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La Cambiante Edad Madura


Enviado por   •  21 de Abril de 2015  •  1.946 Palabras (8 Páginas)  •  404 Visitas

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LA CAMBIANTE EDAD MADURA

La edad adulta está envuelta de mitos. Uno de los más consolidados es aquél el de que, la madurez, inevitablemente forma parte del proceso de envejecimiento. Así, en la medida en que nos hacemos mayores, ganamos madurez. De ahí, el shock que sufren muchas personas entre los 35 y 50 años, cuando descubren que no es así. Sus vidas han estado llenas de actividades y metas, pero de pronto se sienten a la deriva, perdidas, inseguras del futuro e incluso más inseguras de su pasado y de los logros que obtuvieron. El esperado descubrimiento de la madurez, si no se produce, hace que muchos se sientan prisioneros de emociones que creían haber dejado atrás. El malestar llega a ser tan grande que muchos fingen para evitarlo, como cuando las mujeres se pintan el cabello de colores llamativos o se lo cortan de forma que “se les vea más joven el rostro”, o como cuando los adultos empiezan a hablar con la jerga juvenil, no es que esté mal, pero así lo vemos los que no estamos en esa etapa.

Una primera reacción suele ser el negarlo pretendiendo que nada ha cambiado o, en extremo opuesto, intensificando la actividad. Otros hacen intentos desesperados para escapar desafiando al tiempo, teniendo una aventura con una mujer o con un hombre más joven, o en casos más extremos, emprendiendo con energía una última apuesta para ganar autoestima y destacar mediante el juego, la bebida, las drogas o el sexo. Este “empapelar las grietas” intenta llenar el vacío interior que deberían ocupar sus emociones y sentimientos. El resultado es con frecuencia una crisis en la edad madura que suele tomar al Ser Humano por sorpresa.

Pero, ¿es realmente la edad madura algo a lo que se le debería de temer? Ahora que pronto habrá muchas más personas en esta etapa, se verá más abundante estas cosas de tratar de no llegar a ella, porque la gente cree que es una etapa en la que everything goes south. Pero si pudiéramos enseñar a las personas que es una etapa más de nuestra historia, con sus cosas malas, pero también con muchas buenas, pues la madurez nos permite observar esta dualidad entre juventud y vejez, ven el futuro y el presente con mayor resolución, y tienen esa ventaja de ser conscientes de esos cambios. La edad madura es una encrucijada en la que, al final de un camino encontramos la continuación del mismo, lo que significa el deseo de seguir con el mismo tipo de existencia. Que si logramos algo y lo otro no, es parte del camino, no un obstáculo.

Nuestra historia personal no debemos ignorarla. Aceptar el pasado, los errores cometidos, las esperanzas perdidas y el abandono de ilusiones es el primer paso para encontrar una recompensa al ser capaces de enfrentarnos al futuro con más confianza.

Jung dijo “conócete a ti mismo, conoce las leyes de tu propio ser. Acéptalas aunque te parezcan paradójicas e incompatibles con los puntos de vista que te han hecho adulto. Vívelas en lugar de vivir las vidas de tus padres y abuelos, de tus vecinos o de tus colegas”.

DESARROLLO FÍSICO

A diferencia de otras etapas, en la adultez los cambios físicos son graduales, y por tanto no muy notorios a simple vista, añadiendo que estos cambios y su intensidad van a variar de persona a persona (por los estilos de vida y todo eso). También se caracteriza esta etapa por la aparición de ciertas enfermedades crónicas, no en todos, pero pasa.

Para empezar, los cambios más visibles están en la apariencia física, que para mala suerte de nuestras vidas, es lo que la sociedad más valora. La piel se arruga y se cuelga, el cabello se vuelve gris y menos abundante, etc. Son los que más se tratan porque es lo que la sociedad más juzga, y es lo que más se nota.

Se pierde altura y se gana peso. A pesar de que hay una disminución gradual en fuerza y coordinación durante esta etapa, la pérdida es tan pequeña que la mayoría de la gente escasamente la nota. Diez por ciento de reducción en la fuerza física desde su máximo en los 20 años no significa mucho para la gente que, rara vez, si alguna vez lo hace, emplea toda su fuerza en sus vidas cotidianas. Cuanto menos se esfuerce la gente, menos puede hacer. La gente que lleva una vida sedentaria pierde la tonicidad muscular y se vuelve aún menos inclinada a esforzarse físicamente. Por lo que este cambio no suele notarse mucho. Los huesos y las articulaciones se desgastan más rápido, y representan un riesgo para las personas con un estilo de vida no adecuado a su salud.

A medida que los cristalinos del ojo se vuelven menos elásticos con la edad, su foco no se ajusta tan fácilmente; en consecuencia, mucha gente desarrolla presbicia - hipermetropía asociada a la vejez- y necesita anteojos para leer. También se experimenta una leve pérdida en la nitidez de la visión y necesitan cerca de un tercio más de luminosidad para compensar la pérdida de luz que llega a la retina. La miopía, sin embargo, tiende a nivelarse en estos años.

Hay también una pérdida gradual de la audición, especialmente en lo que respecta a los sonidos en las frecuencias más altas, esta condición es conocida como presbiacusia. La mayor parte de la pérdida de la audición durante estos años no es percibida, puesto que está limitada a los niveles de sonido que son poco importantes para el comportamiento cotidiano.

Los cambios en el sistema cardiovascular también tienen influencias en el desarrollo de enfermedades relacionadas con el estrés y el ritmo del sueño. Lo que nos lleva a la relación de los estilos de vida, la cultura y la sociedad en estos cambios en la madurez.

También se dan cambios importantes en la sexualidad, cambios que son diferentes para hombres y mujeres. La capacidad de las mujeres para dar a luz hijos se termina durante este período; los hombres, a pesar de que pueden continuar engendrando hijos, empiezan a experimentar una disminución de la fertilidad y en algunos casos, de la potencia.

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