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Maltrato Infantil Y Aprovechamiento Académico

Euphorion16 de Septiembre de 2014

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Maltrato infantil y su relación con el rendimiento académico

Por: Omar Isaias González Zapién

Planteamiento del problema:

Conocer si se presenta maltrato infantil en las escuelas y conocer su relación con el rendimiento académico en niños de primaria.

Objetivos específicos:

Conocer si sufren de maltrato los niños con bajo, medio y alto rendimiento académico y reprobados, si padecen, cual es el más común.

Preguntas de investigación:

¿Se presenta maltrato en los niños con rendimiento académico bajo, medio, alto y reprobado?

¿Qué tipos de maltrato presentan los niños con rendimiento académico bajo, medio, alto y reprobado, y cuál es el más común?

¿Existe relación entre el maltrato infantil con el rendimiento académico?

Justificación:

Las investigaciones acerca de la relación entre maltrato infantil y rendimiento académico son pocas, por lo que es necesario este tipo de investigaciones, ya que el maltrato puede ser uno de los factores por el que algunos niños no aprenden o se les dificulta la atención en la escuela. La información que se obtenga de este estudio podrá ayudar a distinguir si un problema de aprendizaje en algún niño se debe por aspectos cognitivos o por maltrato.

Viabilidad:

Para realizar este estudio, se necesita la participación de niños de escuelas primarias y el instrumento o cuestionario.

Marco teórico:

El maltrato de niños y niñas está fuertemente entremezclado con la definición y redefinición de valores en el tiempo. Considerados como la propiedad de sus padres a lo largo de muchos momentos de la historia, los/as niños/as eran abandonados, abusados, explotados, vendidos o hasta asesinados por sus padres sin ninguna consecuencia legal. Los/as niños/as asumían papeles adultos a edades tempranas, y el infanticidio era un medio aceptado para librar a la madre o a la familia de una carga indeseable. Mientras que la sociedad moderna ha ido evolucionando la perspectiva que se ha tenido hacia los/as y las reformas para la protección de los/as niños/as, se han aprobado más lentamente (Whitcomb et al., 2002).

Actualmente, el maltrato infantil se ha convertido en un problema social emergente en todo el mundo; pese a ello la atención que cada país otorga a este problema depende básicamente de su desarrollo social y capacidad económica.

En la actualidad, el maltrato infantil es una preocupación nacional e internacional, destacando el interés particular por algunas de sus manifestaciones como la violencia familiar, la explotación o la pornografía infantil. A nivel internacional, diferentes instrumentos reconocen esta situación de vulnerabilidad infantil, sirve de ejemplo la Declaración Universal de los Derechos del Niño, emitida por la Organización de las Naciones Unidas y mejorada en tres fases: la Declaración de 1928, la de 1948 y por último la Declaración de los Derechos de los Niños de 1959. Así como reformas a las normas secundarias que aún presentan importantes violaciones de derechos de los niños y niñas.

A lo anterior se suma el establecimiento en 1979 del Año Internacional del Niño, las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para la Administración de Justicia de Menores (Reglas de Beijing, 1985) y la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) de 1989. Todo esto culminó con la entrada en vigor

de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de la Niñez, el 2 de septiembre de 1990, tras cerca de 70 años de esfuerzos por obtener de la comunidad internacional un reconocimiento de las necesidades específicas y la vulnerabilidad de los niños y niñas como seres humanos.

En cuanto a los derechos de la infancia en México, el Distrito Federal fue el primero de la Federación que contó con una ley, la Ley de los Derechos de las Niñas y Niños del D.F., la cuál fue aprobada en diciembre de 1999 por la Asamblea Legislativa del D.F., antes que la Ley de carácter federal del 2000. Dicha ley tipifica varios artículos que se relacionan con la protección y el cuidado de los niños y las niñas e incluye la definición de maltrato físico y psicoemocional y denuncia los derechos de las niñas y los niños en el Distrito Federal, incluyendo una vida libre de violencia, el respeto a su integridad física, psicoemocional y sexual, así como el derecho a ser protegido contra toda forma de explotación.

