada a la cocina) (En eso, tocan el timbre) ¡Ding dong! – ¡Ya va! – ¡Ding dong ding dong! –¡Ya va! (Sale de la cocina algo apurada y abre la puerta, es Teresa; una mujer chismosa, encargada de pasarles los “últimos datos” a sus amigas) ¿¡Pero quién… (La ve y pone una cara de asombro) ¡Comadrita!
Teresa: ¡Comadrita! (Se abrazan)
Ángela: ¿¡Cómo estás!? (Se sueltan) ¡Pero pasa, pasa! ¡Siéntate!
Teresa: Gracias ¡Ay, comadrita! Los pies me están matando (Se sienta en el sofá y deja su cartera a un costado).
Ángela: ¡Vaya! ¡Y cómo no te van a doler, si traes esos enormes tacones!
Teresa: Lo sé comadre. ¿Por casualidad, no tendrás talco para pies? (Se soba los dedos mientras habla)
Ángela: Sí amiga, iré a buscarlo. La verdad en serio ya te urge talco para tus pies (Le responde con la nariz tapada).
Teresa: “Sorry” por apestar tu sala, amiga.
Ángela: No hay problema, iré por un talco y por un aromatizante.
(Comienzan a tocar la puerta de una manera muy fuerte)
Teresa: ¡Tocan la puerta, Ángela!
Ángela: ¿Puedes abrir? ¡Sigo buscando el talco!
Teresa: ¡Me dueles los juanetes!
Ángela: ¡Ay, ok ahí voy! (Sale toda atolondrada) (Siguen tocando con más fuerza) ¡Ya voy!
Teresa: ¡Ay, ay, ay mi piecito! (Abre la puerta y era Ceci, una señora amante de las novelas y conversadora)
Ángela: ¡Comadrita!
Ceci: Comadre, ¿Cómo estás?
Ángela: ¡Qué alegría de verte nuevamente!
Ceci: Sí. ¡Por Dios! ¡Esta casa no ha cambiado para nada! (Entra mientras habla)
Ángela: ¡No, no entres ahí!
Ceci: ¿¡Por qué!? ¿¡Qué pasa!?
Ángela: Pues porque… (Ceci ya ha entrado)
Ceci:(Pone en su rostro, una expresión de desagrado) ¡Iuj! ¿¡Pero qué es este olor tan horrible!?
Teresa: ¡Oye, te puedo oír! ¡Son mis pies! Es que me quité mis tacones porque me dolían una barbaridad.
Ceci: ¿¡Te olían!? Bueno en realidad, te siguen oliendo (Mueve su mano como alejando el mal olor)
Teresa: ¡Dolían! ¡Dije dolían!
Ceci: jajajaja…. (Se acerca a saludarla mientras sonríe)
Ceci: ¿Cómo estás, “comadrita”?
Teresa: Muy bien (Le ve los pies) ¿Y qué te pasó? (Pasa Ángela)
Ángela: Por caminar con esos tremendos tacones… (Se mete a seguir buscando el talco)
Ceci: ¿¡Has estado caminado con estos “taconazos”!? (Los recoge y los ve)
Teresa: No tenía otros, comadre.
Ceci: ¡Ay, cuándo no tú! (Le grita a Ángela) ¡Angelita, el talco!
Ángela: (Contesta desde adentro) ¡Lo estoy buscando, un rato!
Ceci: (Se pone de pie y comienza buscar algo par el mal olor) ¿No habrá otra cosa por aquí que utilizar? Un perfume o inciensos.
Teresa: ¡Ay, ya qué exagerada eres! ¡No es para tanto!
Ceci: Sí, cómo no.
Ángela: Acá está el talco (Va donde Teresa para dárselo)
Ceci: ¡Ay, gracias a Dios! (Ceci va rápidamente y toma el talco) A ver, dámelo.
Ángela: ¡No, mejor se lo echo yo!
Ceci: ¡No te preocupes, yo lo hago! (Comienzan a discutir por el talco desesperadamente hasta que de pronto, Ceci logra quitarte el recipiente y sin querer, le cae algo del talco en la cara de Teresa) ¡Ay, comadre, disculpa!
Teresa: (Se queda en silencio por un momento. Se limpia la cara y mira a Ceci algo molesta) No te preocupes, “comadrita” (Extiende su mano) ¿Me permite el talco, por favor?
Ceci: Sí comadrita, toma (Le entrega el talco algo apenada por lo que pasó) (Se echa el talco en los pies y caen residuos al piso)
Ángela: ¡Échate con cuidado, mujer!
