Pichón Rivière, Enrique. “Freud, punto de partida de la Psicología Social”
daianacosciaResumen22 de Febrero de 2021
4.510 Palabras (19 Páginas)681 Visitas
Pichón Rivière, Enrique. “Freud, punto de partida de la Psicología Social”
Freud constituye el punto de partida debido a que plantea que toda psicología es, en sentido amplio, una psicología social. Esto es debido a que siempre hay otro, “el otro” que, en la vida anímica individual aparece integrado siempre, ya sea como modelo, como objeto, auxiliar o adversario.
Las relaciones que Freud considera como fenómenos sociales son aquellas externas, las que el individuo mantiene con su familia, con la persona que de la que hace su objeto de amor, con su médico o allegados Y los fenómenos narcisisticos, en oposición, son aquellos que se pueden denominar como relaciones sociales externas que han sido internalizadas.
P.R. denomina vínculo interno a estas relaciones sociales externas que han sido internalizadas y son relaciones que reproducen en el ámbito del yo relaciones grupales o ecológicas. Toma este aporte de la escuela de Melanie Klein y plantea que estas estructuras vinculares incluyen al sujeto, al objeto y a sus mutuas interrelaciones y se configuran sobre la base de experiencias muy tempranas, es decir por la experiencia y no por instinto, por lo que excluye este concepto de su teoría.
Este conjunto de relaciones internalizadas en permanente interacción y sufriendo la actividad de mecanismos o técnicas defensivas constituye el grupo interno, con sus relaciones, contenido de la fantasía inconsciente.
Así, para P.R. toda vida mental inconsciente debe ser considerada como la interacción entre objetos internos (grupo interno), en permanente relación dialéctica con los objetos del mundo exterior.
Para Pichón Riviere Freud, más allá de su análisis integral de la relación individuo-sociedad, no logró desprenderse de una concepción antropocéntrica que le impedía desarrollar un enfoque dialéctico.
Todo este desarrollo denota que para el autor el eje fundamental recae sobre la interacción dialéctica del individuo con su medio, de su grupo interno y su grupo externo; partiendo de esta base, para él, la psicología es estrictamente social.
Quiroga, Ana: "Relaciones sociales, procesos de crisis y cambio y subjetividad"
- LA ELABORACIÓN DE UN CRITERIO DE SALUD REQUIERE EL ANÁLISIS DE LAS FORMAS CONCRETAS QUE TOMA LA RELACIÓN FUNDANTE SUJETO-MUNDO. Esta última se trata de una relación de recíproca determinación y transformación entre un sujeto de la praxis y una realidad que lo trasciende y a la que a su vez modifica y produce.
Esta concepción de la relación sujeto-mundo tiene su base en la concepción de sujeto de Pichón-Riviere, al que ve como un ser complejo y lo caracteriza como ser de necesidades que sólo se satisfacen socialmente, en relaciones que lo determinan, por lo tanto es sujeto producido en una praxis. También en tanto ser de necesidades sostiene que el sujeto se constituye en su subjetividad, psíquica y social, en y por una actividad transformadora de sí y de la realidad. Por lo tanto la complejidad del sujeto surge del hecho que en tanto configurado y determinado en y por una red relacional, es sujeto PRODUCIDO, emergente de procesos sociales, institucionales, vinculares. Y que, a la vez hace a su esencia ser el PRODUCTOR de su vida material, lo que lo define como sujeto de la historia, creador del orden social y del universo simbólico que es su escenario.
