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Opinion Publica

anasan2221 de Noviembre de 2012

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Universidad Católica de Salta

Facultad de Artes y Ciencias

Carrera: Licenciatura en Psicología

Cátedra: Seminario V (Psicología Social Aplicada)

TRABAJO FINAL

“OPINION PÚBLICA”

Profesor: Lic. Fernando Urbano

Alumnas: Ana Laura Sánchez

Cecilia Belén Ramos

2012

OPINIÓN PÚBLICA

La expresión “opinión pública” proviene de las voces latinas “opinio, opinionis: concepto, opinión”; y “publicus, a, um: pública, manifiesta, sabida por todos”.

Mendoza (1989) considera pertinente en primer lugar diferenciar el concepto de opinión del concepto de juicio, planteando que la opinión es un “un concepto o parecer que se forma de una cosa cuestionable”; mientras que juicio es la “facultad del alma, en cuya virtud el hombre puede distinguir el bien del mal y lo verdadero de lo falso”.

Para definir “opinión pública” realiza una recopilación de distintos significados, planteados por otros autores, tales como:

1) Bismark: “La opinión pública es la tendencia del día”.

2) Kimball Young: “Es una opinión sostenida por un público en cierto momento”.

3) Rivadeneira Prada: “Es un fenómeno psicosocial y político que consiste en la discusión y expresión libres de un grupo humano, en torno a un objeto de interés común”.

4) Otto A. Baumhauer: “Es un mensaje sustancialmente valorativo y exigente, sea a favor o en contra de un individuo, un grupo, etc.”

5) Mendoza: Adopta la definición de la Real Academia Española: “Es la opinión en que coincide la generalidad de las personas acerca de asuntos determinados”.

Por otro lado, es preciso distinguir el carácter público del carácter privado de la opinión pública, teniendo en cuenta que la misma “surge como producto de la interacción de las opiniones individuales” (Mendoza, 1989, p. 28). “Son de carácter público aquellas opiniones individuales que se refieren a temas que afectan intereses legítimos de un grupo, una comunidad, una sociedad o una nación y que están vinculados al bien común” (Mendoza, 1989, p. 29).

En cuanto a las opiniones individuales de carácter privado, Mendoza plantea que son explícitamente privadas y de ningún modo afectan el interés legítimo de un grupo, una comunidad, una sociedad, o una nación, ni muchos menos están vinculados al bien común. (Mendoza, 1989, p. 31).

HISTORIA DE LA OPINIÓN PÚBLICA

Rivadaneira (1992) propone un recorrido –que nosotros seguiremos- de “La opinión pública a través de la historia” (Cap. VI, pp. 75-108). El autor afirma que esta historia se encuentra aún en proceso de construcción, y que todo intento de abordar la historia de la opinión pública debe tener en cuenta hitos de la historia de la comunicación, ya que aquella se origina en ésta.

El arte de influir en el ánimo (como solían llamarlo los antiguos griegos) de los demás a través de un discurso formulado de manera propicia para tal fin, se denominaba retórica, y ya Platón (para quien la opinión era un estado intermedio entre el conocimiento y la creencia) y Aristóteles hablaban de sus beneficios: un discurso bien articulado permitiría modificar las opiniones ajenas a favor de lo que el orador quisiese.

El ser humano buscó la manera de mejorar la comunicación, también en relación a los factores de tiempo y espacio. Así, comenzaron a utilizar el grito en las comunicaciones colectivas, aunque no permitía comunicarse a grandes distancias. Más tarde, se utilizarían mensajeros que recorrerían a pie grandes distancias para llevar las comunicaciones, pero el tiempo que demoraban seguía siendo una dificultad en la comunicación. De este modo se comenzó a utilizar un sistema de señales visuales o auditivas: como el fuego o el humo (usados desde la Grecia Antigua, hasta América, por las tribus de indios); tambores, troncos huecos o instrumentos de vientos cuyos sonidos se oyen aún a distancias muy largas. Todos estos medios compartían la intención de difundir noticias de interés público.

La aparición de la escritura, en el 3.000 a.C, y de la imprenta (el tipo movible de Gutenberg), fueron determinantes en la posibilidad de difundir información pública. Así comenzaron las distintas gacetas o periódicos primitivos.

Martín Lutero, fue un individuo que supo cómo influir en la opinión pública del siglo XVI. Lutero, en desacuerdo con algunas de las políticas de la Iglesia, comenzó a utilizar los discursos que él mismo daba y hojas impresas y manuscritas que contenían sus noventa y cinco tesis y se pegaban en la ciudad, para transmitir al pueblo sus ideas. De ahecho, su influencia en la opinión pública fue tal, que aún en la actualidad su movimiento cuenta con un inmenso número de seguidores.

