Psicóloga

El dispositivo de presencia de padres y parientes

en la clínica psicoanalítica lacaniana con niños

“El don tipo, es precisamente

el don de la palabra.

Desde el origen, el niño,

se nutre de palabras tanto

como de pan, y muere por ellas.

Lacan, Seminario IV – “La relación de objeto”

Me preguntaba... ¿qué es lo que hace que los padres de un niño consulten a un psicoanalista? Acuden, desconcertados a veces, a contarnos conductas que observan en sus hijos y que no responden a lo que ellos esperaban.

¿Cuál es el sujeto que sufre en esta situación...? Todo depende de qué entendemos por sujeto.

Es importante aclarar que sujeto en francés tiene distintas acepciones. Sujeto no solo significa lo que ligeramente en español traducimos por persona, sino también, asunto.

Esta idea es fundamental y fue muy claramente transmitida a lo largo del Seminario; nos permite pensar que el sujeto, entendido como asunto, puede estar sostenido por el discurso de aquellos que se presentan en el consultorio a partir de un malestar. Malestar que no se localiza solamente en el niño: también los padres y parientes están implicados en eso.

Es benéfico para el niño, que los padres puedan preguntarse, “Y yo... ¿que tengo que ver con lo que le pasa a mi hijo?”. Esta posición discursiva habilita el trabajo con los padres y con el niño, y permite despejar quien será el futuro paciente.

Pero también puede ser tarea del psicoanalista transmitir que hay un malestar propio del niño, por el simple y no tan simple hecho, de estar transitando momentos de su constitución subjetiva.

¿Cómo abordamos entonces este complejo hecho que remite a la complejidad del Complejo de Edipo? Múltiples son los sentimientos que se juegan entre padres y niños: rivalidad, celos, amor, odio, hostilidad, ambivalencia, indiferencia. Sentimientos que van a reeditarse, actualizarse, en el vínculo del psicoanalista con cada una de las personas que le ponen el cuerpo al sujeto que nos convoca.

La propuesta de Pablo Peusner es trabajar desde lo que él denominó “dispositivo con frecuencia fija”, tomando la conceptualización que tanto Michel Foucault como Gilles Deleuze y Giorgio Agamben realizan en torno a éste término. Cada uno aporta elementos para desentrañar y desplegar qué podríamos entender por “dispositivo”, pero es Foucault quien nos aporta la precisión de decir, entre otras cosas que dice en torno a este concepto, que se trata de una red entre distintos elementos muy heterogéneos: “discursos, instituciones, planificaciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas...” “... lo dicho tanto como lo no-dicho...” “... entre esos elementos hay como un juego, un cambio de posición”

Se trata de incluir en la clínica esta noción de “dispositivo” como algo que construimos nosotros y que se lo proponemos a los padres y parientes a fin de anticiparnos a cuestiones que de otro modo podrían quedar por fuera del análisis, o que podrían irrumpir en momentos no oportunos y dejarnos en un lugar de no saber bien que hacer con eso que estalló.

¿Cuál es la hipótesis que nos permite pensar que es pertinente la inclusión de los padres y parientes en el trabajo con un niño?

Lacan acuña el concepto de “Constelación familiar”, para mostrar esa continuidad psíquica que existe entre padres e hijos y que permite situar el estado de las cadenas significantes en el momento en que el niño nace, pero también los momentos previos a este nacimiento. Entendiendo por “momentos previos” lo que Lacan sitúa en “El mito individual del neurótico” como “...el relato de cierto número de rasgos que especifican la unión de los parientes [les parents].

Un niño esta en el

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