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LAS PATALETAS Y RABIETAS INFANTILES


Enviado por   •  3 de Abril de 2016  •  Apuntes  •  2.720 Palabras (11 Páginas)  •  261 Visitas

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LAS PATALETAS Y RABIETAS INFANTILES.

1. ¿Qué es una rabieta o pataleta?

Una RABIETA es una reacción de enfado violento y sin gran motivo, que puede ocurrir en un niño de cualquier edad, normalmente frente a algún hecho que le incomoda: que se le indique hacer algo que no desea, o al revés, que se le prohíba hacer algo que sí desea, que se le niegue algo que quiere (ejemplo: un dulce o golosina, permiso par algo, etc.).
Una PATALETA es la gran agitación motora que frecuentemente manifiesta el niño que experimenta una rabieta (movimiento de piernas y brazos, gritos elevados y descontrolados, llanto agresivo, desmedido y furioso, vociferación de insultos u otros).
Sin embargo, pueden haber rabietas sin pataletas, por ejemplo, cuando el niño se "taima", permanece en silencio total (mutismo), se aísla, se hace el sordo y no se mueve, desobedeciendo cualquier orden (ejemplo: se tira al suelo y allí se queda, sin moverse y sin hablar).
Más que una manifestación de enojo, las rabietas, con o sin o pataletas, implican una protesta que manifiesta "yo no quiero hacer esto ahora". En el fondo, son una forma de comunicación, que funciona especialmente cuando las palabras aun no adquieren un real significado para los niños.
En la edad preescolar (hasta los 4 años), son formas normales que los niños utilizan para llamar la atención. Es frecuente que entre los dos y los tres años de edad, el niño que hasta entonces había sido obediente y simpático, empiece a ponerse pesado, llorón y haga "pataletas" cuando se le niega algo.
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2. ¿Cuál es la causa de las rabietas o pataletas?

El origen de las rabietas guarda estrecha relación con algo que el niño no ha logrado hacer, conseguir, o expresar y que por lo tanto le crea frustraciones. Un niño puede frustrarse porque no consiguió colocar 2 piezas de un juego juntas, o porque sus padres no entienden lo que está tratando de decir. Niños más grandecitos pueden frustrarse cuando no les sale la tarea. Otro grupo de ellos lo hace para llamar la atención o salirse con la suya. En general, las rabietas tienden a aumentar cuando el pequeño se encuentra cansado, hambriento o enfermo.
La frecuencia con que suceden estas pataletas es de 14% en niños de 1 año, 20% en los de 2 a 3 años y de 11% en los de 4 años. Afortunadamente, a medida que el niño madura y se desarrolla, estas rabietas disminuyen La aparición del lenguaje contribuye a la disminución de estos ataques, pues al poder verbalizar su frustración, el niño se descarga hablando y no a través de respuestas físicas.
Los niños se revelan contra las normas por muchos motivos, pero el motivo principal es llegar al conocimiento de cual es el límite.

3. ¿Desde qué edad y hasta qué edad es normal que los niños tengan pataletas?

Entre los 18 meses y los tres años es normal que los niños vivan la etapa de las rabias escandalosas, porque experimentan con gran intensidad el proceso de independencia: necesitan probar su voluntad y reafirmar su personalidad, y a través de la negación buscan consolidar su conciencia, manifestar su individualidad y presencia en el mundo.
Es el periodo ideal para hablar de limites y enseñar a los niños normas sociales de convivencia básicas, tales como pedir las cosas por favor y dar las gracias, que les servirán en el futuro para relacionarse de manera respetuosa con otras personas.

4. ¿Son más frecuentes las rabietas, con o sin pataletas, en los niños que en las niñas?

En general los niños son algo mas difíciles de controlar que las niñas, algo mas activos e impulsivos, lo que hace mas difícil para ellos lograr el autocontrol.
Pero más que el género, lo que marca una diferencia es el nivel de actividad motriz del niño. Los niños hiperkinéticos, con su gran actividad y movimiento, hacen más probable la aparición de dificultades con los padres, que no siempre están de ánimo para tolerar tanta vitalidad a horas muchas veces inapropiadas. Normalmente, la situación de enfrentamiento con niños activos es de mayor riesgo, pues éstos tienen una capacidad de frustración limitada, una gran impulsividad, una baja autoestima y una actividad motora a prueba de los padres más tranquilos y tolerantes.

5. ¿Qué pasa cuando un niño ya tiene más de 4 años y prosigue con las rabietas y pataletas?