Teresa: ¡Ay comadre, por un poquito de talco! (Ángela pone en su rostro una expresión de desagrado y preocupación al ver que el piso que tanto trabajo le costó limpiar, se arruino)
Ángela: Ya no importa (Agacha la cabeza mientras suspira)
Ceci: Ya conoces a Teresa de cochina.
Teresa: ¡Oye no soy cochina!
Ceci: ¡No qué va! “Eres súper limpia”
Ángela: Voy por una escoba. (Mientras ellas hablan, Ángela entra a la cocina algo molesta a traer una escoba)
Ceci: Al parecer no te lavas los pies desde la última vez que nos vimos, ¿No?
Teresa: No seas exagerada, por Dios.
Ceci: Luego me prestas el talco para echarme en mi nariz.
Teresa: ¡Ya basta! (Llega Ángela con la escoba y comienza a barrer el talco que cayó al suelo)
Ángela: A ver, coja sus tacones y levante los pies, “señorita”. (Ella toma sus tacones y pone los pies en el sofá)
Teresa: Disculpa comadre, debes comprender lo dolorosos que son tacones y lo difícil que son usarlos.
Ángela: Sí, comprendo (Mira a Ceci mientras la otra hace lo mismo) Bueno, ya está listo, ya puedes bajar los pies (Pero antes que toquen el suelo, la detiene) ¡Espera!
Teresa: ¿¡Qué!?
Ángela: Antes que pongas los pies en el suelo, te traeré unos zapatos para que no vuelvas a manchar el piso, espera (Se va a buscar los zapatos). (Mantiene los pies en el aire y mientras lo hace, conversa con Ceci)
Teresa: ¡Ay, comadre! ¿Supiste que Doña Mary se mudó con su hija a Tampico?
Ceci: ¿¡Qué sí!?
Teresa: ¡Imagínate! Ahora todo el mundo se está mudando.
Ceci: Así es cuando hay dinero, comadre.
Teresa: Esperemos que nos visite, al menos.
Ceci: Ay, lo dudo mucho comadre, la gente cuando se va se olvida del lugar donde salió. (Llega Ángela sin haber podido evitar escuchar su conversación)
Ángela: ¿Quién se mudó?
Teresa: ¡Doña Mary!
Ángela: ¿¡Doña Mary!? ¿¡Y a dónde!?
Teresa: ¡A Tampico con su hija!
Ángela: ¿Con cuál?
Teresa: Con “Martita”.
Ceci: ¿¡La que se casó con el dueño del restaurante!?
Teresa: Esa misma (Luego mira a Ángela) ¿Y los zapatos?
Ángela: ¿Zapatos? ¡Ah verdad, ya los traigo! (Se va corriendo a traerlos)
Teresa: ¡Que no sean los de tu esposo, por favor!
Ángela: ¡Él se lava los pies!
Teresa: ¡Pero por si las dudas!
Ángela: ¡Ya cállate, oye!
Ceci: ¡Sígueme contando!
Teresa: Ya pues como te seguía diciendo, se nos va “Doña Mary”.
Teresa: Se nos fue. (Sale Ángela con unas chanclas para Teresa. Se las pone a sus pies para que los coloque)
Ángela: Toma comadre.
Teresa: Gracias (Se los pone una expresión de alivio y comodidad) No tienes idea de cuánto necesitaba bajar los pies.
Ángela: Y veo que te quedaron exactos las chanclas de mi esposo, comadre. Teresa: Sí, dale las gracias de de de… ¿¡De tu esposo!?
Ángela: Sí, ¿Por?
Teresa: ¡Cómo que “por”! ¿¡Acaso no sabes cuántas enfermedades trae el zapato de un hombre!? (Ángela y Ceci se miran sorprendidas con lo que dijo)
Ángela y Teresa: ¡Ah, ya cállate oye!
Ceci: Tú hablando de enfermedades a los pies, hazme el favor.
Teresa: Solo espero que no me contagie los hongos.
Ángela: Mira… mejor cállate, ¿Sí?
Ceci: Y cambiando de tema, ¿Han visto ayer Lo Imperdonable?
Teresa: No verdad, ¿En qué quedó?
Ceci: ¡La mala besó al protagonista y la esposa los vio!
Ángela: ¿¡Los vio!?
Ceci: Los vio.
Teresa: Es una… (Cruza los brazos) (Ángela pone la mano en su boca, como recordando algo)
Ángela: ¡Ay, qué mal educada! ¡No les he ofrecido nada!
Ceci: Muy mal comadre ah, muy mal. Creo que después de haber librado una dura “batalla” con los pies de Teresa, nos merecemos eso cómo mínimo. (Ángela va a traer la merienda)
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