ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

LOS SIETE HABITOS DE LA GENTE ALTAMENTE EFECTIVA

jessicamorita28 de Enero de 2014

7.320 Palabras (30 Páginas)310 Visitas

Página 1 de 30

LOS SIETE HABITOS DE LA GENTE ALTAMENTE

EFECTIVA

INTRODUCCION

Los siete hábitos se aplican a cualquier individuo, a parejas, familias, negocios y organizaciones. Para adquirir los siete hábitos se tiene que tener la decisión de hacer 3 cosas; Aprenderlos, enseñarlos y practicarlos.

Un hábito es un principio que se adquiere y la integración de tres elementos: conocimiento, pericia y actitud. Efectividad es crear el clima donde cada quien hace lo que debe hacer, con alegría y dedicación, sin necesidad de supervisión externa. Dependencia es la actitud de tu, estas personas necesitan a otros para lograr lo que quieren. Independencia es la actitud de Yo. Yo lo puedo hacer, es ser autosuficiente. Es necesario tener gran confianza en sí mismo, estas personas logran lo que desean por su propio esfuerzo. Interdependencia es la actitud de nosotros. Nosotros cooperaremos, lo lograremos, estas personas requieren del esfuerzo personal y de la ayuda y la cooperación de otras personas para lograr lo que desean.

En la ética del carácter, se profundizan los hábitos fundamentales; trabajo, integridad, modestia, consideración, amor servicio. Con la ética de la personalidad se desarrollan técnicas para influenciar a la gente, adecuar nuestra vida para influenciar a otros. Los siete hábitos nos permiten movernos de; Dependencia a Independencia a interdependencia.

Los tres primeros hábitos, son hábitos de carácter, dan la posibilidad de moverse de la dependencia a la independencia. Los tres segundos son hábitos de personalidad, Esta es la punta del témpano, el carácter es la parte sumergida.

Nuestro carácter y valores comunica mucho más de lo que decimos o hacemos. No es lo que nos pasa lo que afecta nuestra manera de conducirnos, es nuestra interpretación de lo que nos sucede, es la forma como vemos al mundo. Si aprendemos a tener un mejor paradigma haremos la ruta de la vida más significativa.

RESUMEN

Primer Hábito: Pro actividad

La pro actividad se refiere a que ante cada estímulo del medio ambiente tenemos la habilidad de decidir la respuesta que queremos dar, esto quiere decir que no somos esclavos de las acciones que sobre nosotros se efectúan, sino libres ejecutores de nuestra conducta. Un ejemplo práctico en nuestra vida es el de un chofer de un automóvil que nos grita una obscenidad o nos toca con insistencia la corneta. En este caso nuestra respuesta puede variar desde tomar un arma y dispararle para luego sufrir las consecuencias legales de nuestra conducta hasta simplemente ignorarlo y no dejar que altere nuestra tranquilidad. Lo importante es que la decisión es nuestra, que somos los responsables de nuestra conducta.

Si bien la palabra pro actividad es ahora muy común en los textos de dirección de empresas, se trata de un término que no se encuentra en la mayoría de los diccionarios. No significa sólo tomar la iniciativa. Significa que, como seres humanos, somos responsables de nuestras propias vidas. Nuestra conducta es una función de nuestras decisiones, no de nuestras condiciones. Podemos subordinar los sentimientos a los valores. Tenemos la iniciativa y la responsabilidad de hacer que las cosas sucedan.

La palabra “responsabilidad”, en la cual encontramos alusiones a las palabras “responder” y “habilidad”: habilidad para elegir la respuesta. Las personas muy proactivas reconocen esa responsabilidad. No dicen que su conducta es la consecuencia de las condiciones, el condicionamiento o las circunstancias. Su conducta es un producto de su propia elección consciente; se basa en valores, y no es producto de las condiciones ni está fundada en el sentimiento. Las personas proactivas centran sus esfuerzos en el círculo de influencias. Se dedican a las cosas con respecto a las cuales pueden hacer algo. Su energía es positiva: se amplía y aumenta, lo cual conduce a la ampliación del círculo de influencia.

Por otra parte, las personas reactivas centran sus esfuerzos en el círculo de preocupación. Su foco se sitúa en los defectos de otras personas, en los problemas del medio y en circunstancias sobre las que no tienen ningún control. De ello resultan sentimientos de culpa y acusaciones, un lenguaje reactivo y sentimientos intensificados de aguda impotencia. La energía negativa generada por ese foco, combinada con la desatención de las áreas en las que se puede hacer algo, determina que su círculo de influencia se encoja.