Puede ocurrir que las pataletas persistan más allá de los 4 años y que los padres no logran controlarlas. Normalmente, eso significa que hay algo más y se necesita el apoyo de un profesional idóneo, es decir, de un psicólogo infantil.. Hay que estar atentos a las siguientes situaciones: aumento de la frecuencia de las rabietas o pataletas, evidente inexperiencia de los padres en su control o inmadurez sicológica de los mismos, además de la aparición de problemas familiares o económicos.
Las pataletas son bastante ocasionales después de los cinco años, pero si continúan es importante cuidar que el menor no sea agresivo consigo mismo. Que esto ocurra puede ser un signo de regresión, una reacción infantil a algún hecho que preocupa emocionalmente al menor y no sabe como reaccionar. Es importante preocuparse de ellos.

6. ¿Qué conductas de los adultos sólo logran acrecentar el problema de las rabietas o pataletas?

Es importante hacer lo posible porque el niño supere la etapa de las rabietas y pataletas, pues el dejar actuar en forma ilimitada y sin control podría originar, a futuro, adultos incapaces de convivir con otras personas en forma adecuada. El peor error es usar el castigo físico como forma de control de las pataletas o rabietas. Si el adulto basa su castigo en base a su superioridad corporal y golpea al niño, éste, al no poder devolver el golpe, va acumulando agresividad, no olvida las agresiones sino que canaliza su rabia por la vía de la desobediencia. Si ante esto, el adulto nuevamente reacciona con violencia, se genera un círculo de escalada de violencia cada vez más fuerte, que puede originar, a futuro, un adolescente y/o adulto agresivo.
De esta manera, un niño agresivo comienza a formarse desde edades muy tempranas, en concreto, cuando hace pataletas o rabietas porque no se cumplen sus deseos o, siendo más precisos, porque estos berrinches no se manejan adecuadamente, ya sea porque el papá, la mamá o ambos, reprimen al pequeño con gritos y golpes, o bien porque no marcan límites a su conducta. Así, tanto las actitudes autoritarias como las demasiado permisivas impiden que el niño aprenda a reconocer y manejar adecuadamente sus emociones, de modo que, conforme se desarrolla, su problema también avanza hasta el punto en que comienza a insultar o a golpear a sus compañeros. Si no recibe atención alguna, en el futuro puede llegar a tener la intención de retar a sus mayores, a las autoridades, y hasta incurrir en alguna acción delictiva.
Regañar a un pequeño, golpearlo o bien dejar que se controle por su cuenta cuando hace un berrinche o rabieta no le ofrece recursos para entender sus emociones. Tampoco le ayuda que su madre y padre no se pongan de acuerdo al tomar decisiones y discutan por todo frente al infante, pues éste se confunde, cae en una condición llamada disonancia, y tiene mala educación emocional. De esta manera, ante las decisiones ambiguas el hijo se va a inclinar del lado que más le convenga, pero llegará un momento en que no obedecerá a ninguno de sus progenitores con tal de satisfacer sus propios deseos.
Queda claro entonces, que la relación que llevan los padres es un factor que puede favorecer el comportamiento agresivo infantil, pero también que la falta de habilidades en la esfera sentimental puede "enseñarse" sin que los progenitores se den cuenta. Nunca se debe olvidar algo clave: los niños aprenden si hay coherencia y ejemplo por parte de los padres en lo que se pide. Esto significa que un padre descontrolado no puede pretender enseñar autocontrol emocional a sus hijos. Sabemos que padres intolerantes dan lugar a hijos intolerantes, y ejemplos de ello son muchos. Imaginemos el caso de un papá que se enoja cuando hay mucho tránsito, dice groserías y se la pasa sonando el claxon; la consecuencia es que el niño aprende que ante las situaciones adversas hay que desesperarse y que lo primero que se pierde en la vida es la calma".
Así, un niño con temperamento activo y mal manejo de emociones se encuentra propenso a desarrollar actitudes cada vez más violentas. La rabieta degenera paulatinamente en pataletas en el suelo, agresiones verbales ("no quiero vivir contigo", "te odio") y, más adelante, físicas, como patear o morder al papá y a la mamá, sobre todo cuando se acercan a contenerlo. Hablamos entonces de una situación progresiva que da pie a un problema que llamamos trastorno negativista desafiante. Cuando el niño ya ha insultado o ha golpeado a sus padres, es más fácil que actúe de igual forma con sus iguales: compañeros de la escuela, hermanos y vecinos de edad similar. Otro riesgo radica en que el chico puede retar a las autoridades, como sus maestros o cualquier adulto que le dé una orden. Desafortunadamente, si el trastorno negativista desafiante no se atiende a tiempo y la crianza de los padres desfavorece el manejo de este comportamiento, no es raro que se inicie una temible dificultad, denominada trastorno disocial, que es el origen del comportamiento delictivo en niños mayores y adolescentes.

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