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La Conciencia


Enviado por   •  23 de Noviembre de 2013  •  2.119 Palabras (9 Páginas)  •  191 Visitas

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La conciencia:

La conciencia es el rasgo distintivo de la vida mental. Es el conocimiento que tenemos de nosotros mismos y del mundo exterior. Es lo que nos permite darnos cuenta de lo que ocurre, y permanecer alerta ante la realidad.

No solo somos concientes de las cosas que nos rodean, sino también de ciertas sensaciones internas, como los latidos del corazón, ciertos pequeños dolores y los estados emocionales.

A la conciencia llegan las percepciones sensoriales que captamos del mundo exterior a través de los órganos de los sentidos (oír, ver, tocar, oler, gustar), de las sensaciones características de nuestro propio cuerpo y también de las vivencias procedentes de nuestra vida, pensamientos, ideas, recuerdos, sentimientos, etc.

La claridad y lucidez es una de las características más importantes de la conciencia. Esta es necesaria para un funcionamiento óptimo de las actividades conscientes, pues el individuo ha de poder captar todos los estímulos y darse cuenta de ellos. La claridad caracteriza la situación normal de la conciencia.

Se considera que la expresión de la conciencia se realiza a través del pensamiento, y que siempre se esta pensando, aunque en ocasiones no lo parezca. Puede ser a través de ideas transcendentales, triviales o ensueños, pero la conciencia siempre esta en continuo funcionamiento.

La conciencia es la suma de todo lo que uno puede descubrir acerca de una experiencia propia en un momento dado. Por supuesto que el individuo no es siempre conciente de todo lo que piensa y le sucede o ha sucedido.

Bases neurofisiológicas de la conciencia:

La corteza cerebral:

La conciencia no se localiza en ningún lugar concreto. Solo se pueden localizar los mecanismos reguladores del nivel de conciencia. A la corteza cerebral llega la información de los distintos sentidos. Allí es procesada y transferida a las áreas de asociación adyacentes, de modo que pueda combinarse con informaciones procedentes de la memoria, de los sentidos y de otras áreas cerebrales. La combinación de la información de estas distintas fuentes y su elaboración por la corteza produce el fundamento de la conciencia.

La formación reticular, que es un conjunto de células que se encuentran en el tronco del encéfalo, mantiene un estado de excitación de las células de la corteza cerebral y, por lo tanto, el funcionamiento de la conciencia. Cuando disminuye la actividad de la formación reticular debido a la ausencia de estimulación sensorial, se modifica la calidad de la conciencia. En una situación como esta la persona puede estar dormida, inconciente o alucinando.

La actividad de la corteza cerebral puede medirse en la superficie del cuero cabelludo, en forma de ondas de bajo voltaje registradas en el electroencefalograma. Se puede apreciar la diversidad de ondas en función de la actividad de la formación reticular y de los distintos estados que puede presentar el ser humano.

El encéfalo:

El encéfalo funciona por esquemas formados a partir de la información de los sentidos, creando sus sensaciones, pensamientos e ideas, y todo lo que conforma la conciencia, estos modelos que forman el mundo personal de cada uno son puestos al día constantemente con las informaciones nuevas que llegan al encéfalo desde el mundo exterior, de modo que se puede crear un mundo de imágenes en movimiento.

El funcionamiento del encéfalo puede desarrollarse de distintas maneras, y cada una produce un mundo interno diferente. Diversas experiencias demuestran como los fármacos modifican la experiencia del individuo por su acción sobre el encéfalo.

Los psicoanalistas consideran que el inconciente y el subconsciente ejercen una importante influencia sobre la conducta. El mundo interno del adulto depende de la complejidad de la información que recibe el encéfalo durante la infancia, se almacena en el inconsciente, convirtiéndose este en responsable de muchos de los pensamientos y acciones de los adultos.

Lóbulo temporal:

El daño y/o la desconexión del lóbulo temporal produce múltiples síndromes, que se pueden caracterizar por el aumento de las experiencias místicas, creerse un elegido (personalidad temporal), problemas para atender a estímulos auditivos, problemas para reconocer objetos (agnosia), o para reconocer caras (prosopagnosia). Delirios

Como considerar a tus familiares extraños impostores (Síndrome de Capgras, derivado de la desconexión entre el sistema límbico o sistema emocional subcortical y el córtex

Temporal) o alteraciones de la conducta sexual y alimenticia, que llevan a fornicar y comer cosas de manera indiscriminada (síndrome de Kluver-Bucy).Se da también el caso del paciente que se cree muerto e insiste en ser enterrado (Síndrome de Cotard).

Lóbulo frontal:

El daño frontal se caracteriza por la presencia de conductas de utilización compulsiva de objetos, desinhibición social, impulsividad de conductas, problemas para planificar, organizar el tiempo, pasividad, falta de iniciativa, pobre concentración, irritabilidad... En realidad existen varios tipos de síndromes frontales asociados a áreas frontales diversas,

Desde la erotomanía al síndrome disejecutivo. En el primer caso tal vez tu vecino/a se presente en tu casa un buen día diciendo que se viene a vivir contigo y que lleva siendo tu novio/a muchos años, y tú sin saberlo. En el síndrome disejecutivo se pierde la capacidad de detectar errores, se carece de iniciativa y de flexibilidad cognitiva para adaptarse a situaciones nuevas o cambiar la respuesta automática.

Lóbulo parietal:

El síndrome característico del daño parietal es la heminegligencia, donde la persona ignora la mitad izquierda del campo visual y/o la mitad de su cuerpo. Así puede comer solo medio plato y dejar intacta la otra mitad a pesar de tener hambre o no saludar a quien esta a su izquierda, pues no lo ve -a no ser que alguien le llame la atención hacia el lado izquierdo o gire la cabeza-; puede no saber llegar a casa pues nunca gira hacia la izquierda por iniciativa propia; puede solo dibujar medias figuras, ya sea al copiar o al imaginar, ignorando su mitad izquierda (pinta los números del reloj apelotonados en la mitad derecha o solo imagina con los ojos cerrados media plaza de la Catedral de Milán, variable según el punto de imaginación); puede tener menos sensibilidad a los pinchazos y al tacto en la mitad izquierda de su cuerpo... Otros síndromes parietales relevantes

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