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Los origenes del Psicoanalisis: el enigma de la histeria


Enviado por   •  20 de Agosto de 2014  •  3.502 Palabras (15 Páginas)  •  243 Visitas

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LOS ORÍGENES DEL PSICOANÁLISIS: EL ENIGMA DE LA HISTERIA

El objeto del psicoanálisis son los fenómenos inconscientes no observables a primera vista pero susceptibles de registro a través de sus manifestaciones, del lenguaje verbal y del no verbal, aunque el psicoanálisis se centra sobretodo en la palabra. Su método es la asociación libre.

Neurosis: en sus orígenes las neurosis eran objeto de estudio del neurólogo y se explicaban como trastornos del sistema nervioso. En psicología clínica el término neurosis, psiconeurosis o trastorno neurótico se usa para referirse a trastornos mentales o a desequilibrios psíquicos. No son enfermedades en el sentido médico, pues su etiología no es biológica sino psicológica.

Las neurosis son considerados trastornos menores puesto que no se pierde el juicio ni el sentido de la realidad como en las psicosis, aunque pueden incapacitar a la persona tanto a nivel social como profesional. Se presentan como exageraciones de situaciones normales, la patología es la exageración. Se habla de síntomas neuróticos cuando, en vez de desaparecer, aparecen reiteradamente, siendo, en general, de curso crónico.

Las neurosis no son enfermedades ya que en el trastorno neurótico no existe una causa orgánica. Se vio que, por ejemplo, en el caso de la histeria no existía perturbación orgánica. Se comprobó que algún caso de parálisis caminaba bajo los efectos de la hipnosis y no en estado de vigilia. Entonces se habló de parálisis funcional, una patología en la función, pero no orgánica. Freud se dio cuenta de que los efectos curativos conseguidos a través de la hipnosis se basaban en la relación del paciente con el terapeuta, pues al finalizar el tratamiento el síntoma reaparecía. Y, puesto que los resultados no perduraban, abandonó la hipnosis, aunque siguió usando otros tipos de sugestión como la imposición de manos sobre la frente para ayudar a recordar.

Al dejar la sugestión, Freud pasó a usar la técnica de la asociación libre, un método de Jung. En Jung la asociación no era libre sino que se partía de una palabra-estímulo. Freud, en cambio, no proponía ningún estímulo concreto, solamente planteaba la siguiente pregunta: ¿con qué relacionarías este síntoma? Freud deja de intervenir activamente (guiando, sugestionando, indicando...) y pasa a escuchar activamente. La asociación libre no es libre desde el punto de vista del contenido, es libre desde la intención consciente. Con la asociación libre se busca abandonar los controles de la mente consciente, se invita a romper el discurso coherente y a acceder a lo invisible a primera vista, pues lo inconsciente es el eslabón que falta para poder comprender el fenómeno consciente.

En el proceso analítico se van poniendo palabras (en el dibujo hay simbolización y, por tanto, palabra). La experiencia es más rica que la palabra, el lenguaje limita, pero al mismo tiempo revela la realidad. Para que acceda a la conciencia hay que nombrar lo inconsciente. Por esto "hablemos aunque sepamos que no todo se va a poder expresar". Lo simbólico, la palabra, recorta pero recoge la realidad. El símbolo surge en ausencia del objeto. El niño no diría mamá si la mamá estuviera siempre, pues el símbolo reemplaza al objeto ausente, representándolo. Esto permite hacer un proceso de elaboración, es decir, de simbolización: elaborar lo vivido nos permite digerirlo y asimilarlo, no hace desaparecer el trauma pero nos ayuda a superarlo, a convivir con él y a tolerarlo. Algunas patologías actuales están relacionadas con la imposibilidad de simbolizar, no pudiendo elaborar la mala experiencia ni una nueva identidad, produciéndose un pasaje al acto o actuación.

El análisis psicoanalítico no es un proceso en el cual se van revelando verdades sino que, de la misma manera que para comprender una novela hay que llegar al final, en el análisis no podemos concluir sobre un paciente hasta el fin del tratamiento. Aún así, después de irse el paciente puede regresar. Nunca se agota el inconsciente. Por razones prácticas, decía Freud, hay que dejar el tratamiento cuando se alivie el síntoma, pero nunca se va a terminar la búsqueda.

LA REPRESIÓN Y OTROS MECANISMOS DE DEFENSA

Los mecanismos de defensa son estrategias o procesos inconscientes cuyo propósito es proteger el yo de la angustia y favorecer su adaptación. En psicoanálisis el mecanismo de defensa más importante y clave para entender todos los demás es la represión. Otros mecanismos de defensa son la sublimación, la condensación y el desplazamiento.

REPRESIÓN. La patología es generada por un exceso de represión. Una cosa es decidir postergar un deseo y otra cosa es reprimirlo. El yo que reprime es el yo inmaduro de un niño pequeño, un yo que no se siente fuerte y que entonces reprime inconscientemente. Otra cosa es el rechazo consciente. El yo reprime el deseo porque le genera angustia. La angustia es el motor de la represión y, a su vez, es un indicador de que se ha llegado a algo importante. La angustia provoca resistencia. La resistencia es un reflejo del conflicto entre querer y no querer, es un límite, es lo que imposibilita que pueda realizarse el trabajo analítico. Aun así el deseo oculto no desaparece y trata de llegar a la conciencia, por eso presiona.

De esa lucha entre el deseo inconsciente y el yo consciente surge el síntoma.

a) Si ambas fuerzas con la misma intensidad son opuestas se genera parálisis. El deseo inconsciente queda reprimido (dormido)

b) Si no se da entre ellas una oposición sino que es posible satisfacer un poco a ambas fuerzas entonces se produce una transacción.

En la transacción el deseo inconsciente no aparece, no se soportaría. En su lugar aparece el síntoma como resultado del conflicto yo-deseo. El dolor físico, la fobia o la obsesión no crean angustia igual que el deseo inconsciente. El síntoma aparece como un símbolo, un disfraz. Freud lo llama retorno de lo reprimido.

OTROS MECANISMOS DE DEFENSA

Sublimación: es un proceso por el cual la pulsión infantil o energía libidinal ni se reprime ni se desborda sino que se canaliza hacia un fin constructivo. Si, ante un deseo que no se puede satisfacer porque produciría daño, en lugar de represión se da una sublimación exitosa, se podrá usar esa energía para una nueva finalidad que generalmente tiene valores ideales, para algo constructivo. Por ejemplo si la pulsión de "abrir muñecas" se reprime se genera neurosis, si se sublima uno podría convertirse en cirujano y si ni se reprime ni se sublima podría actuar como Jack el destripador.

Desplazamiento:

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