Sexualidad
IngridRussell9 de Octubre de 2014
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SEXUALIDAD
La sexualidad es el conjunto de condiciones anatómicas, fisiológicas y psicológico-afectivas que caracterizan el sexo de cada individuo. También, desde el punto de vista histórico cultural, es el conjunto de fenómenos emocionales, de conducta y de prácticas asociadas a la búsqueda del placer sexual, que marcan de manera decisiva al ser humano en todas y cada una de las fases determinantes de su desarrollo en la vida cotidiana.
Durante siglos se consideró que la sexualidad en los animales y en los hombres era básicamente de tipo instintivo. En esta creencia se basaron las teorías para fijar las formas no naturales de la sexualidad, entre las que se incluían todas aquellas prácticas no dirigidas a la procreación.
Sin embargo, hoy se sabe que también algunos mamíferos muy desarrollados, como los delfines o algunos pingüinos, presentan un comportamiento sexual diferenciado, que incluye, además de homosexualidad (observada en más de 1.500 especies de animales), variantes de la masturbación y de la violación. La psicología moderna deduce, por tanto, que la sexualidad puede o debe ser aprendida.
Sexualidad humana
La sexualidad humana de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud se define como: Un aspecto central del ser humano, a lo largo de su vida. Abarca al sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual. Se vive y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, prácticas, papeles y relaciones interpersonales. La sexualidad puede incluir todas estas dimensiones, no obstante, no todas ellas se vivencia o se expresan siempre. La sexualidad está influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales.
Se propone que la sexualidad es un sistema de la vida humana que se compone de cuatro características, que significan sistemas dentro de un sistema. Éstas características interactúan entre sí y con otros sistemas en todos los niveles del conocimiento, en particular en los niveles biológico, psicológico y social.
Las cuatro características son: el erotismo, la vinculación afectiva, la reproductividad y el sexo genético (genotipo) y físico (fenotipo).
El erotismo es la capacidad de sentir placer a través de la respuesta sexual, es decir a través del deseo sexual, la excitación sexual y el orgasmo.
La vinculación afectiva es la capacidad de desarrollar y establecer relaciones interpersonales significativas.
La reproductividad es más que la capacidad de tener hijos y criarlos, incluye efectivamente los sentimientos de maternidad y paternidad, las actitudes de paternaje y maternaje, además de las actitudes favorecedoras del desarrollo y educación de otros seres.
La característica del sexo desarrollado, comprende el grado en que se vivencia la pertenencia a una de las categorías dimórficas (femenino o masculino). Es de suma importancia en la construcción de la identidad, parte de la estructura sexual, basado en el sexo, incluye todas las construcciones mentales y conductuales de ser hombre o mujer. Hay que tener en cuenta que es muy importante que sepamos cuales son nuestras actitudes más personales e íntimas hacia la sexualidad.
Uno de los productos de la interacción de estos holones es la orientación sexual. En efecto, cuando interactúan el erotismo (la capacidad de sentir deseo, excitación, orgasmo y placer), la vinculación afectiva (la capacidad de sentir, amar o enamorarse) y el género (lo que nos hace hombres o mujeres, masculinos o femeninos) obtenemos alguna de las orientaciones sexuales a saber: la bisexualidad, la heterosexualidad y la homosexualidad.
CONOCIMIENTO Y ROLES SEXUALES
El estudio científico de los roles sexuales
El estudio del tema de los roles sexuales tiene sus antecedentes en el estudio de la mujer como objeto científico, hecho que no ocurrió hasta mediados del siglo pasado, debido fundamentalmente a los cambios sociales, económicos, políticos y psicológicos que trajo consigo la revolución industrial, y al enorme avance experimentado en el campo de la ciencia. Antes de esa fecha, casi todas las teorías expuestas sobre la mujer, el hombre y las relaciones entre ambos entraban en la categoría de la opinión personal, del prejuicio, el tabú religioso o la superstición.
Desde entonces hasta ahora, se han producido grandes avances en el estudio de los roles sexuales, de manera que el panorama investigativo actual se configura de la siguiente forma:
- Se ha desarrollado una terminología propia, referente a los roles sexuales, que posee un alto grado de precisión conceptual y que, a la vez que elimina muchas posibilidades de equívocos, favorece la comunicación entre los investigadores (identidad de género, rol de género, categoría sexo típica, actitudes del rol sexual, estereotipos del rol sexual, conductas del rol sexual, etc.).
