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La revolución cognitiva

eliemmaEnsayo4 de Mayo de 2014

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Bruner comienza el capítulo hablando de la revolución cognitiva, cuyo objetivo era “recuperar” la mente en las ciencias humanas, entre ellas la psicología. Luego sostiene

que esa revolución se desvió de los objetivos iniciales que se proponía. A continuación plantea que, a su parecer, hay una nueva revolución cognitiva, que se basa en un enfoque más interpretativo del conocimiento cuyo centro de interés es la “Construcción de conocimiento”. Sostiene que, a finales de la década del 50, él y sus allegados creían que el significado era el concepto fundamental de la psicología (no los estímulos y las respuestas, ni la conducta observable, etc.).

Era una revolución mucho más profunda que todo eso. Su meta era descubrir y describir formalmente los significados que los seres humanos creaban a partir de sus encuentros con el mundo, para luego proponer hipótesis acerca de los procesos de construcción de significado en que se basaban. Se centra en las actividades simbólicas empleadas por los seres humanos para construir y dar sentido no sólo al mundo, sino también a ellos mismos.

Su meta era que la psicología uniera fuerzas con sus disciplinas hermanas de las humanidades y las ciencias sociales, de carácter interpretativo. En los años 50, el modelo computacional se había convertido en una metáfora matriz del procesamiento de la información. Bruner sostiene que “con la mente equiparada a un programa, cuál sería el status de los estados mentales (estados mentales a la vieja usanza, identificables no por sus características programáticas en un sistema computacional, sino por su vitola subjetiva. En estos sistemas no había sitio para la mente, mente en el sentido de estados intencionales como creer, desear, pretender, captar un significado.

Bruner considera que la Psicología humana no puede basarse sólo en el individuo, para esto utiliza un argumento constitutivo, el hombre participa en la cultura y la realización de sus capacidades mentales se da a través de la cultura. La Psicología cultural ha intentado reunir la separación de la mente y la cultura ya que tanto la cultura, el lenguaje como la historia desempeñan papeles importantes para constituir el pensamiento y la acción humanas. Las mentes individuales se forman a través de procesos de socialización que están determinados por las condiciones culturales, históricas y sociales.

Bruner, ha apuntado la necesidad de instaurar el significado como el concepto fundamental de la Psicología. Describir formalmente los significados que los seres humanos crean a partir de sus encuentros con el mundo. Centrarse en las actividades simbólicas empleadas por los seres humanos para construir y dar sentido no sólo al mundo sino también a ellos mismos.

Según Bruner hay tres razones para considerar la cultura como concepto fundamental de la Psicología:

a) La participación del hombre en la cultura y la realización de sus potencialidades mentales a través de la cultura hacen que sea imposible construir la Psicología basándose sólo en el individuo.

b) Si se considera que la Psicología se encuentra inmersa en la cultura, entonces debe estar organizada en torno a procesos de construcción y utilización del significado que conecten al hombre con la cultura. La participación en la cultura hace que el significado sea público y compartido. Nuestra forma de vida, adaptada culturalmente depende de significados y conceptos compartidos y depende también de las formas de discurso compartidas que sirven para negociar las diferencias de significado e interpretación.

c) La Psicología se encuentra enraizada en un lenguaje y una estructura conceptual compartida que están impregnados de datos conceptuales: de creencias, deseos y compromisos y como es reflejo de la cultura, participa tanto en la manera que la cultura tiene de valorar las cosas como en su manera de conocerlas.

3. La psicología popular como instrumento de la cultura.

En este capítulo Bruner trata de explicar qué es lo que entiende por “psicología popular” como sistema mediante el cual la gente organiza su experiencia, conocimiento y transacciones relativos al mundo social. Se detiene un poco en la historia de esta idea para dejar más claro cuál es su papel en la psicología cultural. Luego se ocupa de algunos de los componentes cruciales de la psicología popular, lo cual lo lleva a ocuparse de la cuestión de qué clase de sistema cognitivo es la psicología popular. Como su principio de organización es narrativo en vez de conceptual, se ocupa de la naturaleza de la narración y cómo se construye en tomo a expectativas establecidas o canónicas, y el manejo mental de las desviaciones respecto a dichas expectativas.

Divide el capítulo en nueve secciones; de manera que es más sencillo reseñar siguiendo dicho modelo, con la intención de que los conceptos que Bruner trata de transmitir no se pierdan en las generalidades.