A partir de esto, para el análisis requerido en el criterio de salud se indagaría sobre las posibilidades del sujeto para realizar dicha acción transformadora. Esta última implica una adaptación activa a la realidad que tenga en cuenta las necesidades, condiciones concretas, potencialidades. Así se investigaría: el grado de flexibilidad o estereotipia en la relación mundo interno, mundo externo; y la capacidad de alcanzar un conocimiento de sí en situación, en el universo de experiencia y su significación. ---> Esto requiere el análisis de su conducta, sus vínculos, su hacer y su representación del mundo, la indagación por el grado de plasticidad de las técnicas del yo que permiten el encuentro dialéctico e instrumental entre el sujeto y el mundo y que están al servicio del aprendizaje, en tanto aprehensión de la realidad .<---
El otro polo de la relación también deberá ser analizado, es decir el orden social, institucional vincular en el que emerge y que es su escenario, que constituye el universo de experiencia y significación, de relaciones y procesos en los que debe posicionarse el sujeto. De este se analizará el destino que se le da a las necesidades de los sujetos, si son reconocidas o no
, como son valorizadas y qué sostén ofrecen estos espacios institucionales. De esta manera se intentará profundizar en el universo de sentido que condensa el sistema de representaciones (ideología) que legitima una cotidianidad como orden válido, natural, humano.
- En primer lugar, cuando Ana Quiroga habla de crisis la caracteriza como forma de
movimiento , asociada a una ruptura, discontinuidad, desestructuración de un orden previo que por extensión implica pérdida o ausencia de referentes. Muchas veces se introduce el carácter de lo violento a partir de una súbita discontinuidad, que es coherente con el rasgo de tensión extrema de contradicción. Desde la perspectiva de su desarrollo temporal, en la crisis, una organización preexistente se muestra inadecuada, insuficiente y tiende a desaparecer. En
tanto no se perfila nítidamente una nueva organización, lo que emerge, todavía indefinido, aún no es referente ni sostén. De allí que las crisis impliquen a la vez que transformación cualitativa e inestructuración, inestabilidad. Crisis es desorden, movimiento múltiple, tránsito. [La ciencia, el arte y la política, han intentado indagar la vida cotidiana. Lo han logrado solo aquellas que emergiendo de los momentos de crisis, que implican una quiebra de lo cotidiano, se proponen desocultar lo oculto, penetrar en la apariencia para alcanzar la esencia de los hechos. (CAP 5)]
Paradójicamente, según el contexto social-histórico, según la sociedad, en ciertas
situaciones de crisis, esta puede instalarse otorgando una nueva calidad a la experiencia y transformándose en un referente universal, omnipresente y abstracto ---> LA CRISIS, que todo lo justifica y explica. Esto implica un riesgo de naturalizarla, antagónico a la posibilidad de tomar conciencia de ella a intentar resolverla. (LA CRISIS como cotidianidad -manifestación y velo-)
Muchas veces, desde una visión del mundo rígida e inmovilista, en la que no se contempla la dialéctica orden-desorden, la crisis adquiere valor unilateralmente negativo, identificada solo con el caos y la destrucción, como un acontecer caótico, catastrófico, en una postura que niega el carácter omnipresente del movimiento. Así desde ciertos intereses se propone, como ideal, un “cierto orden” “eterno” al que muchas veces le subyace otra forma de violencia extrema, de mortífera destrucción.
- La vinculación entre crisis y subjetividad funda dialéctica la identidad del sujeto. El psiquismo humano se configura como movimiento de desestructuración y estructuración, de quiebra y resolución. El hombre es un ser a cuya esencia hace el movimiento. Como sujeto histórico es sujeto de las crisis y sus elaboraciones. El proceso de constitución de la subjetividad está opera desde el comienzo de la vida, redefiniendo sus formas. La organización psíquica tiene carácter de sistema abierto, por el cual está en relación dialéctica con el mundo y en movimiento continuo de modificación e integración. Este movimiento es siempre potencialmente crítico. Esto hace de la continencia y el sostén social, institucional, grupal y vincular una necesidad omnipresente como estructura relativamente estable, que opere de referente y posibilitantes de la vida psíquica.
