Psicologia Del Mexicano
visupe7 de Febrero de 2012
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Cultura, cultura en México y su impacto en las empresas
Elvia Espinosa Infante
Rebeca Pérez Calderón
Profesoras del Departamento de Administración de la UAM-A.
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Introducción
El presente artículo es el resultado de la discusión que ha provocado el inicio de la investigación sobre calidad, al interior del grupo de trabajo que lo realiza.
En el número anterior de esta revista se publicó un artículo sobre calidad donde se proponía que la cultura mexicana, japonesa, europea y norteamericana no son comparables; son completamente diferentes, sus necesidades corresponden a otros valores y dan como resultado diferentes formas de interrelación. En ese mismo artículo, nos preguntábamos sobre la importancia de entender la cultura y el impacto que ésta tiene en las organizaciones, su estructura, funcionamiento, jerarquización, capacidad para cambiar, etc. y se aseguró que la cultura era importante e impactaba a las organizaciones, es más, se aseguró que todos los programas de calidad, para que funcionen en nuestro país era necesario mexicanizarlos, hacerlos adecuados a nuestros valores.
No hemos cambiado, por el momento, nuestro punto de vista, más sí creemos, que la afirmación fue hecha con mucha ligereza y poca rigurosidad teórica; así que en el presente artículo se intenta dejar ver como el grupo de investigación ha iniciado el proceso de discusión de lo que debe entenderse por cultura, cultura mexicana y cultura organizacional mexicana; aquí no hemos abordado la problemática de los programas de calidad, sólo el inicio de la discusión sobre la cultura. No está de más decir que éste ha sido un trabajo difícil, pues las formaciones académicas de los integrantes del grupo de investigación (administradores, abogados y sociólogos) provoca desacuerdos y agrias discusiones que afortunadamente dan como resultado interesantes avances y nos descubren nuevas vetas de investigación, que se abren ante nosotros como camino a explorar donde se puede encontrar las respuestas buscadas. Obvio es que este trabajo, al igual que el anterior, está en cierni, no podemos afirmar que lo que aquí de exponga sea nuestro pensamiento final, esto es todavía una senda que estamos explorando.
I. Sobre el concepto de cultura
La reproducción social del ser humano requiere para su cumplimiento de una "pre-condición" que resulta ajena a las condiciones operativas reconocibles en la perspectiva funcional que se le adjudica al ordenamiento de la vida puramente animal. (Echeverría, B. MIMEO).
Esta "pre-condición" bien podemos pensarla como "la dimensión cultural de la existencia humana".
En primer lugar, la cultura no debe ser pensada como algo ajeno a la cotidianeidad, improductivo, o alejado de los procesos productivos. La realidad cultural pertenece a la vida práctica y pragmática de todos los días y de todas las horas del día; es más, en aquellos lugares, que presumen o se creen desprendidos de ésta (como en un laboratorio científico) está presente, pues es indispensable.
En segundo lugar, debemos afirmar que la historia de cada hombre y la historia de la humanidad, es resultado de una serie de actos, y la decisión de llevar a cabo estos actos ha estado permeada por la dimensión cultural. Es por ello que la posibilidad de transformación de una técnica productiva se aprovecha por algunos pueblos y no por otros. 1
Es la cultura la que impide a ciertos pueblos usar técnicas de producción modernas, pues no les interesa, prefieren los ritos llenos de simbolismos, que les hablan de que son parte de la naturaleza, y si van a tomar algo de ella, piden permiso y purifican el lugar. 2
También las instituciones creadas por los pueblos y todas las transformaciones que surgen de éstas a lo largo de la historia, están atravesadas por la dimensión cultural. Por ejemplo no se vive el cristianismo de la misma manera en el norte de África que en Italia; y la democracia no es la misma en Estados Unidos que n México, por más que la modernidad homogenice los estilos de vida.
Así pues, la dimensión cultural de la existencia social está presente en todo momento y es capaz de frenar o de promover procesos históricos (Echeverría, B. MIMEO).
Por otro lado hay que decir que ha habido un complicado juego de variaciones del concepto de cultura a lo largo de la historia.
No tenemos ahora la capacidad para hablar de todos ellos, pero creemos que es importante mencionar por lo menos algunos elementos.
El término cultura apareció en la Roma antigua, como la traducción de la palabra griega paideia, que significa "crianza de los niños", aunque hay quienes afirman que el concepto pre-clásico es aethos, que hace referencia a hábito, costumbre, morada, refugio, concepto que parece obedecer más a la percepción que los griegos tuvieron de la dimensión cultural.
