Psicología Del Desarrollo Humano
moni_ka5031 de Julio de 2014
856 Palabras (4 Páginas)291 Visitas
“Vamos siendo y nos vamos transformando en quienes somos a partir de lo que nos pasa, y a partir de quienes nos pasan.”
Vignale (2010)
Reflexión para una pedagogía de las diferencias.
Las diversas necesidades (necesidades de que) de las personas han presentado desde siempre grandes desafíos para la sociedad y la educación formal, esta diversidad se da en un contexto sociocultural hegemónico enfocado en la productividad y eficiencia, en donde el sistema socioeducativo ha otorgado y entregado como respuesta a dichas singularidades una educación inclusiva y otra para “normales”.
El término de normalidad conlleva a entender una retórica cultural cuyos procesos socioeconómicos, regulan y controlan el modo a través del cual son pensados los cuerpos y las mentes. Es decir una construcción de significados sociopolíticos en torno a las diferencias que circulan en una cultura. Skliar (2002). Frente a esto, cabe preguntar dos cosas, a saber; ¿Cómo la sociedad ha construido y mantenido este concepto de normalidad? Y ¿Cómo es posible, a partir del constructo de “normalidad” construir una pedagogía de las diferencias?
Ahora bien, si partimos de la premisa que la educación es la respuesta para los niños que se incorporan al mundo, introducimos una diferenciación entre “nosotros” y un “otro” diferente. Entonces como educadores ¿Cuál es la respuesta que “nosotros” damos a los “otros”? ¿Nos hacemos cargo del otro? ¿Bajo qué condiciones humanas se da este encuentro? Vignale (2010)
En la interacción con el otro incluso previo a ese encuentro se manifiestan las condiciones humanas, aquellas que nos definen como seres finitos, es decir, que estamos situados en un tiempo y espacio concretos, el estar en un mundo que no se ha elegido nos delimita como seres contingentes inscritos en una tradición, en la cual podemos construir el futuro a partir del pasado, tomando a este ultimo de manera ejemplar para intervenir de manera crítica sobre el presente. Sin embargo, este presente fugaz fuera de toda vinculación en el tiempo parece satisfacernos desvalorizando por consiguiente la esperanza, la utopía.
A partir de lo anterior y siguiendo a Mélich (2003), tenemos que “formar es transformar” y en este sentido, se propone que hay educación cuando se acoge al otro incondicionalmente, cuidándolo, siendo receptivo, etc. Esta experiencia con el otro y la capacidad de dar encuentro a lo diferente requiere además de cierta sensibilidad que nos permita percibir la singularidad del otro como la nuestra.
El existir en una sociedad de la instantaneidad que ha instrumentalizado las relaciones nos lleva a cuestionarnos como se da aquella experiencia con el otro, luego de vivir creyéndonos “normales” sin reconocer nuestras singularidades es más, sin aceptarlas sin construir nuestra propia identidad. Parece ser que el palpar nuestras condiciones, limitaciones o diferencias, nos lleva al planteamiento de transformación de querer un encuentro distinto con los que recién llegan. Surge así un ser precario, un sujeto expuesto, receptivo, abierto que se deja afectar por el acontecimiento. Por tanto aparece con fuerza la condición humana de actuar, de entregar algo nuevo, en esas fracturas de la sociedad que permiten la experiencia, el producir semejanzas desde las diferencias.
¿Se puede entender, entonces la experiencia como una acumulación de hechos?
Jorge Larrosa dice: que la experiencia es “eso que me pasa” y en ello hay al menos tres principios el principio de alteridad, condición de ser otro, el “eso” de aquello que me pasa., es decir el acontecimiento que siempre es lo otro respecto de la mismidad (de sí mismo), principio de subjetividad, este se refiere a como los acontecimientos afectan al sujeto. (sujeto abierto) por último el principio de pasión, en la medida en
...