Los Celulares En El Aula
5202878912 de Mayo de 2015
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l celular se ha convertido en el compañero más frecuente de los adolescentes. Pero es un compañero que ocasiona algunos conflictos entre padres e hijos. Los padres se quejan de exceso de uso y los hijos de exceso de restricciones. Como es algo por lo que pasan la inmensa mayoría de las familias, está bien buscar un punto de encuentro.
Miedos de los padres y madres
Los padres y las madres leen y escuchan frecuentes opiniones contra el uso del celularpor los adolescentes y eso consigue que lleguen a estar preocupados o incluso a temer que sus hijos sufran algún problema por el uso del celular. Para evitar esos miedos es bueno informarse bien y tener las cosas claras.Para empezar la mayoría de esos padres y madres también usan celular así que lo primero que deben hacer es analizar cómo lo usan ellos y si en ese uso puede haber algún riesgo. De ahí pueden sacar la primera experiencia para disminuir el riesgo que puedan correr los chicos.Cuál es el buen uso del celular
Los adolescentes hacen un buen uso del celular cuando se muestran respetuosos con ellos mismos y con los demás y cuando están seguros. Para conseguir esto es necesario que cumplan una serie de normas.Normas de educación y respeto
• Apagado. Hay adolescentes que tienen siempre encendido el celular. Es una buena norma que aprendan a apagarlo. Muchas escuelas obligan a mantener los celulares apagados permanentemente cuando los estudiantes están dentro del recinto escolar o en algunos momentos: durante las clases, en toda la escuela excepto el patio, etc… Sean cuales sean las normas de la escuela los adolescentes deben respetarlas. También existen otros espacios en los que se obliga o se recomienda apagarlo: teatros, cines, servicios religiosos, espectáculos deportivos… Debemos enseñar a los adolescentes a que respeten esas normas.
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• Fuera de uso. Hay momentos en los que aunque no exista ninguna prohibición explícita de apagarlo, el uso del celular es una muestra de mala educación. Cuando estén reunidos con otras personas o en la mesa al comer, también es aconsejable que el celular se apague o, al menos, no se utilice. Utilizarlo en esos momentos es una muestra de falta de respeto hacia las personas con las que están y así deben entenderlo.
• Noche. Es muy aconsejable que los adolescentes apaguen el celular durante la noche. Las horas nocturnas son para dormir y los chicos y chicas necesitan descansar bien, si mantienen el celular encendido pueden enviar o recibir llamadas o mensajes que los desvelen. Apagarlo es un antídoto perfecto contra el mal descanso nocturno. Quizá los primeros días les cueste un poco pero cuando hayan pasado varias noches con el celular apagado verán que, en general, su descanso mejora y no hay nada de lo que no puedan enterarse por la mañana tras despertar.
Normas de seguridad
• Jamás utilizar el celular mientras se maneja. Esa debe ser la primera condición cuando los chicos y chicas que ya manejan tienen celular. Sin ninguna salvedad, deben tener totalmente prohibido cualquier utilización de sus teléfonos cuando manejan un automóvil.
• No enviar información íntima. No deben utilizar el celular para enviar fotos, videos o textos íntimos. Ni de carácter sexual ni de nada que tenga que ver con su intimidad. Toda esa información podría llegar a ser pública y eso no les gustaría nada.
• No acosar con el celular. Deben tener totalmente prohibido acosar a otros con su celular, ni con llamadas, mensajes o fotos.
• No contestar llamadas o mensajes de desconocidos. Nunca deben contestar a desconocidos y además si reciben llamadas o mensajes de desconocidos deben comunicarlo a sus padres para que estos actúen.
• Internet, solo lo permitido. Muchos padres prefieren restringir ciertos sitios web como páginas pornográficas, violentas, machistas… Existen aplicaciones que permiten hacerlo pero también es posible que nuestro adolescente respete esas normas sin necesidad de que se le restrinja el acceso a ellas. Los padres y madres de cada chica o chico conocen la madurez de su hijo y saben si es necesario o no cerrar el acceso a esos sitios.
• El educador Gabriel Brener aleja la mirada negativa sobre el teléfono y aconseja a los docentes a aprovechar el móvil para “habilitar una llave de acceso a otros mundos que por sí solos nuestros alumnos o alumnas no visitarían”.