Lo interesante es que desde entonces el concepto se entrelaza con la noción de cultivo, pensando así, se trata de cultivo de las humanidades, cultivo de sus relaciones con otros hombres y con sus dioses, cultivo de costumbres, arte, conocimientos, sabiduría y del espíritu (nous).
La redefinición moderna del término cultura se gesta en Alemania (S. XVIII); aparece junto con la afirmación de una clase media intelectual que vive al amparo de la nobleza o de la burguesía. Estas dos últimas clases habían establecido entre sí determinadas relaciones de compromiso, que permitían a la burguesía implantar el modelo de producción capitalista y a la aristocracia asegurar sus privilegios; en esa coexistencia pacífica, es donde aparece esa clase media intelectual (a ella pertenece Kant, para quien ser culto significa poseer la capacidad de crear nuevas formas a partir del contenido).
Todos los intelectuales de esta época se atreven a "mirar por encima del hombro" en el terreno del espíritu a los aristócratas, cuya cultura vacía y frívola no corresponde a la superioridad jerárquica que ostentan en lo social y lo político. Lo valioso para este grupo de intelectuales, lo que corresponde a la verdadera cultura, no se encuentra en los cortes estilo versallesco, sino en la comprensión efectiva se lo que encierran las formas del universo,, en el desarrollo de la técnica, la lógica, en pocas palabras: la cultura se encuentra en el desarrollo de la ciencia.
Cuando la burguesía como agente modernizador deja de justificarse por la autoridad de la nobleza y pasa a justificarse por la de los estados nacionales modernos, se plantea la idea de que la cultura está ligada a lo popular. Serán los románticos los primeros que afirmen que el único agente de la creación cultural efectiva es el pueblo y que las otra capas (burguesía y nobleza), lo único que hacen es aprovechar y refinar los esbozos de obras que él les entrega.
Una visión más actual nos diría que cultura es un conjunto de formas de comportamiento adquiridas, que ponen de manifiesto juicios de valor sobre las condiciones de vida y que un grupo humano transmite mediante procedimientos simbólicos (lenguaje. mito. saber) de generación. (Margaret Mead, 1953). Esta posición, la cual por cierto es estructuralista; nos deja ver cómo las estructuras son las que mueven a los hombres y éstos son sólo ejecutores de las formas culturales. Las formas culturales son las que existen y la sociedad sólo es el soporte dinámico de las formas culturales. El sujeto es la cultura y no el hombre que la produce.
Creemos que, la problemática actual de la definición de cultura, gira en torno a este punto, o bien las cultura, son las formas o las normas de comportamiento, etc., o a definir la cultura debemos reconocer que no estamos describiendo a una dimensión de la existencia de otro sujeto, del verdadero sujeto, que es justamente la comunidad social tal como se encuentra dividida en clase, sometida a una determinada dinámica histórica, y la cual tiene una dimensión cultural.
Actualmente hay una resistencia a entender cultura simplemente como un conjunto de formas de comportamiento que se transmiten de manera simbólica y ponen de manifiesto determinadas actitudes valorativas de esa comunidad en referencia al mundo, se afirma que cultura es algo más que eso. Jean-Paul Sartre (Crítica de la razón dialéctica, 1960) nos dice que la cultura se configura como un conjunto de formas, pero de lo que se trata es de comprender el proceso del cual la cultura resulta ser sólo una dimensión, pero la principal. El sujeto verdadero del proceso histórico son las sociedades concretas, las cuales generan y viven un proceso de creación y destrucción de formas. El modo como existen las formas culturales, se diría desde esta perspectiva, es simplemente un proceso de destrucción y reconstrucción por parte del sujeto social, dentro de cuya existencia hay esta dimensión cultural (punto de vista muy hegeliano, aunque está de más decirlo).
Por su lado Theodor W. Adorno (Cultura y Administración 1986), dice que se debe asentar, ante todo, algo muy simple: y es que lo específicamente cultural es precisamente sustraído a lo nudamente necesario para la vida, y es más, creemos que es indispensable para la reproducción de ésta. El hombre pertenece al reino animal, pero es el animal superior, esta superioridad en buena parte debe entenderse gracias a la cultura la cual es creada en el proceso de apropiarse la naturaleza.
Todas las culturas han aparecido como una cristalización de las diferentes estrategias de supervivencia de los grupos humanos dentro de una naturaleza mucho más fuerte que ellos. De ahí que en las formas culturales se hagan legibles ciertas elecciones,
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