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DESARROLLO HUMANO Y PSICOLOGÍA


Enviado por   •  28 de Enero de 2015  •  3.235 Palabras (13 Páginas)  •  230 Visitas

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DESARROLLO HUMANO Y PSICOLOGÍA

¿Qué somos?

Más de una vez, directa o indirectamente, nos hemos planteado esta interrogante. Hemos ido aprendiendo que somos seres que crecemos y nos reproducimos, que tenemos deberes y derechos y que somos racionales. Quizás lo más significativo sea lo que aprendemos a través de nuestra experiencia inmediata. Nacemos, vivimos en grupos, amamos, odiamos, lloramos, reímos, pensamos. Tenemos ilusiones en relación con otros seres vivos, esperanzas. Creemos en alguien, en algo o en nada. Morimos.

Pues bien, somos todo eso. Podríamos resumir todo lo dicho anteriormente en que: somos un ser biológico, de tipo psicológico, de clase social y de orden ético.

Es más, no sólo somos, sino que sabemos que lo somos. Este hecho de ser biológico, psicológico, social y ético, manifiesta un estado de conciencia que es lo que precisamente nos hace conscientes en interrelación con otros seres y con las cosas en general. Nos reconocemos con capacidad creadora y, como sujetos que somos, nos autorrealizamos constantemente a través de esforzadas tareas y actos libres.

Este percatarse es consecuencia de la intención de los fenómenos de la conciencia, que se revelan como lo vivido de la realidad psíquica. El hombre tiene sentimientos, piensa, juzga y aprende en el seno de la mente, como acto del sentir, del pensar, del juzgar y del aprender. Cuando manifestamos nuestro amor a una persona querida solemos decir: te amo con todo mi corazón, con ello queremos enfatizar nuestro amor y lo relacionamos con el corazón en cuanto simboliza lo más propio. Sin embargo, no amamos con el corazón sino con la mente.

Es importante, entonces, comprender que tomo acto humano es organizado y ejecutado por la mente (psique) a través de su dinámica, estructurada por las percepciones, las motivaciones y la inteligencia.

Lo subjetivo y lo objetivo

Cada persona percibe constantemente imágenes, impresiones, experiencias. Parte de estas atañen al propio sujeto y se condensan en el “yo”, en el “uno mismo”. Es decir, como las experiencias vividas son experiencias que cada uno vive en su propia intimidad, en su propia conciencia, cada uno va formando y moldeando su propio “yo”. En este sentido, la subjetividad es una identidad adquirida, aprehendida a partir de las experiencias y conocimientos experimentados como propios.

Al tomar conciencia del propio yo, tomo conciencia al mismo tiempo de que “yo” no soy “el otro”. Mi “yo” es “mi yo mismo”. El otro es lo opuesto, es la alteridad que está conformada por los otros “yo” y por las cosas del mundo. Este enfrentamiento con la alteridad y las cosas del mundo, al mismo tiempo hace que el “yo” se percate de que es un “ser con”, un ser que interactúa con los otros seres. De esta manera, lo subjetivo surge como lo opuesto a lo objetivo, al mismo tiempo que constituye la referencia necesaria para el establecimiento de las relaciones con las demás personas y con las cosas.

Introspección y Extrospección

Nuestro yo, nuestra conciencia, la sensación de nosotros, no es algo que se comparte. Pertenece a nosotros mismos. Conocer la propia interioridad, implica auto-observar (introspección) los fenómenos depositados en la propia conciencia recogiendo así los datos que yacen en el interior de la propia vida psíquica, y conformar una suma de contenidos y de significados que nos permiten conocernos mejor.

Mediante la introspección conocemos el mundo psíquico de nuestro interior. Sin embargo, no es suficiente con conocernos; es importante también que nos comuniquemos, y para ello es imprescindible que exterioricemos (extrospección) nuestro mundo psíquico interior. La extrospección surge así como el acto necesario y fundamental de la conducta en su manifestación externa, tanto para la conformidad de la propia subjetividad, como para el establecimiento de las relaciones con otras experiencias que sistematizan y valoran las relaciones interpersonales.

La introspección y la extrospección son dos sistemas articulados que aseguran, mediante su complementariedad, la aclaración que el sujeto introduce en su propio ser, para conocerlo y dirigirlo hacia sus fines. Se pasa de la conciencia de lo vivido a la conciencia de sí mismo.

Lengua-pensamiento como simbolización.

Somos seres conscientes y, lo que es más importante aún, sabemos que lo somos. Este saber que sabemos pone de manifiesto otra característica fundamental de nuestra realidad humana: somos seres pensantes. El pensamiento surge así como la capacidad y el ejercicio de ala actividad reflexiva del ser consciente.

La conciencia reflexiva nos hace pasar de la conciencia espontánea (no no reflexionada o automática) a la conciencia controlada y dirigida. Establece una relación entre los contenidos de la conciencia y el sujeto consciente.

Al lado de esta estructura reflexiva de la conciencia, surge una más compleja y más extensa: el pensamiento vinculado a la actividad de nuestra mente. No se trata de una estructura reflexiva radicalmente diferente, sino de una reflexión de otro nivel intelectual en el que se desarrollan dos clases de pensamientos: el fantástico o intuitivo y el racional o conceptual.}

El primero es propio del acto creativo o imaginativo; es el mundo del arte en general, y de aquel conocer en que el sujeto no sabe indicar cómo ha llegado a él. El proceso mental en este caso no suele ser, por tanto, consciente en cada uno de sus momentos. Ciertamente se tiene conciencia de numerosos detalles, d nuestros esfuerzos por comprender y de habernos ocupado intensamente del problema. Pero la solución llega muchas veces de improvisto.

El pensamiento intuitivo lleva a juicios y conclusiones correctas, sin que el que piensa sepa ni cómo ni por qué ha ocurrido.

El segundo se presenta como el ámbito de lo racional o conceptual: formación de categorías lógicas; la instrumentación de los conceptos de espacio-objeto, cantidad-tiempo, causa-aza; el ejercicio de una actividad simbólica, cuya propiedad es permitir representación de lo real por intermedio de significantes distintos de las cosas significadas.

El ser humano de halla sumergido desde su nacimiento en un mundo físico. Es lógico suponer que este medio le obliga a reconocer un sinfín de hechos que vas desde los hábitos, las costumbres, hasta un lenguaje determinado. En este sentido más que creación el hombre ejercita un aprendizaje de valores, de normas colectivas y de signos lingüísticos. Sin embargo, su inteligencia, aún en estos límites, es capaz de pensar y crear períodos simbólicos

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