Sexualidad Humana: Una Mirada Desde El Adulto Mayor
ARIANNA1415 de Febrero de 2013
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Human sexuality: a look from the older adult's perspective
Víctor T. Pérez MartínezI
IEspecialista de II Grado en Medicina General Integral y de I Grado en Psiquiatría. Máster en
Longevidad Satisfactoria. Profesor Auxiliar. Policlínico Docente "Ana Betancourt". Ciudad de La
Habana, Cuba.
RESUMEN
Las personas no pueden ser fragmentadas en determinados períodos de existencia, nacen y
llegan al final de sus vidas como seres sexuales. La sexualidad humana es un fenómeno
sociocultural que está influido por la calidad de las relaciones interpersonales, el contexto en
que nos desenvolvemos y por la integración que hemos hecho de las experiencias vividas. La
identidad, el deseo y comportamiento sexuales son componentes esenciales de nuestra
sexualidad. El disfrute de una relación amorosa no cambia por el paso de los años. El placer
sexual es una experiencia deseable y válida para los adultos mayores porque genera gran
bienestar. Una menor cantidad de contactos sexuales, los mismos deseos y una mayor calidad
en la relación de pareja, conforman las características más notables de la sexualidad en la edad
geriátrica. La información sobre los temas sexuales en la senectud es aún insuficiente. Solo una
educación sexual desde la temprana infancia permitirá que las futuras generaciones de ancianos
accedan a una realidad sexual más justa, en un ambiente carente de prejuicios.
Palabras clave: Sexualidad, deseo, placer, bienestar, calidad, ancianos.
ABSTRACT
Persons cannot be fragmented in certain periods of existence; they are born and reach the end
of their lives as sexual beings. Human sexuality is a sociocultural phenomenon that is influenced
by the quality of the interpersonal relations, by the context in which we develop, and by the
integration of the lived experiences. The sexual identity, the desire and the behavior are
essential components of our sexuality. The enjoyment of a love relationship does not change as
times goes by. Sexual pleasure is a desirable and valid experience for older adults, since it
generates a great wellbeing. Less sexual contacts, the same desires and a higher quality in the
couple's relation are the most significant characteristics of sexuality at geriatric age. The
information on sexual topics in senescence is still insufficient. Only a sexual education received
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in early childhood will allow the future generations of the elderly to access a more just sexual
reality in an environment free of prejudices.
Key words: Sexuality, desire, pleasure, wellbeing, quality, elderly.
INTRODUCCIÓN
La sexualidad es una dimensión de la persona que acompaña al ser desde el momento de la
fertilización hasta el nacimiento, y de ahí hasta la muerte. Durante el transcurso de la vida,
sobre la base de la cotidianidad, a los factores ya mencionados se le sumarán otros de orden
ético, moral, político, de comunicación, de género, y los relacionados con el erotismo y la
reproducción; por lo que, el término sexualidad se refiere al conjunto de convenciones, roles
asignados y conductas vinculadas a la cultura y que suponen expresiones del deseo sexual,
emociones disímiles, relación de poder, mediadas por el sistema de creencias, valores,
actitudes, sentimientos y otros aspectos referentes a nuestra posición en la sociedad, tales
como la raza, grupo étnico y clase social.1
La sexualidad es innata al ser humano, una parte de su desarrollo es instintivo y la otra es
aprendida.2 Distinguir entre los aspectos naturales y los condicionamientos sociales que nos
imponen determinadas metas y conductas, a menudo, resulta muy difícil. Toda persona en las
distintas etapas de su vida enfrenta la contradicción entre la necesidad innata de liberar su
energía sexual y las necesidades culturalmente aprendidas que orientan su sexualidad. La
contradicción entre ambas fuerzas marca el desarrollo sexual del individuo.2 De acuerdo con la
manera en que vayamos manejando ambos aspectos, y logremos integrarlos con otras esferas
de nuestra individualidad, es lo que, sin dudas, definirá la forma de vivir nuestra sexualidad. En
dicho ámbito esto traduce la capacidad de establecer y mantener relaciones, de comunicar
nuestras necesidades, gustos y conflictos, el tipo de pareja que se desea establecer, el nivel de
aceptación de nuestra imagen corporal, así como la intensidad del disfrute sexual.
