Proceso De Convertirse En Persona

CÓMO PODEMOS AYUDAR A OTROS?

He descubierto una manera de trabajar con las personas que parece fecunda en posibilidades. El estar frente a una persona perturbada por un conflicto que pide y espera mi ayuda, siempre constituye para mí un gran desafío. ¿Dispondré yo del conocimiento, los recursos, la fuerza psicológica, de la habilidad necesaria para ayudar a esta persona? Hace más de 25 años que vengo intentando responder a este desafío.

Una hipótesis general.

Un modo de describir el cambio que se operó en mí, es decir que durante los primeros años de mi carrera yo me preguntaba: ¿Cómo puedo curar o cambiar a esta persona?, mientras que ahora mi pregunta es ¿Cómo puedo proporcionar una relación que la persona pueda utilizar para su propio crecimiento personal? Se trata de una pregunta no sólo aplicable a la psicoterapia sino a toda relación humana.

Darle a una persona recetas para que cambie paso a paso, puede funcionar como solución temporaria, pero el problema vuelve, logrando que la persona se convenza aún más de su inadecuación.

Así mismo, de un abordaje basado en lo intelectual (en razonamientos) pasé a buscar facilitar el cambio por medio de experimentar un tipo especial de relación, un tipo de relación de ayuda que permite a la persona descubrir dentro de sí misma lo que necesita para crecer.

Se trata de una relación genuina, auténtica, donde el terapeuta debe ser conciente de sus propios sentimientos, haciendo caer la fachada de “científico neutral”, capaz de expresar con palabras y comportamientos los sentimientos personales. Al ser auténticos, ayudamos al otro a serlo también consigo mismo, y a descubrir genuinamente lo que hay dentro suyo.

Se trata de una relación de aceptación y aprecio por ese otro ser humano que tengo en frente, entonces será más posible que la persona use la relación para crecer. Esto supone el reconocer a esa persona UN VALOR INCONDICIONAL, independiente de su condición, de sus sentimientos o comportamientos. Ofrecerle respeto y aprecio hacia ella, aceptación de cada aspecto fluctuante de sí misma. Ofrecer la seguridad de ser querido, es importante en la relación de ayuda.

Así mismo el otro debe percibir el deseo que tenemos de comprenderlo, y una empatía continua ante cada sentimiento y comunicación que nos haga. Cuando el terapeuta acepta sentimientos y pensamientos que al cliente le parecen terribles, y los ve tal como el cliente los ve, recién allí el cliente podrá verse liberado para explorar todos los rincones de sus miedos y sus experiencias internas frecuentemente enterradas. Se trata de dar la libertad al cliente para que explore su sí mismo.

De este modo, una relación terapéutica

- con autenticidad

- con aceptación

- con validación incondicional

- con empatía

torna al terapeuta en un compañero en la búsqueda atemorizante del sí mismo. Búsqueda que el cliente, gracias a esta relación, se siente libre para iniciar.

La motivación para el cambio.

Estoy convencido de que las personas traen dentro suyo la capacidad y la tendencia latente, sino evidente, para caminar rumbo a su naturaleza. En un clima psicológico adecuado, esta tendencia se ve liberada. El sujeto se vuelve capaz de comprender esos aspectos de sí mismo que le vinieron causando dolor e insatisfacción. El sujeto puede explorar, tras el acontecimiento conciente, aquellas experiencias que esconde por resultarle amenazadoras. Así la persona va reorganizando su relación con la vida de modos más maduros. A esto llamo “tendencia al crecimiento” o “rumbo a la autorrealización”, de se ve en toda vida orgánica y humana: expandirse, extenderse, tornarse autónoma, desenvolverse, madurar, tendencia a expresar y activar todas las capacidades del organismo… tal tendencia puede quedar oculta o bloqueada por defensas psicológicas incrustadas que se superponen a ella, fachadas artificiales que niegan su existencia.

Los resultados.

…Y el cambio personal entonces ocurre… En la relación así descrita la persona se reorganiza a nivel conciente, y a niveles más profundos de su personalidad, de modo que puede enfrentar la vida de formas más constructivas, más inteligentes, así como más socializadas y satisfactorias.

Un individuo expuesto a este tipo de relación por un par de horas, se torna más integrado y efectivo, su percepción de sí mismo se torna más realista, se torna más parecido a la persona que desea ser, se valora más, se llena de autoconfianza y se vuelve más autodirigido. Se abre más a sus propias experiencias, las niega y reprime menos. Acepta más a los otros, se estresa menos, se recupera más rápido de las situaciones estresantes, está menos a la defensiva, más adaptativo, más apto para afrontar los desafíos creativamente.

Una hipótesis amplia de las relaciones humanas.

La relación terapéutica es un tipo de relación humana, y por ello creemos que toda relación humana que cuente con los rasgos que describimos, puede dar estos resultados positivos: un docente, un jefe, un entrenador, un padre… de este modo creemos que puede surgir una nueva ciencia de las relaciones humanas.

Cap 3. Características de la relación de ayuda.

Tengo el convencimiento de que la psicoterapia es un tipo de relación interpersonal, y que a todas las relaciones rigen idénticas leyes. Mi interés por tanto no es sólo por la psicoterapia, sino por toda relación de ayuda entre seres humanos, o sea por las relaciones en las que al menos una de las partes, quiere promover el crecimiento, desarrollo, naturalidad, mejor funcionamiento, y una mejor capacidad de enfrentar la vida, ya sea de la otra persona o grupo, promover un mejor uso de los recursos internos latentes.

¿Cómo establecer con el otro una relación que promueva el crecimiento? Hemos buscado responder a esto a través de la investigación científica. En un estudio sobre las actitudes de la persona que ofrece ayuda en relación de padres a hijos, se ha demostrado que la ACEPTACIÓN DEMOCRÁTICA de cada hijo, posibilita que estos tengan un mayor desarrollo intelectual, más originalidad, más seguridad y control emocional, tienden a ser líderes, amigables y no agresivos. Los efectos contrarios los provoca la actitud de RECHAZO ACTIVO. Llevémoslo por ejemplo a una relación de jefe a empleado. Un jefe que se muestra expresivo, respetuoso de su propia individualidad

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