La Hiperactividad
sandra.cruz29 de Mayo de 2014
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CAPITULO I. ¿Qué es la hiperactividad?
I.1. Definición y restricción del término
El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es un síndrome conductual con bases neurobiológicas y un fuerte componente genético. Se manifiesta mediante la alteración de la conducta infantil, que consiste en la imposibilidad de permanecer quieto, estando en continua actividad.
Existen, asimismo, diferentes tipos de TDAH:
• TDAH tipo hiperactivo-impulsivo: El niño presenta principalmente hiperactividad e impulsividad.
• TDAH tipo inatento: El niño presenta principalmente inatención.
• TDAH tipo combinado: El niño presenta las 3 características: hiperactividad, impulsividad e inatención.
Es necesario, en la actualidad, establecer una restricción del término “hiperactividad”, puesto que el cuadro de dicho trastorno se halla sobrediagnosticado, por lo cual hay un exceso de niños medicados. A este respecto, cabe citar las palabras de un grupo de figuras estelares del estudio del síndrome, que apareció en enero del 2002, bajo el título de “Consenso sobre el ADHD”:
“El grupo abajo firmante de científicos internacionales estamos profundamente preocupados en torno a la representación periódica e inexacta del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) en los medios de comunicación.
Este es un desorden con el cual estamos familiarizados y al que muchos de nosotros hemos dedicado no solo nuestros trabajos de investigación científica, sino toda nuestra carrera. Tememos que las historias inexactas que presentan al TDAH como mito, fraude, o condición benigna, puede llevar a millares de víctimas a no buscar tratamiento.
Esto también deja al público con un sentido general de que este desorden no es válido o verdadero, y que consiste en una aflicción bastante trivial.
La cobertura ocasional del trastorno en notas periodísticas, es confeccionada la manera de los eventos deportivos, en que los competidores son enfrentados de manera nivelada, como si fueran iguales. Las opiniones de un puñado de profesionales no expertos, que afirman que el TDAH no existe, se ponen en contraste con las visiones de la corriente principal de científicos que sí afirman la existencia del TDAH, como si ambas opiniones tuvieran mérito similar. Tales intentos de equilibrio dan al público la impresión de que existe un sustancial desacuerdo científico sobre si el TDAH es una condición médica verdadera. De hecho, no hay tal desacuerdo, al menos no más así que sobre si el fumar causa cáncer, por ejemplo, o si un virus causa el sida.
El United States Surgeon General, la Asociación Médica Americana (AMA), la Asociación Psquiátrica Americana, la Academia Americana de Psiquiatría de Niños y del Adolescente (AACAP), la Asociación Psicológica Americana y la Academia Americana de Pediatría (AAP), entre otros, reconocen el TDAH como un trastorno válido. Mientras que algunas de estas organizaciones han hecho públicas pautas para la evaluación y el tratamiento del desorden para sus profesionales, ésta es la primera declaración de consenso publicada por un consorcio independiente de científicos, principales referentes, con respecto al estado actual del trastorno.
I.2. Causas
Entre las causas es posible identificar factores biológicos y genéticos. Dentro de los factores no genéticos, se pueden enunciar las complicaciones prenatales, perinatales y postnatales.
El consumo materno de alcohol y drogas, incluso de tabaco puede predisponer el trastorno en el bebé por nacer. También influye el bajo peso al nacer, la anoxia, lesiones cerebrales, entre otros, junto a la situación o contexto familiar, tales como las psicopatologías paternas, el bajo nivel económico, la marginalidad, el estrés familiar.
Por otra parte, teniendo en cuenta los factores genéticos, se afirma, según los estudios realizados, que existe el mismo trastorno en hermanos es, aproximadamente en 17 - 41%. En cuanto a gemelos univitelinos, el porcentaje de trastorno común es hasta del 80%. Asimismo, si el padre o la madre ha padecido el síndrome sus hijos tienen un riesgo del 44% de heredarlo.
Asimismo, teniendo en cuenta factores biológicos, se cree que existe una disfunción del lóbulo frontal y, desde el punto de vista neuroquímico, existe una deficiencia en la producción de importantes neurotransmisores cerebrales. Esto son sustancias químicas que producen las neuronas, es decir las células nerviosas. Para que se produzca una buena comunicación entre las neuronas y todo funcione normalmente debe existir la cantidad adecuada de determinados neurotransmisores que en este caso son la dopamina y la noradrenalina. En el niño con TDAH existe una producción irregular en estos dos neurotransmisores.
