Los Deseos Prevalentes
silcor27 de Junio de 2014
3.555 Palabras (15 Páginas)211 Visitas
Los deseos prevalentes del sujeto: especificación de las cualidades de los diferentes sistemas motivacionales que impulsan fantasías y conductas, y la interrelación entre ellos de antagonismo o de sinergia -relaciones de incompatibilidad o de sumación entre deseos sexuales, narcisistas, de autoconservación, de apego, agresivos, libidinales, de regulación psicobiológica, etc.
Es decir, mapa detallado de cuáles son los sistemas motivacionales prevalentes en el sujeto, yfrente a qué contextos o estímulos externos -características del otro- se activan o desactivan, es decir, qué influencia ejercen los personajes significativos. En algunas personas los deseos no tienen un carácter relativamente autónomo, autososteniéndose como fuerza motivante a lo largo de la vida sino que dependen esencial y primariamente del objeto externo para despertar y ser mantenidos. La pregunta acerca de qué desea el sujeto, como si siempre fuera algo inmanente al mismo, refleja una concepción de un psiquismo centrado sobre sí mismo. Y no nos estamos refiriendo al momento de constitución del deseo, a cómo éste se organiza en las primeras etapas de la vida, sino a cómo se activa o desactiva en función de la presencia y acción del otro.
oportunidades los viven como ataques.
Desde el sistema de la hetero-autoconservación: identidad de sujeto en peligro o a salvo, de perseguido o perseguidor, de protector o protegido, de dador o de receptor de suministros, de culpable por no proteger o atacar al otro, etc. Lo que, en el plano de la sintomatología, puede dar lugar a cuadros del tipo de las fobias, de trastorno de pánico, de hipocondría, de trastornos persecutorios, de culpabilidad, etc.
2. Desde el sistema narcisista: identidad de admirado/admirador, denigrado/denigrador, valioso/inferior, etc.
3. Desde el sistema de apego: identidad de abandonado/abandonante, etc.
4. Desde el sistema sensual/sexual: identidad de excitado seducido /excitante seductor, identidad de frustrado/frustrante, etc.
B. Las formas de reaccionar frente a esos deseos
En la relación que el sujeto mantiene siempre consigo mismo, ante el surgimiento del deseo, debemos considerar:
1. Tolerancia/rechazo y castigo del deseo. Se trata, por tanto, del análisis de la estructura del superyó, de sus funciones: auto-observación, función del ideal, conciencia crítica (Freud, 1923, 1933).
2. Las expectativas (prejuicios) de que serán realizables o, por el contrario, sentimiento de impotencia anticipatoria dándolos como imposibles (Bibring, 1953, Bleichmar, 1996). El sentimiento de que los deseos se realizarán o no constituye una convicción profunda que puede ser sectorial -depender de la temática del deseo- o ir más allá de las temáticas de los mismos. Expectativa de realizabilidad/irrealizabilidad que interviene como variable para dirigir el curso del deseo, para desactivarlo o impulsarlo. Existen personas cuyo posicionamiento frente a la realizabilidad del deseo es que éste se halla siempre por fuera de sus posibilidades, mientras que otras anticipan, incluso ante circunstancias adversas, que lo deseado se alcanzará.
El interés de tomar en cuenta la dimensión "expectativa de realizabilidad del deseo" es que amplía las causas de la inhibición del deseo más allá de la dialéctica "el deseo y la prohibición", paradigma clásico que frecuentemente se considera suficiente para explicar las vicisitudes del deseo. Alguien puede desear algo, no rechazarlo desde el superyó y, sin embargo, tener hondamente arraigada la convicción de que estará por fuera de su alcance, ya sea por causa de sus limitaciones -ciertas representaciones del self- o de una realidad exterior representada como frustrante.
C. Las angustias emergentes frente al conflicto interno y a la realidad exterior, cuya particularidad depende, una vez más, de los sistemas motivacionales en juego: angustias narcisistas -inferioridad, vergüenza, etc.-, angustias de apego -separación, abandono, etc.-, angustias de hetero-autoconservación (ej.: en la heteroconservación -cuidar al otro, con la posibilidad consiguiente de la existencia de sentimientos de culpa; en la autoconservación, miedos diversos), angustias frente a la desregulación psicobiológica -ejs.: crisis de pánico, fenómenos de despersonalización, etc.-, con los respectivos subtipos dentro de cada una.
