Psicoanálisis: una mirada hacia atrás y hacia adelante
Vin CentEnsayo2 de Diciembre de 2017
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Psicoanálisis: Una mirada hacia atrás y hacia adelante
Alumno: Vincent Burger
Profesora: Marcela González B.
Profesora colaboradora: Denisse Godoy
Ayudante: Francisca García
Alumno: Vicente Rehbein
Fecha: 30/05/2017
Los propósitos del siguiente ensayo son dos: En primer lugar, hacer una pequeña genealogía de la teoría del inconsciente en la tradición de la filosofía idealista alemana, desde Kant, pasando por Schopenhauer y por Nietzsche, para en segundo lugar demostrar brevemente cómo el psicoanálisis se ha proyectado y ha influido en el desarrollo de la teoría crítica, la postmodernidad, y la teoría de género. Las reflexiones que se desprenden de este análisis surgieron de uno de los aspectos más cotidianos para mi en los últimos tres años: mi corta vida académica. La elaboración del presente ensayo está basada en una revisión nostálgica y exhaustiva de mis apuntes de filosofía de primer año, y en la relectura de mis apuntes y de algunos textos de los ramos de psicología social I y II que tuve en primer y segundo año. En consecuencia, este proceso ha sido bastante personal e íntimo, dado que ha implicado recorrer viejos caminos para develar cómo el psicoanálisis, entendido no sólo como un conjunto de teorías, sino como un sistema filosófico y de pensamiento, ha estado presente desde el comienzo de mi formación como psicólogo. La pregunta orientadora ha sido, por lo tanto: ¿Qué ha tenido que decir el psicoanálisis durante mi formación académica hasta ahora, tanto explícitamente como implícitamente?
Kant marcó un antes y un después en la filosofía alemana por varias razones, entre las cuales destaca la distinción entre fenómeno y noúmeno. El sujeto cognoscente está determinado por sus estructuras, y solo puede acceder a los fenómenos(cosa para sí, lo que tiene espacio y tiempo, y es representable), pero hay cosas a las que la cognición no puede acceder, no se puede conocer el noúmeno (cosa en sí, la esencia de las cosas). Surge la noción de algo inconsciente, inaccesible, pero Kant sigue creyendo en un sujeto fuerte, autoconsciente y permeable a sí mismo, dónde prima la razón.
Posteriormente, Schopenhauer, ya en el romanticismo y dejando de lado esta idea de un sujeto totalmente cognoscente y cognoscible racionalmente a sí mismo, hablara de esto en términos de voluntad(noúmeno) y representación(fenómeno). Para Schopenhauer, la pregunta del porqué de las acciones de los hombres, se fundamenta en un conocimiento que va más allá del mundo en tanto representación, debe ir más allá de la forma, de la causalidad y del espacio y el tiempo. El por qué de las acciones de los hombres tiene que ver con esta voluntad, que sería un modo de ser ciego e irracional caracterizado por un continuo devenir en el que se afirma el querer-vivir. Esta voluntad sería un fondo metafísico que abarca todo, que al fragmentarse e individuarse da origen a los seres particulares. Esta voluntad se diferencia de la “cosa en sí” kantiana que no puede ser conocida por el hombre, ya que para Schopenhauer existe un conocimiento doble que el sujeto tiene de sí mismo, quién es capaz de ver al mundo en tanto representación y en tanto voluntad. Esta voluntad es, por tanto, una fuerza incontrolable que determina nuestro actuar y es una sinrazón que se manifiesta por el cuerpo del sujeto desinteresadamente de éste. Todo acto genuino, puro e inmediato de la voluntad ha de ser necesariamente un acto que se exprese mediante el cuerpo, todo querer se expresa mediante lo corporal. De esta vínculo entre voluntad subyacente y el cuerpo como forma de manifestación y objetivación de la voluntad, nacen las sensaciones de placer y dolor. El dolor y el placer no son representaciones, son formas en que la voluntad se manifiesta corporalmente en el sujeto, experimentándose de forma constante en la medida en que el sujeto va experimentando el mundo y a medida que va variando constantemente su querer.