En la crisis social, el más determinante y abarcativo de los encuadres, el sistema de relaciones que sostiene y normaliza a las organizaciones, se moviliza y convulsiona. Como ya no hay apoyatura, ni en lo viejo, ni en lo nuevo, se anticipa un impacto crítico en la subjetividad. En medio de un clima de confusión ambigüedad e incertidumbre los sujetos corren el riesgo de quedar atrapados [sujetados] en la crisis, sin poder posicionarse como protagonistas de ese acontecer histórico. Una pérdida masiva de referentes genera conmoción, perturbación subjetiva tal que puede devenir en una crisis del sujeto. Este se ve dificultado
para procesar y simbolizar una multiplicidad de hechos perturbando su ser-en-el-mundo y que hace emerger la angustia que puede llegar a convertirse en vivencia catastrófica.
La ruptura de la cotidianidad implica un desordenamiento en nuestra temporalidad y vivencia emocional, que cumplen un rol fundamental en la construcción de nuestra identidad. En la crisis aparece lo vertiginoso fracturando la relación entre necesidades metas disponibles y acceso a la satisfacción e impacta, lo que impacta en la subjetividad en distintos aspectos.
- Se potencian los sentimientos de desintrumentación y privación, lo que constituye un severo ataque al yo y la cotidianidad ya no puede ser asumida como proyecto sino vivida como fragmentación.
- Ataque a la identidad y daño a la autoestima: se hiere el sujeto en su condición de productor. La actividad productiva se deteriora y queda habilitada solo para la posibilidad de satisfacer necesidades básicas. Se pone en cuestión una forma fundamental de articularse con el mundo (otros).
- Vacío, incertidumbre, destrucción, vertiginosidad conducen a la confusión y sufrimiento psíquico como los rasgos más dolorosos de la crisis. Así se intensifican los sentimientos de vulnerabilidad, fragilización yoica, la vivencia de “estar a merced de los acontecimientos” y soledad.
- En las crisis las relaciones son fuertemente convocadas, interrogadas, puestas a prueba, en una doble modalidad:
- Regresiva: dominado por la transferencia de aspectos primitivos, demanda al otro, al
grupo o a la institución desde la ilusión de un “grupo refugio” que por su clausura, proteja del mundo. La fragilización subjetiva lleva a vivenciar como amenazante la diversidad la diferencia, y como antagónica toda contradicción. Esta ilusión no se sostiene y lleva a la desconfianza, a una significación negativa del otro y del grupo, manifestación del actual malestar en la cultura.
- Evolucionada: Grupos, vínculos, organizaciones son requeridos, reclamados e instituidos como referentes. como espacios alternativos a una realidad frustrante. La primera tarea de estos “espacios vinculares” es gestar la posibilidad de encuentro, superando la fragmentación que hegemoniza la vida social, trabajando en la dialéctica unidad-diversidad, acercarse al diseño de un futuro a través de un proyecto, transitando hacia una resolución.
- La historia muestra que las crisis tanto personales, sociales u organizacionales abren posibilidades de conciencia y de tránsito de caminos innovadores. En las crisis hay tensión, decisión y desenlace. Este último no está desligado de un posicionamiento de los sujetos ante el movimiento y complejidad de las crisis. Esta posición se toma desde la propia identidad producto de un procesos social y subjetivo desde la historicidad unidad y continuidad del sujeto y las organizaciones que funciona como soporte interno. Esta identidad implica movimiento semejanza y diferencia. Desde aquí, el sujeto se sitúa en el presente y anticipa un
futuro, sostenido y sosteniendo un proyecto que da sentido a su vida personal y a su ser social. Este proceso constituye su referente, su sostén. El proyecto implica un nivel de conciencia y articulación, religación e identificación muy diferente del de aquel en el que vive quien vive aislado, en soledad, perdido entre los hechos y los fantasmas. Así es como un posicionamiento como actor y protagonista del movimiento social, con posibilidades de acción y decisión favorece la calidad de las vivencias y el destino de los sujetos en las crisis sociales.
...