- Se han desarrollado teorías concernientes al proceso de adquisición del rol sexual. Estas diferentes interpretaciones del proceso por el cual los niños y niñas van organizando su desarrollo psíquico de acuerdo con las características masculinas y femeninas que se presuponen específicas de cada sexo, difieren entre sí en la consideración de cuáles son las causas determinantes de tal diferenciación. El enfoque biologicista tiende a subrayar los posibles efectos de la estructura anatómica y fisiológica, biológicamente determinada, en la aparición y desarrollo de diferencias en la conducta humana. La teoría psicoanalítica enfatiza la importancia que ejerce en el niño la identificación con la figura parental del mismo sexo. La teoría del aprendizaje social destaca el papel que premios y castigos, así como la observación y el modelamiento, desempeñan en la adquisición de conductas adecuadas para cada sexo. A su vez, la teoría cognitiva insiste en los caminos a través de los cuales los niños se socializan, tras haber quedado firmemente categorizados como varón o hembra.
- Durante muchos años se consideró la masculinidad y la feminidad como una única dimensión, con dos polos, que hacía posible clasificar a los individuos en un determinado punto de ese continuo. Es decir, éstos podían ser en mayor o menor grado masculinos o femeninos, pero nunca las dos cosas a la vez. Asimismo, los roles sexuales estaban rígidamente ligados al género, de manera que el ser masculino o femenino dependía básicamente de ser hombre o mujer.
En la década de los setenta, ha surgido una nueva concepción que considera la masculinidad y feminidad como dos dimensiones independientes, de tal forma que todos los individuos poseen en mayor o menor grado esos dos rasgos. Así, ha nacido el concepto de androginia psicológica, para designar a aquellos individuos que presentan en igual medida rasgos masculinos y femeninos, y se han desarrollado una serie de cuestionarios y escalas específicas para medir la masculinidad, feminidad y androginia. En este nuevo enfoque de los roles sexuales, la masculinidad y feminidad representan dos conjuntos de habilidades conductuales y competencias interpersonales que los individuos, independientemente de su sexo, usan para interactuar con su medio. Esta perspectiva ha posibilitado el desarrollo de numerosas investigaciones, al disminuir considerablemente la inevitabilidad y el determinismo ligado a los rasgos masculino y femenino.
- Se han construido varios inventarios para medir tanto el grado de aceptación de los estereotipos del rol sexual como la categoría sexo típica de los individuos. Algunos de estos inventarios se han empleado en multitud de investigaciones, adquiriendo así fiabilidad y validez.
- Tanto la psicología como la antropología y las ciencias sociales en general han avanzado considerablemente en sus técnicas de investigación, precisión conceptual, técnicas de recogida de datos, estadísticas, etc.
El planteamiento antropológico en el estudio de los roles sexuales
Dentro del enfoque antropológico, podemos distinguir tres conjuntos de teorías: En primer lugar, las elaboradas por los primeros antropólogos; en segundo lugar, las derivadas del enfoque funcionalista; y por último, las enmarcadas dentro de la corriente estructuralista.
A partir de mediados del siglo pasado, con el auge de los viajes a tierras y pueblos desconocidos, comienza a desarrollarse con mucha fuerza la etnología y la antropología. Morgan, en cuyas aportaciones se basaron Marx y Engels para su concepción sobre los sexos, postuló la idea del colectivismo sexual primitivo (cuestión que ya había sido enunciada por Bachofen, deduciéndola del estudio de los mitos primitivos), que conlleva necesariamente el matriarcado, ya que la única manera de asegurar la filiación es por vía materna. Estas aportaciones fueron posteriormente cuestionadas por los hechos y rechazadas, a pesar de la buena aceptación de que gozaron al principio.
El enfoque funcionalista se introduce en la antropología, sobre todo, en la realizada en el área anglosajona, en los años 30. Según el funcionalismo, los sentimientos y actitudes se hallan moldeados por el clima social y representan un papel activo en el funcionamiento social, pues son un instrumento que la sociedad emplea para regular sus actividades. Las concreciones prácticas de ese enfoque teórico, en lo que se refiere a los roles sexuales, van en la línea de afirmar «la igualdad
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