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Las Representaciones Sociales

rikarpsico4 de Octubre de 2011

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Cuando las personas hacen referencia a los objetos sociales, los clasifican, los explican

y, además, los evalúan, es porque tienen una representación social de ese objeto.

Esto significa, como bien lo señala Jodelet (1984), que representar es hacer un equivalente,

pero no en el sentido de una equivalencia fotográfica sino que, un objeto se representa

cuando está mediado por una figura. Y es solo en esta condición que emerge la

representación y el contenido correspondiente.

Las personas conocen la realidad que les circunda mediante explicaciones que extraen

de los procesos de comunicación y del pensamiento social. Las representaciones

sociales (R S) sintetizan dichas explicaciones y en consecuencia, hacen referencia a un tipo

específico de conocimiento que juega un papel crucial sobre cómo la gente piensa y

o rganiza su vida cotidiana: el conocimiento del sentido común.

El sentido común es, en principio, una forma de percibir, razonar y actuar (Reid,

1998). El conocimiento del sentido común es conocimiento social porque está s o c i a l -

mente elaborado. Incluye contenidos cognitivos, afectivos y simbólicos que tienen una

función no solo en ciertas orientaciones de las conductas de las personas en su vida cotidiana,

sino también en las formas de organización y comunicación que poseen tanto en

sus relaciones interindividuales como entre los grupos sociales en que se desarrollan.

Las R S, en definitiva, constituyen sistemas cognitivos en los que es posible reconocer

la presencia de estereotipos, opiniones, creencias, valores y normas que suelen tener

una orientación actitudinal positiva o negativa. Se constituyen, a su vez, como sistemas

de códigos, valores, lógicas clasificatorias, principios interpretativos y orientadores de

las prácticas, que definen la llamada conciencia colectiva, la cual se rige con fuerza normativa

en tanto instituye los límites y las posibilidades de la forma en que las mujeres y

los hombres actúan en el mundo.

¿Por qué estudiar las representaciones sociales?

¿Por qué las personas no usan preservativo, a pesar de las evidencias de su carácter

preventivo del VIH/SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual? ¿Por

qué las mujeres víctimas de violencia doméstica, esperan — algunas, dolorosamente,

hasta su muerte— la conversión del agresor? ¿Cuál es la representación social de

“amor”, “cuerpo” “violencia” o “sexo” que está acompañando estas prácticas?

Emprender estudios acerca de la representación de un objeto social —VIH/SIDA;

relaciones entre mujeres y hombres, por ejemplo— permite reconocer los modos

y procesos de constitución del pensamiento social, por medio del cual las personas

construyen y son construidas por la realidad social. Pero además, nos aproxima a la

“visión de mundo” que las personas o grupos tienen, pues el conocimiento del sentido

común es el que la gente utiliza para actuar o tomar posición ante los distintos objetos

sociales.

El abordaje de las RS posibilita, por tanto, entender la dinámica de las interacciones

sociales y aclarar los determinantes de las prácticas sociales, pues la representación,

el discurso y la práctica se generan mutuamente (Abric, 1994).

De lo anterior se deriva la importancia de conocer, desentrañar y cuestionar el

núcleo figurativo de una RS alrededor del cual se articulan creencias ideologizadas,

pues ello constituye un paso significativo para la modificación de una representación

y por ende de una práctica social. (Banchs, 1991).

III. Los alcances conceptuales

En 1961, tras diez años de investigaciones empíricas y de elaboraciones teóricas,

Serge Moscovici publicó su tesis doctoral “La psychanalyse, son imàge et son public”.

Aunque el psicoanálisis era el principio organizador de la obra, el contenido de

la misma no se dirigía a la comprensión del psicoanálisis, sino al entendimiento de la

naturaleza del pensamiento social.

En su trabajo teórico, Moscovici introduce la noción de representación social y aunque

sus planteamientos iniciales intuían la relevancia de las nociones derivadas de las

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teorías constructivistas, es en la obra rubricada en 1976 (traducida al castellano en 1979)

cuando introduce las aportaciones teóricas de los estudios de Berger y Luckmann1.

