ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

La Historia BERNARDO JIMENEZ INVESTIGACION CUALITATIVA PSICOLOGIA SOCIAL CRITICA


Enviado por   •  20 de Febrero de 2015  •  5.767 Palabras (24 Páginas)  •  448 Visitas

Página 1 de 24

La Historia, propiamente hablando, no se repite, pero como las ilusiones de que es capaz el hombre son de cantidad limitada, regresan siempre bajo otro aspecto

E. M. Cioran

Introducción

El giro discursivo en las ciencias sociales que ha reciclado la metodología cualitativa, forma parte del cuestionamiento al fundamentalismo positivista, el cual, al identificar su postura normativa con la ciencia, hace aparecer la crítica en su contra como un ataque a la ciencia misma. Ahora es común aceptar, además, que la explicación científica es una forma particular de darle sentido al mundo, pero que no existe un método científico único o universal. La metodología cualitativa se replantea hoy como una vía más adecuada para el estudio de la complejidad social e, implícitamente, como una vía crítica y como crítica de la vía única.

Los métodos cualitativos parten del supuesto básico de que el mundo social está construido de significados y símbolos. De ahí que la intersubjetividad sea una pieza clave de la investigación cualitativa y punto de partida para captar reflexivamente los significados sociales. La realidad social así vista está hecha de significados compartidos de manera intersubjetivamente. El objetivo y lo objetivo es el sentido intersubjetivo que se atribuye a una acción. La investigación cualitativa puede ser vista como el intento de obtener una comprensión profunda de los significados y definiciones de la situación tal como nos la presentan las personas, más que la producción de una medida cuantitativa de sus características o conducta (Ruiz e Ispizua 1989; Wainwright 1997). En ese sentido, la investigación cualitativa es interpretativa; es el estudio interpretativo de un problema determinado en el que el investigador es responsable en la producción del sentido. Pero tal como vamos a ver aquí, dada la complejidad de lo social, esta pretensión no es suficiente y se presta para muchas ambigüedades y simplificaciones polarizadas en un marco que es transdisciplinario.

Ilusión objetivista y provisionalidad del saber

En la psicología social tradicional, así como en los demás saberes sociales, es común hacer una división extraña entre la práctica y la teoría cuando se habla del conocimiento aplicado. A este respecto, Ibáñez e Íñiguez (1996) han hecho una serie de críticas en el plano metodológico, al abogar por una metodología cualitativa. Hablan de tres falacias de tipo positivista: 1) la representacionista, que parte de la creencia de que una buena teoría es la que refleja la realidad con la más objetiva exactitud y se somete a los hechos como inapelables. De acuerdo con la epistemología crítica, plantean que esta pretensión de generalidad es equivocada y permite postular la relación inversa, "es la teoría la que constituye la fuente de realidad" (p. 59); 2) la aplicacionista, que se fundamenta en el supuesto de que el investigador científico es un experto en dilucidar la realidad y el ingeniero, en instrumentalizar el conocimiento producido por el anterior. Con el puro incremento del conocimiento en el campo social se podría intervenir como en el campo físico. Así vista, la psicología social aplicada consistiría en una mezcla de ingeniería y medicina de lo social. Frente a esta visión tecnocrática, consideran que hay que enfatizar "el carácter autónomo de la práctica con respecto a la teoría"(p. 60); 3) la externalista, que consiste en la creencia de que la eficacia de la intervención depende de que haya una distancia entre la persona que actúa como profesional y la realidad que pretende diagnosticar. Esta concepción tiene fuertes implicaciones ideológicas y es insostenible tanto en términos de su posibilidad como de sus consecuencias. Con respecto a lo anterior, plantean una "relación de interioridad con la realidad intervenida, es decir, una concepción endógena de la práctica"(p. 61), lo que resulta muy cercano a las premisas de la investigación participativa y la epistemología crítica de la ciencia (Latour y Woolgar 1979; Feyerabend 1982; Foucault 1969; Prigogine y Stengers 1979; Gergen 1982).

Estos planteamientos consideran que la relación entre teoría, práctica y realidad es mucho más compleja y menos inocente de lo que suponen las concepciones tradicionales de la psicología social, porque éstas tienen efectos prácticos que presuponen de antemano algún tipo de intervención. Por otro lado, se destaca el rol del discurso en la construcción de la realidad social y, en consecuencia, con ello se da prioridad al aspecto interpretativo y a los criterios hermenéuticos. Por tanto, si lo que interesa son los significados sociales, éstos no se consideran formalizables y tampoco caben en los esquemas simples del determinismo, dado el carácter autoorganizativo de lo social. Esto se corresponde bien con el ya citado carácter endógeno de la práctica, y con el cual la acción profesional no puede situarse por fuera de la misma. Por otro lado, los procesos sociales se ubican en un contexto histórico, en uno cultural particular diferenciador, de carácter intersubjetivo colectivo, y en el contexto político concreto de la práctica social. El conocimiento social no puede traducirse en operacionalizaciones fiables o pretender un control estricto de la realidad social. Las teorías sociales deben ser generativas, suscitar dudas sobre lo que se presenta como incuestionable y así contribuir a inquirir sobre los esquemas establecidos y a crear alternativas de acción y nuevas relaciones sociales, así como las ciencias físicas crean nuevas dimensiones en la naturaleza (Ibáñez e Íñiguez 1996).

En consonancia con lo anterior, en textos recientes de etnografía crítica se resalta la centralidad de lo social y el hecho de que los investigadores forman parte del mundo que estudian, lo cual supone que sólo lo pueden entender en un contexto y que toda la investigación social, y por extensión toda la vida social, se fundamenta sobre la observación participante. En consecuencia, no hay una separación entre ciencia y sociedad (Hammersley y Atkinson1994). Pero, además, el contexto se ve también como un fenómeno mental, lo que tiene claras repercusiones psicosociales. El contexto así entendido alude al conocimiento común de los hablantes invocados por el discurso, lo que se relaciona claramente con el campo de la cultura, y en este sentido la cultura, el modo en que las personas llegan a entender las cosas de la misma forma y en los mismos términos que los otros, es conocimiento compartido, y el contexto, discursos conjuntos (Edwards y Mercer 1988). A este respecto, resulta en particular ilustrativa la reflexión crítica de Briggs (1986) sobre la metacomunicación implícita en

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (37.9 Kb)  
Leer 23 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com