La Sociedad Internacional para la Prevención del Maltrato y Descuido de Menores comparó las definiciones de maltrato de 58 países. Con base en esta comparación en 1999 la Reunión de Consulta de la OMS sobre la Prevención del Maltrato de Menores redactó la siguiente definición (Organización Mundial de la Salud, 1999): “El maltrato o la vejación de menores abarca todas las formas de malos tratos físicos y emocionales, abuso sexual, descuido o negligencia, que originen un daño real o potencial para la salud del niño, su supervivencia, desarrollo o dignidad en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder”.

Maltrato físico: Es cualquier acto realizado por un adulto en forma no accidental que provoca daño físico o enfermedad, poniendo al niño en riesgo de padecerlo como consecuencia de alguna negligencia intencionada. Comprende castigos físicos graves, como fracturas o lesiones en el cuerpo, que pueden mutilar, dejar inutilizada una parte del cuerpo o cicatrices de por vida.

Negligencia: Se refiere a no proveer las necesidades básicas del niño, física, médica y educacional.

Abuso sexual: Comprende diversas conductas por parte de los padres o personas a cargo del cuidado del niño, desde acusaciones relativamente vagas de agresión con lesiones para gratificar deseos sexuales, hasta incidentes más específicos, consistentes en caricias y tocamientos, penetración peneana, violación, sodomía, incesto, exhibicionismo y explotación comercial.

Maltrato psicológico: Alude a devaluar la imagen y el concepto que de sí mismo tiene un niño, adolescente o cualquier otra persona, que impida su desarrollo emocional y lo lleve al fracaso, depresión e incluso el suicidio. Aquí también se incluye el abandono emocional, que se refiere al rechazo y la falta de estimulo, afecto, apoyo y protección necesarios para su óptima evolución psicológica.

En lo que respecta a los cuatro tipos de maltrato, el maltrato emocional es el que más se presenta, tanto para hombres como para mujeres. Seguido por el maltrato físico y físico severo.

La Organización Mundial de la Salud en su Informe Mundial sobre la Violencia y la Salud, refiere que en el año 2000 hubo alrededor de 57,000 defunciones atribuidas a homicidios en menores de 15 años de edad. Las estimaciones de los homicidios de niños/as a nivel mundial indican que los lactantes y los/as niños/as muy pequeños/as corren un riesgo mayor, con tasas en el grupo de 0 a 4 años de edad que equivalen a más del doble de las observadas en los/as niños/as de 5 a 14 años.

De acuerdo con UNICEF, en América Latina y el Caribe en 1999, unos 6 millones de niños, niñas y adolescentes fueron objeto de agresiones severas; se calcula que 80 mil menores mueren cada año por la violencia intrafamiliar. Otros datos sobre el problema son los siguientes; se estima que hay más de

185 mil menores expuestos a distintas formas de violencia como el comercio sexual, el tráfico internacional de estupefacientes, tratantes de blancas, delincuencia juvenil, impacto de las guerras, conflictos armados y abuso sexual, entre otras. El 70% de la violencia en contra de niñas y adolescentes tiene lugar en el entorno familiar. El abuso sexual es más frecuente entre los 5 y 9 años.

El Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF, 2005), registró de 1995 al 2000, un promedio de 25,000 casos de maltrato a menores cada año.

Los niños maltratados muestran diversos problemas de conducta, baja autoestima, inseguridad, resentimiento, agresividad, funcionamiento social inadecuado y de escaso aprovechamiento escolar.

El impacto del maltrato de menores es frecuentemente discutido en términos de sus consecuencias en diversas áreas: física, psicológica, comportamental, y social. Sin embargo, en la realidad no pueden separarse completamente. Por ejemplo, los problemas psicológicos, pueden llevar a comportamientos de alto riesgo. La depresión y la ansiedad, por ejemplo, pueden hacer que una persona sea más propensa a fumar, abusar de

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