Padres Con Trastornos

Los hijos cuyos progenitores padecen un trastorno psicologico pueden sufrir una infancia marcada por problemas emocionales. Por este motivo, si la familia no recibe la atención profesional necesaria, estos niños tendran mayor riesgo de desarrollar algún tipo de problema psicológico durante la vida adulta.

Una de cada cuatro personas sufre una enfermedad mental a lo largo de su vida, y muchas tienen hijos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define enfermedad mental como conjunto de síntomas y conductas clínicamente reconocibles, asociado en la mayoría de los casos con el malestar y con la interferencia en el funcionamiento personal. Hay distintas patologías psiquiátricas, así como distintos niveles de gravedad solo unos pocos niños viven con un padre que tiene un trastorno mental severo como puede ser la esquizofrenia, el trastorno bipolar,el obsesivo-compulsivo, entre otros, pues bastantes más niños viven con un padre que tiene problemas crónicos como puede ser la dependencia de alcohol, drogas, o depresión crónica, estas son diferentes dolencias que tienen en común dificultar en mayor o menor medida la vida de las personas que las sufren y las de sus descendientes.

Tomemos como ejemplo a los padres que padecen el trastorno obsesivo compulsivo de la personalidad, son padres exigentes, que castigan con dureza y sin flexibilidad al hijo cuando se porta mal o no cumple con sus expectativas, las cuales acostumbran a ser excesivas e inalcanzables para un niño.

Por ejemplo si el niño saca B en una asignatura escolar , el padre le exige un B+, si saca un B+ le exigirá un A, si saca un A, le exige AD o A+, y si saca AD, le recuerda constantemente que no debe dejar de esforzarse para ser siempre el mejor.

Esta actitud por parte de los progenitores provoca al niño reacciones diferentes como rebelarse contra el padre o madre y evolucionar hacia un trastorno disocial o trastorno negativista desafiante que son los precedentes para un trastorno antisocial de la personalidad aunque también puede someterse y aceptar la actitud de los padres, intentando responder de forma casi obsesiva a las exigencias de estos. Si consiguen cumplirlas se sienten bien consigo mismos, si no lo consiguen, asumen las críticas de sus padres, y lo que es peor, aprenden a criticarse cruelmente a ellos mismos, estableciéndose una fuerte baja autoestima.

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