Al abordar la sexualidad es obligado mencionar sus 3 componentes básicos: el biológico o sexo
biológico del individuo que anatomofisiológicamente lo representará toda su vida; el psicológico,
el cual surge gracias al proceso de interpretación del yo; y finalmente el social.3 Los 3
interactúan a lo largo de toda la existencia humana, y de esta misma manera repercutirán
sobre las diversas etapas de nuestro ciclo vital.
La sexualidad está estrechamente asociada con la realización personal, el estilo de
interrelaciones con nuestros semejantes, el proceso de formación de pareja y de familia, así
como con los afectos. La afectividad, la identidad y la personalidad van de la mano junto con el
desarrollo de la sexualidad.1 La personalidad determina la expresión de la sexualidad que
adoptará diferentes caracteres individualizados que reflejan las particularidades de cada
persona y su historia. En el modelo de personalidad del ser humano interviene lo sociocultural
unido a la amplia gama de elementos motivacionales que acontecen en su entorno natural y
social. A través de la personalidad se cristalizan importantes valores que definen rasgos
esenciales en el individuo, como la identificación del sexo psicológico.1,3
Con este artículo pretendemos, de modo general, contribuir a la formación de capacidades,
convicciones y valores relacionados con la sexualidad en la tercera edad.
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DESARROLLO
Varios países en el mundo, entre ellos Cuba, satisfacen la categoría de "vejez demográfica". El
asistir a este progresivo fenómeno implica que paralelamente desarrollemos una "cultura de la
senilidad o del envejecimiento", donde, con carácter obligatorio, deberá incluirse la sexualidad,
entendida como una de las dimensiones más ricas de la vida en todas sus etapas.3
En las condiciones actuales, en que el número de senescentes es cada vez más creciente y las
causas de morbilidad en este grupo poblacional son perfectamente previsibles o exitosamente
controladas, palpamos un significativo interés por liberarlos de los prejuicios y mitos que los
marginan en el terreno sexual.
La combinación de los términos sexualidad y senectud pudiera generar, en muchos de nosotros,
frustración, hostilidad, desaprobación, ya que erróneamente, la palabra sexualidad suele
identificarse con juventud, sensualidad, fertilidad, procreación.3 Sin embargo, aunque es justo
señalar que la sexualidad implica cosas muy variadas para distintas personas y diversas etapas
de la vida, en particular, en la edad geriátrica, la sexualidad requiere de mayor capacidad de
diálogo, demanda más amor, ternura, confianza, afecto en la relación de pareja y entre
compañeros, evoca compartir placer, con o sin actividad sexual. En la vejez la concepción de la
sexualidad descansa fundamentalmente en una optimización de la calidad de la relación, más
que en la cantidad de esta.3
En la sexualidad se describen 3 fines: reproducción, comunicación y placer.1 Durante siglos se
relacionó la sexualidad únicamente con la reproducción, negándosele, dada su infertilidad, el
disfrute de la sexualidad a las personas de avanzada edad.
La actividad sexual existe en los ancianos, y en muchas ocasiones constituye la norma más que
la excepción. Es falso continuar catalogando al anciano como indiferente o poco interesado en la
sexualidad, o con escasa actividad sexual. Podemos afirmar que no hay un límite cronológico
después del cual la vida sexual desaparece.1,2
Las pautas de interacción sexual en el adulto mayor no difieren de las practicadas en etapas
anteriores de la vida. El coito vaginal, el sexo oral y la masturbación recíproca son formas de
ejecutar el acto sexual, preferidas tanto por jóvenes como por ancianos. En el senescente la
masturbación en solitario también constituye una forma válida de actividad sexual. El hombre
mayor, por lo general, admite masturbarse en solitario, como medio para lograr
autosatisfacción y alivio de las tensiones eróticas, mientras que la mujer añosa suele negar u
ocultar este acto, y en ello influyen los prejuicios culturales sobre la sexualidad femenina que
aún persisten en sociedades como la nuestra. Algunos autores1,4 sugieren que la masturbación
en determinadas mujeres aumenta el sentimiento de soledad y la angustia por la falta de
intimidad compartida;
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