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• Hace algunos años, en una inolvidable conferencia [I], el pedagogo Philippe Merieu esbozó una hipótesis muy valiosa, que además me interpeló en lo personal, por mi edad y condición de padre. El pedagogo sostuvo que lo que hoy separa a una persona de 40 años de un adolescente de 14, es decir, esa distancia generacional, es equivalente a lo que separaba a 7 generaciones hace un siglo. La cantidad e intensidad de cambios que se han vivido en los últimos 25 años arrojan una serie de problemas tan novedosos para los cuales parece no haber recetas previas. Como evidencia ofreció un interrogante: ¿A qué edad hay que comprarle un celular a un chico?
• El celular es todo un símbolo de esta época, objeto omnipresente, en todos lados, públicos y privados. Y en el caso de los adolescentes, estamos frente a la propia extensión de la mano, más precisamente del pulgar, una prótesis identitaria aunque también una brújula. Síntesis portátil de la cultura audiovisual que marca un nuevo latido en la sociedad, que conjuga velocidad y comunicación, musicaliza encuentros en cualquier rincón.
• Y en la escuela el celular parece ocupar el lugar de la gran interrupción. De clases, explicaciones y también evaluaciones, asunto que amerita la elaboración de ciertas reglas que regulen su eso para lograr una mejor convivencia. Lo que puede ser atractivo es la irrupción del celular como buena excusa o mejor dicho, como interrupción de la manera habitual que tenemos de ver las cosas en la escuela. Propongo pensar al celular como un analizador, en el sentido de algo que puede poner al descubierto diversas tensiones o problemas de la relación pedagógica, que suelen ser anteriores a la aparición de este aparato. En la medida que nos permita analizar los porqué y los dónde de los desencuentros generacionales entre docentes y adolescentes, o si podemos hacer visibles los sentidos o sinsentidos de lo que ocurre en las aulas. Comparto una situación:
• Hace unas semanas, en una capacitación que realicé con directivos y docentes de escuelas secundarias de una provincia patagónica, un directivo compartió una situación que ocurrió en su escuela. Al iniciar una clase el docente solicitó a sus alumnos que apagaran el celular. De inmediato una alumna le dijo que tenía que dejarlo encendido. El profesor comenzaba a ensayar su respuesta, que se vio interrumpida por esta alumna que, frente al evidente enojo del docente lanzó con rapidez su incontrastable explicación: es que tengo un bebé y está enfermo, por eso no puedo apagarlo!
• Podríamos identificar muy diversas situaciones que el celular provoca en la vida cotidiana de las escuelas. Suele concentrar mucha energía el control de este aparato, en especial dentro del aula y en hora de clases. Y los modos de resolverlo son disímiles. Lo más frecuente es la prohibición aunque bien sabemos que eso a veces aumenta la tentación por navegar la trampa y la transgresión. Podríamos suponer que las diferentes y creativas regulaciones están en sintonía con la diversidad de culturas institucionales, con la forma de organizar la vida en cada escuela y en sus aulas. El amplio espectro de acciones va desde la sanción como única respuesta, canastos que ofician de estacionamiento para celulares (por horas, de media estadía o completa) aunque también el celular como recurso didáctico, con aplicaciones o programas para optimizar la enseñanza en el aula. [II]
• A veces solemos confundirnos y caemos presas de una especie de celucentrismo, que concentra en este aparato el centro del problema eludiendo lo que parece importante discernir. Sabiendo de la complejidad que significa sostener una clase con adolescentes en esta época es más que necesario regular el uso del celular acordando pautas que se ajusten a cada contexto, siempre sujetas a renegociaciones futuras. Pero también hay una oportunidad, y es la posibilidad de ver al celular como acceso, a nuevos sujetos sociales en la escuela (la situación relatada daría cuenta de ello), a otras portaciones culturales, a nuevos recursos para la enseñanza y el aprendizaje[III], entre muchos otros.
• Gramática escolar
• El celular, aunque también las computadoras, y ni que hablar las netbooks [IV] alteran de manera importante el paisaje cotidiano de las escuelas. Es probable que algo de ello haya ocurrido con la calculadora en su momento, aunque sería más apropiado compararlo con el impacto y revolución que produjo el libro cuando entró en la escuela. Se trata de tecnologías que interpelan y perturban los cimientos sobre los que se construyen las relaciones pedagógicas en las escuelas.
• Hay algo que se conoce como gramática escolar [V]y que permite explicar que es la escuela y porqué funciona de una manera y no de otra. Quiero decir que esta forma de ser de la escuela tiene que ver con una particular división del tiempo, de distribución del espacio, de los alumnos en las aulas, del uso de los objetos, del valor de las calificaciones escolares, del fraccionamiento del conocimiento en varias materias, entre otras cosas. Es una manera de organizar la escuela que se ha ido sedimentando a lo largo de los años,
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