Sin embargo, a pesar de la explicación proporcionada anteriormente, es posible afirmar que no se conoce con exactitud las causas de este trastorno; se sabe que es un proceso biológico de origen genético. Que uno de los padres sufra un TDAH multiplica por 8 el riesgo del niño de tener TDAH. Se sabe que la trasmisión del TDAH (heredabilidad de 0,77) es solo un poco menor que la de la talla (0,9). La trasmisión genética del TDAH es cerca del doble que otras enfermedades, como el cáncer de mama –para el cual se hacen campañas de detección precoz en familiares–. De hecho, una población de riesgo para descubrir el TDAH son los padres y hermanos de niños con TDAH.
Como se ha dicho anteriormente, también se puede producir por factores durante el embarazo –si el niño en el útero está expuesto a tabaco y alcohol (multiplica por 3 y por 2,5, respectivamente, el riesgo de TDAH) –, o en el parto: si el bebé tiene un peso bajo al nacer, por ser prematuro o por no crecer suficiente en el embarazo (multiplica por 3 el riesgo de TDAH).
Las investigaciones apuntan a que lo padecen al menos 1 de cada 20 personas y que se da 4 veces más en varones que en mujeres.
I.3. Características o síntomas
I.3.1. Trastornos de la conducta motora
La hiperactividad, tal como se le conoce hoy en día, es en realidad una hipermovilidad, ya que caracteriza a quien la sufre por iniciar una serie de actividades, pero no terminar ninguna. Asimismo, si bien lo habitual es un exceso de movimiento, existen niños que cursan con un nivel de actividad motriz normal.
De esta manera, los niños hiperactivos no pueden permanecer más que pocos minutos sin moverse, incluso al estar sentados, es posible observar que desplazan los miembros inferiores o el cuerpo. Además, no existe direccionalidad en la actividad motriz, para realizar algún acto suelen desplazarse previamente por distintos lugares totalmente ajenos a un plan coordinado de acción.
Asimismo, si bien pueden permanecer más tiempo sin moverse, cuando son entrevistados, suelen tocar toco, abrir los cajones, sacar los libros, etc.
Una de las cosas que se considera fundamental para el diagnostico diferencial es que esta hipermovilidad se produce en todas las circunstancias. Así, un niño sin dificultades en casa, pero considerado como problemático en la escuela, no inclina a pensar en un trastorno de control motriz de origen neurológico. Ocurre igual en sentido contrario.
Si bien lo cuantitativo es la queja principal de padres y docentes, la actividad motriz está comprometida también cualitativamente; la torpeza motriz, especialmente en la denominada motricidad fina, suele estar presente y ya vimos que históricamente ha representado una fuente para la determinación del síndrome. Hay pruebas neurológicas que ponen al descubierto la torpeza –que durante años se describieron bajo la denominación de “signos blandos”-, pero que también van a hacerse notables en la actividad grafica escolar, como así también en algunas pruebas diagnosticas como el Bender y el WISC.
I.3.2. Trastornos de la conducta emocional
Lo destacable de esta área es la impulsividad, la acción sin reflexión. El niño no puede tener una pausa y actúa sin apreciar adecuadamente este accionar. Existe, además, un sentimiento posterior de culpas y la expresión de no poder frenar estos impulsos.
Por otro lado, es importante tener siempre en cuenta que, de por si, los niños no son agresivos, no son crueles y no tienen conductas psicopáticas.
Si bien el rasgo destacable del cuadro, es esta impulsividad, no es de extrañar encontrar conductas neuróticas concomitantes o reactivas al rechazo de maestros y pares. Estas conductas pueden convertirse en lo más destacable del trastorno de hiperactividad, y necesitan ser abordadas a tiempo.
I.3.3. Deficiencia atencional
Esta característica es un signo fundamental, ya que en él se sostiene el diagnostico según el DSM. Ahora bien, la atención tiene varios componentes, su dirección, su sostenimiento, la intensidad, la selectividad, etc. Uno puede afirmar que estos niños se disponen a atender, pero rápidamente son distraídos por otros estímulos, es decir, el problema está en el sostenimiento y selectividad de la atención. Teniendo esto en cuenta, se puede afirmar que no hay una falta de atención, sino un exceso de distractibilidad que lleva a que el foco de atención cambie prontamente.
Es notorio que frente a una alta motivación la distractibilidad disminuye; sin embargo, de igual manera que frente a la hiperactividad, no puede haber selectividad en la aparición del síntoma: si no presta atención en la escuela, pero en casa puede estar durante horas jugando con la PlayStation o la computadora con mínimas interrupciones, uno duda del origen neurológico de la inatención.
De
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