D. Grado de tolerancia subjetiva ante la angustia (angustia ante la angustia).
E. Grado de desorganización psicobiológica que la angustia pueda ocasionar:
1) Desequilibrio neurovegetativo -ej.: manifestaciones somáticas de las crisis de pánico.
2) Emergencia de manifestaciones de enfermedad psicosomática.
3) Desorganización psíquica. A diferencia de la dimensión "tolerancia subjetiva ante la angustia", en este caso nos encontramos ante los efectos de la angustia en la operatoria del psiquismo y de su relación con lo somático. No se trata de un fenómeno puramente imaginario, representacional, sino de las consecuencias en el funcionamiento psíquico -ejs.: fenómenos de suspensión de grado variable de la capacidad representacional, la mente "en blanco" o, en su grado máximo, el fenómeno de "amentación", descrito por Ogden. Igualmente, alteraciones en el curso del pensamiento, reemplazo del proceso secundario por el primario y del nivel conceptual-verbal por el alucinatorio, etc.
Ejemplos de los efectos sobre la operatoria del psiquismo que producen ciertas representaciones: a) el estado de obnubilación, perplejidad, de casi suspensión de la función simbólica, que ocurren en los primeros momentos de los acontecimientos traumáticos, lo que podemos considera como estado de shock psíquico; b) la desactivación del pensar, el adormecimiento, la disminución de la libido de ciertos estados depresivos.
La vulnerabilidad de la operatoria del psiquismo ante la angustia es una variable que distingue a las personalidades borderderline o psicóticas. Mientras que las personalidades neuróticas resisten altos niveles de angustia, aquéllas se desorganizan psíquicamente con relativa facilidad.
F. Las defensas que se ponen en juego, diferenciando entre mecanismos de defensa, defensas en el inconsciente y compensaciones (ver Bleichmar, 1997, p. 343 y sig.).
G. Los recursos que se tienen para llevar adelante los deseos. No basta con desear algo, que el superyó lo permita, que no se despierte angustia y que se lo vea como realizable, pues si la persona no tiene las capacidades emocionales e instrumentales / prácticas para llevar a la acción esos deseos todo quedará en el nivel del deseo fantaseado. Es una de las razones, entre muchas otras, por las cuáles la pregunta sobre el deseo y el reconocimiento del deseo es sólo una parte de las cuestiones a las que debe responder un diagnóstico. En este sentido, la prohibición del deseo -eje de la primera psicopatología freudiana- no constituye el único obstáculo que se interpone en el camino de aquél. En el curso del deseo hacia su realización hay una serie de eslabones que son todos ellos condiciones necesarias:
1. Surgimiento del deseo, es decir que exista y que tenga fuerza. La fuerza del deseo de cada sistema motivacional no es de carácter universal y su única variación individual sería si está reprimido o no. En "Avances en Psicoterapia Psicoanalítica" (Bleichmar, 1997) hemos señalado que si el deseo, en su especificidad, depende del papel estructurante del otro, cuando este otro no catectiza un área de deseo del sujeto quedará un agujero en el psiquismo, diferente de cuando el deseo es intenso y está reprimido -primera psicopatología freudiana con las descripciones de la histeria y de los cuadros obsesivos, por ejemplo.
2. Que no despierte angustia inhibitoria por parte de la crítica interna del superyó o de la creencia -a veces concordante con la realidad- sobre una amenaza externa que se le opone.
3. Que se sienta como realizable
4. Que se tengan los recursos yoicos para implementar su puesta en acto en la realidad.
H. Papel de la agresividad y de las tendencias libidinales, como fuerzas contrapuestas que moldean los tipos de deseos que crean e impulsan. La expresión tendencias libidinales tiene una connotación similar a algunos de los componentes que Freud metaforizó bajo la denominación de Eros: estado emocional de amor al objeto y a sí mismo, de búsqueda de unión, de protección de la vida, de disminución del conflicto.
Las tendencias agresivas y libidinales constituyen grandes líneas de fuerza en todo sujeto, con un peso relativo de cada una de ellas que es variable, con momentos en que se activan unas u otras, con una base constitucional pero dependiendo en su desarrollo, en su intensificación o disminución de las condiciones que el sujeto va encontrando en sus intercambios con la realidad exterior, especialmente con sus seres significativos. Pero, una vez alcanzada una cierta estructuración del sujeto, serán vectores que incidirán para la forma que adopten los distintos sistemas
...