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Naturaleza humana


Enviado por   •  5 de Septiembre de 2013  •  Tutoriales  •  12.466 Palabras (50 Páginas)  •  270 Visitas

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Nombre del Alumno: ________________________________________________Grupo:_________

Unidad de Aprendizaje 1: Identificación de los valores

Resultado de Aprendizaje: 1.1 Identifica los valores acorde con el significado de los mismos al interior de la sociedad.

Actividad núm. 1: Analiza la naturaleza del hombre.

Instrucciones: Lee la siguiente información.

1. Realiza en tu cuaderno un ensayo desarrollado un análisis sobre la naturaleza del hombre.

2. Comentar al grupo en una lluvia de ideas.

3. Contesta en forma individual ¿Por qué necesitamos valores?

Naturaleza humana.

No es, ni pretendo que lo sea, la última palabra en jerarquización axiológica. (Otros autores ordenan tres, cuatro, seis o más valores). Baso su objetividad en la naturaleza humana.

Si nos preguntamos: ¿sería posible que un grupo totalmente heterogéneo de personas, lleguen a un común acuerdo sobre qué es lo más y lo menos valioso?

Imaginemos a hombres y mujeres de diferente edad, raza, país, época histórica, condición social, creencias, con la única condición de que estén en ejercicio de sus facultades y de que hablen con cierta riqueza un mismo idioma. ¿No sería aquello un barullo infructuoso? ¿Qué es lo único que los une? Su naturaleza, su más íntima esencia. Todos son una síntesis corpóreo espiritual; todos son una unidad substancial de materia y espíritu en la que toda la materia está espiritualizada y todo el espíritu está corporeizado. Esto es demostrable filosóficamente y es tan real y verdadero -pero a la luz de la fe-, como que la persona humana hombre y mujer desde su creación fue elevada al orden sobrenatural de la gracia.

Para ilustrar entre lo natural cuerpo y espíritu y lo sobrenatural la gracia divina, nos puede servir el recuerdo de un sacerdote recién ordenado.

Al ir a un hospital a atender espiritualmente a un miembro de su familia que iba a ser operado, fue requerido por una señora que entre sollozos le rogó fuera a ver a su esposo. En el trayecto le confesó que no era realmente su esposo: no estaban casados. La impresión de este novel sacerdote fue tremenda: el pobre enfermo yacía entre catéteres. Su estertor era angustioso y el único ojo que mostraba (el otro lo tenía cubierto con vendas), lo abría desmesuradamente. Estaba consciente, por lo que el sacerdote se acercó y le dijo:

Soy sacerdote católico, ¿quieres que te ayude a hacer una buena confesión?

El movimiento de cabeza, repetidamente afirmativo en medio de su agitación, le permitió seguir adelante. El sacerdote pidió a la señora que saliera y se detuvo un buen rato con él. Finalmente, al salir del cuarto, dado el tramo que separaba a éste del elevador, alcanzó a escuchar la voz de la enfermera:

¿Qué le dieron al enfermo? sus signos vitales se han normalizado!

Esa "inyección" de la gracia del arrepentimiento, lo había llenado de la confianza en el perdón divino, y la paz de su alma afectó su pulso, su presión y su respiración.

Si concluimos y demostramos que somos una síntesis de cuerpo material, alma espiritual y si queremos vida de la gracia, resulta lógico que lo que necesitamos para alcanzar la plenitud humana, esto es, lo que nos perfecciona en cuanto seres humanos son los valores:

(Pliego Ballesteros, 2007)

Volvamos ahora a ese grupo imaginario tan heterogéneo como el que más. Decíamos que sólo cabría en cuestiones axiológicas- un consenso universal, si partimos de lo que nos une universalmente: nuestra naturaleza. Ahora bien, el vocablo "jerarquizar" hunde su etimología en el griego hieras: sagrado Jeroglífico: escritura sagrada; hierática: actitud sagrada) y es este concepto el que nos da un criterio de orden. Jerarquizar valores es ordenarles desde lo que es más sagrado hasta lo que es menos sagrado.

Por lo tanto, para poder presentar una jerarquía universal y objetiva, es necesario además del punto de partida universal, y objetivo: tener claridad en la conceptualización de cada esfera de valores. Aunque es la persona el sujeto de operación, en cada esfera de valores interviene con preponderancia alguna facultad, o se sitúa a la persona frente a una realidad en cierto sentido diferente.

Los valores religiosos, nos colocan frente a lo sobrenatural y nuestra personalidad se ve totalmente afectada al permitir que nuestra vida entera sea dirigida por la luz de la fe.

Los valores morales afectan toda nuestra conducta en todos los ámbitos: nuestro libre asentimiento a la ley moral -recta razón- troquela nuestra conciencia que emite juicios de bondad o maldad ante nuestros propios actos y los de los demás, animándonos a ejercitarnos en la virtud.

Los valores estéticos también enriquecen toda nuestra personalidad, pero sólo inferiores a los dos primeros, eminentemente espirituales, porque requieren obligatoriamente de la intervención material que actualiza nuestra sensibilidad, permitiéndonos así el gozo de la belleza.

Las demás esferas parcializan por decirlo así las facultades o los ámbitos de acción.

Los valores intelectuales aluden a la capacidad racional, lógica.

Los valores afectivos, se realizan en ese terreno fronterizo en el que las facultades superiores inteligencia y voluntad han de gobernar políticamente a las inferiores: sentimientos, emociones, pasiones y estados de ánimo, los cuales son acompañados por cambios corporales.

Los valores sociales (no los confundamos con la "justicia social" que se encuentra a nivel moral), aluden a nuestra capacidad de interacción con otras personas y de adecuación a diferentes entornas humanos.

Los valores físicos incumben al bien de nuestro cuerpo.

Los valores económicos se refieren a bienes materiales a los que se les da un valor convencional. Por ejemplo, los aztecas traficaban con oro, con cacao; nosotros, con billetes y monedas cuyo valor está sujeto a los altibajos del mundo financiero.

Siendo esta jerarquía objetiva, la valoración en cambio, es subjetiva. Es un acto humano que se aprende con conciencia y experiencia.

Hay que enseñar a los hijos a valorar.

Nadie nace sabiendo. Igual que nos enseñaron a sumar, hemos de aprender a valorar. Lo mismo que si yo me equivoco

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