Sobre la necesidad de preguntar por el hombre

¿POR QUÉ PREGUNTAR POR EL HOMBRE?

¿Qué es el hombre? La pregunta parece no guardar complejidad en absoluto y, por el contrario, es vigente plantearla, pues ciertamente del hombre (como de muchos otros temas y conceptos) se habla sin saber a qué se refiere, ni preocuparse por entenderle o definirle. Pues bien, antes de definir o entender qué es el hombre pienso necesaria una aproximación al conocimiento de los motivos por los cuales cabría plantear tal interrogante.

En tal tarea el concepto de hombre estará  presente como algo ya dado, haciendo quizá un uso inapropiado del mismo término, puesto que el intento no es definirle sino pensar en el conjunto de esfuerzos que permitan explicar el porqué de cuestionarse por él. Del mismo modo en que Heidegger escribe sobre la metafísica, refiriendo a la práctica de la misma como la única posibilidad para ponerla de manifiesto, pretendo concebir si es que hay necesidad de preguntar por el hombre, en tanto que se concibe como tal.

Desde mi perspectiva no se debe pensar apresuradamente en la pregunta y dar sucesivamente una respuesta, en este caso es más relevante conocer quién realiza la pregunta. En este sentido cuestionaría ¿quién preguntaría por el hombre? Según Schopenhauer “excepto el hombre, ningún ser se asombra de su propia existencia…” ^[1] Me inclino al pensamiento de Schopenhauer, y agregaría que, a pesar de ello, pocos hombres podrían realmente asombrarse y cuestionarse por su existencia, de tal manera que cabría cuestionar ahora ¿por qué preguntar por el hombre?

Me detengo en esa última interrogante, pues a mi parecer muchos dan por sentado que tienen noción de lo que son o que saben qué son y por tanto aludirían a la interrogante que dio apertura a este escrito y a sus derivadas como innecesarias, quizá hasta carentes de sentido y no por ello afirmaría que pensar en cuestionarse por el hombre sería ya absurdo.

Ciertamente la pregunta por el hombre no es nueva. Desde la perspectiva historicista, ésta ya ha hecho un recorrido en diferentes ocasiones. En algunas, se ha considerado fundamental para el entendimiento, en otras se ha dejado totalmente de lado tal consideración, pues las preocupaciones no se inclinan por el pensamiento sobre sí mismo, sino sobre la propia permanencia, o sea, en sentido práctico.

Con la introducción del pensamiento científico también se ha introducido una tendencia hacia el pensamiento orientado a la fundamentación (científica) de todas las cosas y del modo de ser. Al respecto Heidegger nos dirá que “en las ciencias se lleva a cabo -en idea- un acercamiento a lo esencial de todas las cosas.” ^[2] Y aunque la explicación científica cuente con mayores argumentos y parezca muy rigurosa en su tarea por establecer una respuesta terminal hacia interrogantes como las mencionadas anteriormente, se ha dedicado a prescribir, del mismo modo en que lo han hecho algunos sistemas religiosos.

Ahora bien, tanto los sistemas religiosos como científicos han inculcado en el hombre una serie de ideas que a éste le bastan como explicación de su existencia y sustento, y no por ello se evitaría por completo que el hombre se cuestione por su existir. En este caso la filosofía hace su aparición e invita a la reflexión, el pensamiento profundo y razonamiento acerca de la misma temática, describiendo las posibilidades y no prescribiendo lo que se dice que uno es, si es que acaso se puede ser.

En los sistemas religiosos, científicos y filosóficos se halla el existir propio del hombre. Me refiero a que si se ha puesto de manifiesto una explicación en dichos sistemas a la existencia del hombre, no ha sido más que éste mismo quien se plantee tal cuestión, es decir, mediante los sistemas el hombre ha hecho patente su existencia y además ha intentado dar explicación de su existir. Si el hombre es capaz de recobrarse a sí mismo no ha sido por mera casualidad.

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