Motivación

La conclusión que saco al leer el tema uno (partiendo de la base de que mis conocimientos sobre la materia son limitados, propios de un estudiante de primer año) es que todo lo que conocemos (o creemos conocer), lo que hemos visto, oído o sentido, es tremendamente relativo. No hay verdades universales ni absolutas en algo tan ambiguo como el funcionamiento psicológico del ser humano. Existen tantas teorías como filósofos. Tantas ideas como psicólogos. Y tantas maneras de ver la realidad como cerebros habitan en la tierra. Nos encontramos en una constante evolución donde no se vislumbra el final, donde nada es definitivo y no podemos imaginarnos siquiera cual será el siguiente paso.

El hombre, como especie, pasa su existencia conociéndose a sí mismo, explorándose de forma consciente o inconsciente y, al mismo tiempo, siendo observado por sus semejantes, ávidos de conocimiento y experiencia. Evidentemente, en este proceso abundan más los errores, los palos de ciego, que los éxitos. Es de esos fallos de los que aprendemos a considerar otros caminos, el camino correcto, para recorrer más distancia, llegar más lejos o ver más allá de las limitaciones. En realidad, un tropezón no es más que una invitación a un nuevo intento del que podemos obtener el resultado deseado.

Cuanto más tiempo transcurre, más se valoran los descubrimientos del pasado, aquellos que parecían arcaicos, obsoletos y rudimentarios. En ellos está la base para la evolución, un punto de partida desde el que continuar. Toda evolución necesita de unos cimientos que, en su día, pudieran parecer poco solidos pero que, con el paso de los años y tras nuevos puntos de vista motivados por los avances de las nuevas tecnologías, se descubren como fundamentales. Ya sea por su utilidad o por la necesidad de alejarse de ellos. Sea como fuere, es un espejo donde mirar y comparar los nuevos hallazgos.

El ser humano es completamente inabarcable. Ni nosotros mismos somos capaces de discernir donde está nuestro techo físico o intelectual, pues con la excelente adaptación al medio que experimentamos cada día de nuestras vidas, damos pequeños pasos hacia la consecución de algo más grande y único. Nos empeñamos en descubrir los misterios ocultos de otros planetas, derrochando miles (millones) de recursos económicos y tecnológicos cuando apenas hemos llegado a comprender un pequeño porcentaje de nuestro propio funcionamiento cerebral y psicológico.

Me resulta remarcable el hecho de que cualquier teoría o creencia en el ámbito de la psicología tenga como condición indispensable su posible refutación para futuras mejoras. Es decir, no es una ciencia encerrada en sí misma, sino que está preparada para, en cualquier momento, reconocer posibles deficiencias en sus fórmulas y, de ahí, lograr la máxima excelencia.

Me llama la atención la distinción de especies a través de, principalmente, los motivos secundarios.

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