Moscovici estudió cómo las personas construyen y son construidas por la realidad

social y a partir de sus elaboraciones propuso una teoría cuyo objeto de estudio

es el conocimiento del sentido común enfocado desde una doble vía: desde su producción

en el plano social e intelectual y como forma de construcción social de la realidad

(Banchs, 1988).

En este sentido la noción de realidad social y su proceso de construcción es un elemento

clave para la comprensión de esta teoría.

3.1 La realidad social

La construcción social de la realidad es una idea fundante de la sociología. Durkheim

fue quien más la desarrolló y posteriormente Schutz “sociologiza” los aportes filosóficos

de la fenomenología de Husserl y desarrolla su teoría de la importancia de los significados

sociales (Ritzer, 1 9 9 7 ) .

A partir de los planteamientos de Schutz, Peter Berger y Thomas Luckmann son

quienes más desarrollan el concepto.

Para Berger y Luckmann (1991), la construcción social de la realidad hace referencia

a la tendencia fenomenológica de las personas a considerar los procesos subjetivos

como realidades objetivas. Las personas aprehenden la vida cotidiana como una realidad

ordenada, es decir, las personas perciben la realidad como independiente de su propia

aprehensión, apareciendo ante ellas objetivada y como algo que se les impone.

El mundo de la vida cotidiana es aquel que se da por establecido como realidad. El

sentido común que lo constituye se presenta como la “realidad por excelencia”, logrando

de esta manera imponerse sobre la conciencia de las personas pues se les presenta como

una realidad ordenada, objetivada y ontogenizada.

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1 Aspecto que es explicable si se toma en cuenta que los primeros escritos de Berger y Luckmann

se publicaron en 1967.

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¿Cómo se forma en las personas la visión de la realidad? ¿Se forma individualmente

o socialmente? ¿Cómo incide esta visión en sus conductas cotidianas? Sin duda, cada

persona forma su propia opinión y elabora una particular visión de la realidad sin que, de

modo alguno, esto signifique que dicha elaboración constituya un proceso individual e

idiosincrásico.

Las inserciones de las personas en diferentes categorías sociales y su adscripción a

distintos grupos, constituyen fuentes de determinación que inciden con fuerza en la elaboración

individual de la realidad social, y esto es, precisamente, lo que genera visiones

compartidas de la realidad e interpretaciones similares de los acontecimientos.

La realidad de la vida cotidiana, por tanto, es una construcción intersubjetiva, un

mundo compartido. Ello presupone procesos de interacción y comunicación mediante los

cuales las personas comparten y experimentan a los otros y a las otras. En esta construcción,

la posición social de las personas así como el lenguaje juegan un papel decisivo al

posibilitar la acumulación o acopio social del conocimiento que se transmite de generación

en generación.

En resumen, el medio cultural en que viven las personas, el lugar que ocupan en la

estructura social, y las experiencias concretas con las que se enfrentan a diario influyen

en su forma de ser, su identidad social y la forma en que perciben la realidad social.

El anterior planteamiento goza del consenso en un amplio sector de quienes realizan

investigación en las ciencias sociales (Ibáñez,1988). No obstante, dicho consenso

empieza a desvanecerse cuando el análisis es referido a las p ropiedades objetivas de la

re a l i d a d .

Efectivamente, en este aspecto existen puntos de vista divergentes. Por un lado, hay

quienes señalan que las p ropiedades objetivas pueden ser descritas por observadores o b -

j e t i v o s y observadoras o b j e t i v a s. Agregan, además, que dichas propiedades pueden ser

reconstruidas de forma incompleta y sesgada por los distintos protagonistas sociales en

función de sus intereses particulares, de sus posiciones sociales, de sus experiencias culturales

y de sus influencias culturales. De esta forma, la realidad objetiva se convierte en

las realidades personales, siguiendo un proceso de distorsión que responde, él también,

a determinaciones perfectamente objetivables.

En otras palabras, quienes se adscriben a estos planteamientos admiten que la realidad

varía con las personas, pero consideran que es en el proceso de tratamiento de la

información proporcionada por la realidad objetiva donde radica el mecanismo responsable

de la existencia de realidades plurales (Ibáñez, op.cit.).

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Otra posición, por el contrario, señala que la realidad presenta una serie de propiedades

que,

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