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Psicoanálisis para niños. Ficción de sus orígenes. Silvia I. Fendrik. Cap. 1, 3, 5.


Enviado por   •  29 de Agosto de 2016  •  Trabajos  •  3.866 Palabras (16 Páginas)  •  634 Visitas

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Ficha 6

Psicoanálisis para niños. Ficción de sus orígenes. Silvia I. Fendrik. Cap. 1, 3, 5.

Capítulo 1

Suele tomarse como punto nodal del análisis infantil el caso Juanito. Sin embargo, desde que el mismo fue publicado hasta que comenzó a instalarse con mayor fuerza la clínica de niños pasaron varios años. ¿Qué sucedió entre medio? ¿El análisis de Juanito había sido olvidado? Debieron pasar muchos años para que la pregunta en dicho caso formulada, acerca de la validez y la posibilidad de analizar a un niño fuera retomada. Durante los años que transcurrieron, lo niños no fueron olvidados sino que fueron objeto de permanentes observaciones destinadas a corroborar las hipótesis obtenidas en el tratamiento de pacientes adultos, así como destinatarios de medidas educativas innovadoras inspiradas en esos descubrimientos. Pero no se lo consideraba posibles pacientes, al menos no en el marco de una cura realizada por un analista ajeno al ámbito familiar. En relación a esto, Melanie Klein sostenía que el análisis de niños no había prosperado porque no era llevado adelante “con espíritu libre y desprejuiciado” dado que se consideraba a los niños sujetos no aptos para el análisis. Este debiera ser emprendido, en cambio, según esta autora, sin ningún tipo de inhibición, de preconcepto o restricción.

Oficialmente se sitúan los comienzos del análisis infantil por remisión a los criterios establecidos por Melanie Klein y por Anna Freud en tanto dos opciones, dos modos opuestos de analizar niños: el pedagógico y el analítico. Juanito se menciona siempre como un ilustre precedente, pero en ningún caso se hace referencia a una cuestión fundamental: el destino de la convicción de Freud, enunciada en el caso Juanito, de que este análisis se hizo posible por la confluencia de la autoridad médica y la autoridad paterna en una sola persona. Es decir, que de acuerdo con esta afirmación sólo la unión padre-analista posibilitaría, en el caso de los niños, el empleo adecuado del método analítico.

Aparentemente no hubo respuesta a esta afirmación. Sin embargo, la autora destaca dos cuestiones llamativas íntimamente ligadas con el planteo: Klein en sus inicios llevó adelante un “casi” análisis de su hijo menor, Erich y Freud por su parte hizo análisis didáctico con su propio padre. Esto sería una cuestión fundamental, a tener en cuenta, que precede a la inauguración oficial del análisis de niños en tanto nuevo espacio clínico que brindaría la posibilidad de separar a los niños como posibles pacientes, de sus padres-analistas. En ninguno de los dos modelos se hará referencia a esta cuestión de unión entre padre y terapeuta.

“El análisis profano” los comienzos del PSA de niños coinciden con un intenso debate acerca de la formación del analista y con los primeros intentos de institucionalizar esta formación. ¿Tiene que ser médico quien ejerza el psicoanálisis? Freud decía que quería entregarlo a un grupo profesional que aún no existía, el de pastores de almas “profanos”, que no fueran médicos ni sacerdotes.

En este contexto, es curioso que los psicoanalistas de niños aparezcan quedando expresamente eximidos de la formación médica que se solía recomendar a los analistas adultos. Esto puede tener que ver con esta defensa de Freud del análisis profano, o con el nexo entre la educación de niños y  el psicoanálisis. Indudablemente esto imprimió en el PSA de niños desde sus comienzos, ciertas marcas que lo hicieron “diferente”.

Este debate acerca de la formación y la posición del psicoanalista, quedará reflejado en el antagonismo Freud- Klein. Los defensores del análisis “puro” se verán atraídos por Klein, los que defiendan el análisis como un Bien Supremo y Universal, de carácter insustituible e inapreciable para la resolución eficaz de los inevitables conflictos por los que cualquier ser humano tiene que atravesar. En cambio, Anna Freud y sus seguidores, reivindican como necesaria la función pedagógica del analista de niños y sostienen una postura en la que cada caso, con su singularidad de síntomas, y circunstancias, podrá o no dar lugar a una demanda de análisis.

Ya hemos mencionado que entre el niño como confirmación empírica de la validez de algún concepto teórico (teorías sexuales, fort da, sexualidad infantil y sus fases, etc.) y el niño como paciente, pasaron muchos años. Pero el comienzo de la década del 20 marca un momento crucial en la historia del psicoanálisis. Europa se recuperaba de la guerra, la cual había golpeado fuertemente a la fe ilimitada en el progreso, y tampoco era un consuelo la religión. En ese contexto las ciencias tomarían un nuevo impulso, y todo aquello que pudiera colaborar en la construcción del “hombre nuevo” y de un futuro mejor era objeto de grandes expectativas.

Así surge el tiempo de empezar a pensar en la posibilidad de abordar directamente a los niños como un terreno aún inexplorado y lleno de promesas para la cura analítica y para los nuevos aportes que la teoría necesitaba.

Igualmente todo este contexto no basta para dar cuenta de la institucionalización del psicoanálisis de niños, permite situarla, pero no da cuenta de un hecho esencial: que sus principios hayan surgido bajo la forma de las dos versiones antagónicas en torno de las cuelas se dividirá la comunidad analítica. Las dos versiones serían según la autora, los modos de responder a una cuestión que no pudo decirse de otro modo: la unión entre padre y analista. Y serán antagónicas porque en un caso la versión del niño paciente provendrá de la hija analizada por su padre y en el otro de una madre que ha analizado a su hijo. Algo de este origen será puesto en acto en la escena analítica de cada una de estas propuestas destinadas a los pacientes niños.

Capítulo 3

Debate Viena y Melanie Klein

El primer debate de Viena y Klein se construye sobre cuando el análisis es necesario, si en caso de trastornos es decir en caso de neurosis infantil como defendía la escuela de Viena y Anna Freud o si se podía hacer análisis cuando aún no existían síntomas manifiestos como mencionaba Melanie Klein.

Se definirán ciertos obstáculos para el análisis de niños.  No se puede determinar a priori si el hecho de que el niño sea llevado por sus padres; que el análisis lea sea desconocido, que no siempre perciba sus propios trastornos; que sean quienes lo rodean los que padecen o se preocupan entre otros constituirán o no obstáculos.  Anna Freud considera indispensable averiguar, en cada situación el camino para establecer el análisis y la importancia de diferenciar la posición del paciente con sus dificultades, del deseo del analista que en ocasiones llevara al analista a escuchar un pedido de demanda donde no lo hay. Lo importante en todos los casos es que pueda reconocer este deseo y no utilizar argumentos en el afán de justificarlo.

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