“El fenómeno opinión pública, con algunas de las características que hoy reconocemos, fue observado por primera vez por Jean Jacques Rousseau y él mismo fue quien denominó al hecho: “opinión pública”, en el año 1.750; (…) tiene el mérito de haber anotado las concomitancias psicosociales y políticas del fenómeno.” (Rivadaneira, 1992, p. 78)

Por otra parte, Glanwill acuñó el término “clima de opinión”, que proponía la necesidad de estudiar la opinión pública a partir de su evolución histórica, supuesto que tomaría la denominada “escuela clásica” como fundamental. El “clima de opinión” era una corriente de opinión determinada.

Como explica Rivadaneira:

“Veintiocho años antes de que Glanwill acuñara el término “clima de opinión”, se produjo un acontecimiento histórico (…) que algunos autores designan como “manipulación” de opinión pública” (1992, p.78)

Este hecho tuvo lugar en la “Congregatio de propagande fide” realizada por el Papa Urbano VIII, con el fin de difundir la fe cristiana. Napoleón, utilizó también la propaganda como medio para rellenar los huecos que la censura, puesta por él mismo a cierta información, dejara.

El filósofo inglés Hobbes, aporta a esta disciplina de la opinión pública al intentar definirla, aunque en estrecha relación con su arista política, y diferenciarla de la opinión privada. Por otra parte, Temple, hablará de la opinión “vulgar” o general, como el medio del que dispone el Estado para ejercer su autoridad y controlar a la mayoría.

Finalmente, Rousseau, afirmaba que los gobernantes debían conocer y saber manejar la opinión pública, para dirigirla hacia los fines que se hubiesen propuesto en términos del gobierno. Si bien la consideraba como característica de una sociedad libre, no creía en su valor más allá del ámbito de lo político.

Locke (citado en Rivadaneira, 1992) sostenía que la opinión es uno de los criterios que el hombre usa para juzgar sus actos y los de sus semejantes, juicio que resulta fundamental para todo ser humano.

Rivadaneira (1992) advierte que lo que tienen en común los diferentes autores que hasta ahora se han expuesto, es la preocupación porque los gobernantes conocieran y supieran utilizar la opinión pública; más que la preocupación porque el pueblo conociera de fuentes confiables la manera en que sus gobernantes desarrollaban sus actividades. Esto se logrará pues en Francia con la Revolución de 1.789, que permitirá el crecimiento y desarrollo de la opinión pública a partir de la caída de la monarquía, pues había generado tanto opiniones a favor como en contra, de un inmenso número de personas (Rivadaneira, 1992).

“Antes de la revolución, la formación de la opinión pública se desarrolló a través de diferentes canales: verbales y escritos, principalmente, opinión que tomaba cuerpo en todos los ámbitos de la sociedad, incluyendo sectores de la nobleza.

La difusión de las ideas a través de libros, cartas, panfletos, libelos, seminarios, discusiones grupales, controversias y discursos en los cafés y salones, fomentaban opinión a la medida y con las características del momento y no cabe otro análisis que no sea dentro del contexto histórico (…)” (Rivadaneira, 1992, p. 85)

En el siglo XIX, el proceso de la comunicación humana cambia notablemente por factores de diversa índole (políticos, económicos, sociales, etc.), se complejiza, agiliza, se masifica, se hace más efectiva; aporta a la industria y recibe a su vez aportes de esta. En este siglo, comienzan las primeras manifestaciones de las opiniones de la clase media, y la tecnología irá permitiendo el desarrollo de lo que llegarán a ser los medios masivos de comunicación: telégrafo, teléfono, cables submarinos (Mendoza, 1.989).

En el siglo XX cercen considerablemente los medios de comunicación masiva: televisión, radio, editoriales, periódicos, la publicidad y la propaganda, nace la ciencia que estudia la comunicación. Las dos guerras mundiales utilizaron la propaganda como medio para la manipulación de la opinión pública con fines que fueran acordes a la guerra: atraer jóvenes para que ingresaran en los ejércitos, conseguir aliados, defender los propios intereses, etc. (Rivadaneira, 1992)

OPINIÓN PÚBLICA: DIFERENTES TEORÍAS PARA ABORDAR EL FENÓMENO

Mendoza (1.989) afirma la existencia de dos tipos de teorías que estudian la opinión pública: las racionalistas y las no-racionalistas, y describe ambas del siguiente modo:

Los racionalistas promulgaban la posibilidad

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