La naturaleza humana: un enigma universal

LA NATURALEZA HUMANA: UN ENIGMA UNIVERSAL

El espíritu de optimismo y orgullo es el que ha llevado al hombre a inquietarse e indagar sobre la vida. A medida que va descubriendo nuevos métodos y construyendo más y mejores herramientas para el mejoramiento de la existencia se va convirtiendo en un esclavo de lo que, por su propia mano, ha idealizado. Sus conocimientos sobre la naturaleza y la manera para transformarla en utensilios útiles para el bienestar común le ha permitido tener el control total, pero ha dejado de lado la visión primordial que le da significado: el hombre mismo, lo que es, cómo vive y cómo puede desatar sus energías para usarlas productivamente.

La creciente duda sobre la autonomía humana ha creado un estado de confusión moral en donde el hombre se encuentra atado a las exigencias del estado que lo gobierna, las máquinas potentes, los líderes poderosos y los triunfos materiales que sin lugar a dudas, se han convertido en las fuentes de sus normas y juicios de gran valor. Juicios derivados de la razón humana, esa que es capaz de elaborar las más potentes máquinas y de establecer normas éticas de gran trascendencia.

El psicoanálisis en su intento de descubrir la naturaleza del hombre incurrió en el error de separar la psicología de la filosofía y la ética, ignorando por completo que para llegar a comprender el comportamiento humano se debe considerar al hombre en su totalidad. Es imposible comprender al hombre y sus aturdimientos emocionales y mentales sin antes conocer la naturaleza del hombre. Es por ello que la ética humanista refleja firmemente el encuentro con su verdadero yo para conocer la capacidad de su naturaleza en cuanto a la bondad y a la productividad.

Para comprender de lleno lo que la ética humanista define, hay que contrastarla con la ética autoritaria la cual establece con plena autoridad lo que es bueno para el hombre sin objeción alguna, negando formalmente la capacidad que posee el hombre para saber lo que es bueno y lo que no, sin basarse ni en la razón ni en la sabiduría sino en el temor a la autoridad y el sentimiento de debilidad y dependencia. Desde la infancia se crea el racionamiento de lo que es bueno y lo que es malo acondicionado también por las personas y las estructuras educativas que modelan el comportamiento del sujeto. Se llama bueno a aquello que es bueno para quien lo usa, y malo a aquello que genera desaprobación y castigo por parte de los demás o por la misma autoridad en cuestión. Por otro lado, la ética humanista es el hombre quien por sí mismo determina el criterio sobre la virtud y el pecado y no una autoridad que lo domine o lo trascienda. Materialmente es bueno aquello que es bueno para sí mismo y malo es aquello que es nocivo y dañino para él, siendo siempre el bienestar del hombre el eje central de este criterio ético humanista.

Cabe resaltar que el hombre comúnmente se encuentra condicionado por las instituciones sociales y los patrones culturales que lo moldean en todos los aspectos de su comportamiento, definiendo ciertas conductas que no están dadas por una naturaleza fija y eterna sino por una naturaleza humana variable e inmutable. Así pues, el hombre puede adaptarse a cualquier tipo de cultura siempre y cuando ésta no se contraponga a su propia naturaleza porque de ser así, desarrollará perturbaciones mentales y emocionales que lo obligarán a modificar dichas condiciones. En síntesis el objeto de la naturaleza del hombre es la naturaleza humana que se ajusta a ciertas condiciones externas propias, dadas por la cultura o la sociedad. La naturaleza humana ha sido estudiada a lo largo de la historia y puesta a prueba en diferentes condiciones socioculturales con el fin de encontrar un concepto empírico y objetivo de lo significa en realidad, sin ofrecer hasta el momento resultados definitivos.

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