Los problemas que afrontamos caen en una de tres áreas posibles: la de control directo (que involucra nuestra propia conducta), la de control indirecto (que involucra la conducta de otras personas), o la de inexistencia de control (problemas acerca de los cuales no podemos hacer nada, como los de nuestras realidades situacionales o pasadas). El enfoque proactivo da el primer paso hacia la solución de los tres tipos de problemas dentro de nuestro círculo de influencia presente. Los problemas de control directo se resuelven trabajando sobre nuestros hábitos. Están obviamente dentro de nuestro círculo de influencia. Son las “victorias privadas” de los hábitos 1, 2 y 3.

Los problemas de control indirecto se resuelven cambiando nuestros métodos de influencia. Son las “victorias públicas” de los hábitos 4, 5 y 6. Existen más de 30 métodos diferentes de influencia humana, tan distintos como lo son la empatía de la confrontación o el ejemplo de la persuasión. La mayoría de las personas tienen en su repertorio sólo tres o cuatro de estos métodos; por lo general, empiezan por el razonamiento y (si no les da resultado) pasan a la lucha o la fuga. Resulta sumamente liberador aceptar la idea de que podemos aprender nuevos métodos de influencia humana, en lugar de tratar de usar constantemente los antiguos métodos inefectivos para “poner en orden” a los demás. Los problemas de la inexistencia de control suponen asumir la responsabilidad de modificar nuestras actitudes: Resulta alentador comprender que al elegir nuestra repuesta a las circunstancias influimos poderosamente en nuestras circunstancias. Cuando cambiamos una parte de una fórmula química, cambiamos la naturaleza de los resultados.

Si bien somos libres para elegir nuestras acciones, no lo somos para elegir las consecuencias de esas acciones. Las consecuencias son gobernadas por leyes naturales. Están fuera del círculo de influencias, en el círculo de preocupación.

Segundo Hábito: Empezar con un fin en mente

Este hábito consiste en que nuestra conducta no la debe regir el capricho ni el azar, debemos tener objetivos precisos a los cuales acercarnos: Un título universitario, comprar una casa o un carro, mantener una relación armoniosa con nuestros familiares y compañeros de trabajo. Cada vez que tomemos una decisión importante debemos decidir si ésta nos acerca o nos aleja de nuestros objetivos.

Consiste en empezar hoy con la imagen, el cuadro o el paradigma de vida como marco de referencia o criterio para el examen de todas las otras cosas. Cada parte de la vida (la conducta de hoy, la de mañana, la de la semana que viene, la del mes que viene) puede examinarse en el contexto del todo, de lo que realmente a uno le importa más. Teniendo claramente presente ese fin, se puede uno asegurar de que lo que haga en cualquier día particular, no viole los criterios que se han definido como de importancia suprema, y que cada día se contribuya de un modo significativo a la visión que se tiene de su vida como un todo.

Empezar con un fin en mente representa comprender claramente el destino. Significa saber adónde se está yendo, de modo que se pueda comprender mejor dónde se está, y dar siempre los pasos adecuados en la dirección correcta.

El habito de “empezar con un fin en mente” se basa en el principio de que todas las cosas se crean dos veces. Siempre hay primero una creación mental, y luego una creación física. Así pues antes de emprender un viaje, fijamos nuestro destino y planificamos la mejor ruta. Antes de hacer un jardín, lo distribuimos mentalmente, o tal vez en un papel. Se escriben los discursos antes de pronunciarlos; se diseña la ropa antes de enhebrar la aguja.

En la medida en que comprendamos el principio de las dos creaciones y aceptamos la responsabilidad de ambas, actuaremos dentro de los límites de nuestro círculo de influencia y lo ampliaremos. En la medida en que no operemos en armonía con este principio y nos hagamos cargo de la primera creación, reduciremos ese círculo. Todas las cosas se crean dos veces, pero no todas las primeras creaciones responden a designios conscientes. En nuestras vidas personales, si no desarrollamos autoconciencia y no nos hacemos responsables de las primeras creaciones, estamos permitiendo por omisión que otras personas y las circunstancias que están fuera del círculo de influencia den forma a gran parte de nuestra vida. Vivimos reactivamente los guiones que han puesto en nuestras manos la familia, los compañeros, las agendas de otras personas, las presiones de las circunstancias: los guiones de años anteriores, de nuestra educación, de nuestro condicionamiento.

Esos guiones provienen de personas, no de principios. Y surgen de nuestras más profundas vulnerabilidades, de nuestra más profunda dependencia respecto de los demás, y de nuestras necesidades de aceptación y amor, de pertenencia, del sentido de nuestra propia valía, de la sensación de que importamos. Seamos o no conscientes de ella, la controlemos o no, hay una primera creación en todas las partes de nuestra vida. Somos la segunda

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (46 Kb)
Leer 29 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com