La primera sección del capítulo es sencilla: hace un resumen del capítulo anterior y una introducción al actual, estableciendo las metas que desea alcanzar. Ese estilo de escritura es interesante ya que le permite tocar los mismos temas en tres ocasiones: cuando avisa los que va a decir, cuando lo dice y cuando hace un resumen en el siguiente capítulo. De esta manera los conceptos que trata de transmitir quedan más claros en la mente del lector.

La segunda parte del capítulo la utiliza para hacer, una vez más, una definición de “psicología popular” y darnos una reseña histórica del término. Menciona a Heiden, y comenta que empezó a defender elocuentemente que, puesto que los seres humanos reaccionaban mutuamente en función de su propia psicología (en lugar de, por así decir la psicología del psicólogo) sería mejor que estudiáramos la naturaleza y los orígenes de la psicología “intuitiva” que otorgaba significado a sus experiencias.

Más adelante, en la tercera sección de este capítulo, puntualiza unos componentes fundamentales que la psicología popular debe tener. Entre dichos componentes se encuentran más que otras cosas las creencias y los deseos. Dichas creencias y deseos son comunes a una sociedad al menos hasta el punto de permitirnos convivir, sin embargo esa misma sociedad modifica nuestras propias creencias y deseos. Por consiguiente, en la psicología popular se da por supuesto que la gente posee un conocimiento del mundo que adopta la forma de creencias y se supone que todo el mundo utiliza ese conocimiento del mundo a la hora de llevar a cabo cualquier programa de deseos o acciones. La psicología popular trata de agentes humanos que hacen cosas basándose en sus creencias y deseos, que se esfuerzan por alcanzar metas y encuentran obstáculos que superan o que les doblegan, todo lo cual ocurre en un período prolongado de tiempo.

En la cuarta parte se introduce en el mundo de la narración. Dedica el resto del capítulo a hablar de los componentes de la narración, de sus características y de la manera en cómo la narración es una parte fundamental de la psicología popular.

Tal vez la característica más importante de una narración sea su secuencialitas:

“Una historia describe una secuencia de acciones y experiencias de un determinado número de personajes, ya sean reales o imaginarios. Estos personajes se representan en situaciones que cambian... a] las que reaccionan. Estos cambios, a su vez, revelan aspectos ocultos de las situaciones y de los personajes, que dan lugar a una situación problemática que requiere nuevos pensamientos o acciones, o ambas cosas a la vez. La respuesta que se da a esta situación hace que concluya la historia”

Otra característica de la narración que Bruner menciona en la quinta parte de este capítulo es su especialización en la elaboración de vínculos entre lo excepcional y lo corriente. La psicología popular se centra en lo esperable, lo deseado, sin embargo posee medios muy poderosos para hacer que lo excepcional y lo inusual se presenten de una forma comprensible. La narración se vuelve el instrumento de la psicología popular que le permite encontrar un estado que mitigue o al menos haga entendible las cosas que se salen de lo usual o de lo “socialmente aceptado”.

Luego, en la sexta parte, Bruner nos habla de las cinco características que, según Burke, tienen las historias bien construidas: Un actor, una acción, una meta, un escenario y un instrumento. A éstas, Bruner le agrega una sexta: un problema. Dicho problema consiste en algún desequilibrio en las cinco características principales. Una historia, llevada a término, es una exploración de los límites de la legitimidad. Narrar una historia nos obliga a optar por una postura, nos obliga a tomar partido, nos hace tener una postura moral aun cuando sea contra las posturas morales. La narración se vuelve un intermediario entre el mundo canónico de la cultura y el mundo más idiosincrático de las creencias, los deseos y las esperanzas.

Las historias que se recuerdan mejor son aquellas en las que ponemos parte de nuestra misma subjetividad, dice Bruner en la séptima parte. Menciona tres razones. La primera es que entrar en las historias subjetivas es más fácil, es más sencillo identificarse con ellas. Una historia se vuelve una experiencia vicaria. La segunda hipótesis tiene que ver con la manera en que podemos distinguir entre la historia y el narrador. Todas las historias se encuentran matizadas por el cristal de quien la cuenta, por lo que las historias se vuelven instrumentos de negociación social; siempre pueden estar a medio camino entre lo real y lo imaginario por muy verdaderas que sean.

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