Nietzsche en su juventud, en “El nacimiento de la tragedia”, se va a inspirar en esta metafísica Schopenhaueriana, traduciendola en términos de lo apolíneo(representación) y lo dionisiaco(voluntad) Lo apolíneo se relaciona con el dios Apolo, quien representa todas las fuerzas figurativas, es la divinidad de la luz, de la escultura, la forma y la apariencia. Lo dionisiaco se relaciona con el dios Dioniso, quien es la divinidad del vino, de la embriaguez, de lo inconsciente.
Hasta aquí el inconsciente queda enmarcado en el plano de lo metafísico. Pero Nietzsche no tardará mucho en distanciarse de esto y criticar duramente a la metafísica. La cosa en sí deja de ser metafísica. La cosa en sí y la cosa para sí pasan a ser lo mismo, y en “Así habló Zaratustra” quedara claro este antiesencialismo que irá proponiendo Nietzsche. Esto dionisiaco, que sería lo inconsciente en otro plano, para a entenderse como algo que está más acá, en lo terrenal.. Es lo que Nietzsche denomina como el sí-mismo. Señala lo siguiente:
El despierto, el sabio, dice “Cuerpo soy yo enteramente y ninguna otra cosa, y el alma es solo una palabra que designa algo en el cuerpo”(...) Y al decir “yo”, te sientes orgulloso de esa palabra. Pero esa cosa aún más profunda en la que tu no quieres creer, tu cuerpo y su gran sagacidad, esa no dice yo, pero hace al yo(...)Instrumentos y juguetes son el sentido y el espíritu, tras ellos se halla todavía el sí-mismo. El sí-mismo busca también con los ojos de los sentidos, y también escucha con los oídos del espíritu(...)El sí-mismo impera y también es el emperador del yo. Detrás de tus pensamientos y sentimientos, hermano mío, yace un poderoso soberano, un sabio ignorado y se llama “sí mismo”. Y es en tu cuerpo que habita, y es tu cuerpo(...)Tu sí-mismo se ríe de tu ego y de sus orgullosos saltos. “¿Que son para mí esos saltos y esos vuelos del pensamiento?”, se dice. “Un atajo hacia mi meta. Yo soy como las riendas que conducen al yo y el apuntador de sus nociones.” El sí-mismo dice al yo: “¡Siente dolor aquí!”. Y el yo se mortifica y reflexiona sobre cómo dejar de sufrir, y justo para ello debe pensar. El sí-mismo dice al yo: “¡Siente placer aquí!”. Y el yo se regocija y reflexiona sobre cómo continuar gozando todo el tiempo, y para cumplir ese propósito debe pensar(...) El cuerpo creador se creó para sí mismo el espíritu como si fuera una mano de su voluntad. (Nietzsche, 2007/1893, p.37-38)
Este algo inconsciente, ahora denominado sí-mismo, deja de ser algo más allá del hombre, y ha sido traído acá, a lo más terrenal posible, que es el cuerpo mismo. Esto abre paso a la definición de Freud, para quien el inconsciente es el proceso primario en que está basado el modo del funcionamiento psíquico, y que está dirigido por el principio de placer, donde no existe la negación ni la contradicción, y dónde hay un núcleo con gran movilidad pulsional de las investiduras(Freud, 1915). Como podemos comprobar, esta noción de lo inconsciente se ha ido gestando desde que Kant reconoció la existencia de un noúmeno, de algo incognoscible. Schopenhauer profundizó esto haciendo hincapié en como este algo inconsciente(y para él metafísico) determina la conducta de los sujetos, y que esto se manifiesta en la corporalidad. Y Nietzsche termina por despojar a este inconsciente de su carácter metafísico, abriendo la posibilidad de la comprensión de lo inconsciente como parte constitutiva de la vida anímica del sujeto.
Un segundo concepto freudiano con el que se puede hacer el nexo con Nietzsche y Schopenhauer es lo referido a la pulsión de muerte. Como señala Freud(1920), “lo inanimado estuvo ahí antes que lo vivo(...) así nació la primera pulsión, la de regresar a lo inanimado(...)La meta de toda vida es la muerte(...)y el principio de placer parece estar directamente al servicio de las pulsiones de muerte.”
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