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Teoria De La Personalidad

anabelia9 de Octubre de 2014

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LOS NIVELES DE LA PERSONALIDAD

En su concepción original, Freud dividió la personalidad en tres niveles: EL CONSCIENTE, EL PRECONSCIENTE y EL INCONSCIENTE. EL CONSCIENTE, como él definió el término, corresponde a su significado común y corriente e incluye todas aquellas sensaciones y experiencia de las cuales tenemos conciencia en un momento dado.

FREUD consideraba que el consciente era un aspecto limitado de la personalidad porque, en un momento dado, sólo estamos conscientes de una pequeña parte de los pensamientos, sensaciones y los recursos. Equiparó la mente con un iceberg. El CONSCIENTE es la parte que asoma sobre el agua, tan sólo la punta, del iceberg. Según él, el INCONSCIENTE, o sea la parte grande e invisible que está debajo de la superficie, era más importante. Este es el punto focal de la teoría psicoanalítica. Sus vastas y oscuras profundidades albergan los instintos, esos deseos y anhelos que dirigen nuestro comportamiento. El inconsciente contiene principal fuerza motora de todas las conductas y es el depósito de fuerzas que no podemos ver ni controlar.

Entre estos dos niveles se encuentra el PRECONSIENTE. Éste es el almacén de los recuerdos, las percepciones y los pensamientos de los cuales no estamos conscientes en el momento, pero que podemos traer fácilmente a la conciencia.

LA ESTRUCTURA DE LA PERSONALIDAD

El Ello (ID)

Más adelante, Freud revisó su concepto de los tres niveles de la personalidad e introdujo tres estructuras básicas de la anatomía de ésta: El Ello (id), el Yo (ego) y el superyó (superego). El Ello corresponde a su idea anterior del inconsciente (aun cuando el yo y el superyó también tienen aspectos inconscientes). Es el depósito de los instintos y de la libido (energía psíquica que se manifiesta en los instintos). Es una potente estructura de la personalidad porque suministra toda la energía a los otros dos componentes.

Dado que el ello es el depósito de los instintos, guarda una relación directa y vital con la satisfacción de las necesidades del cuerpo. Como dijimos en páginas anteriores, cuando el cuerpo se encuentra en un estado de necesidad, se produce una tensión y la persona actúa para disminuirla con la satisfacción de esa necesidad. El ello opera sujeto a lo que Freud llamara el Principio del Placer, es decir, dado su interés por reducir la tensión, el ello opera para aumentar el placer y para evitar el dolor. Busca la satisfacción inmediata de sus necesidades y no tolera que ésta se retrase o posponga por motivo alguno. Sólo conoce la gratificación inmediata; nos impulsa a querer lo que quieren otros. Es una estructura egoísta, ansiosa de placer, primitiva, amoral, insistente e impaciente.

El ello no tiene conciencia de la realidad. Podríamos compararlo con un recién nacido que llora y agita los puños cuando sus necesidades no son atendidas. Pero que no sabe cómo satisfacerlas. El niño hambriento no puede encontrar comida por sí solo. El único camino para que el ello trate de satisfacer sus necesidades es mediante una acción refleja y la experiencia de una alucinación o fantasía que le permita cumplir sus deseos y que Freud llamó Proceso Primario de Pensamiento.

EL YO (EGO)

Casi todos los niños aprenden que no pueden quitarle la comida a otros a no ser que estén dispuestos afrontar las consecuencias, que deben posponer el placer que obtienen al liberar las tensiones anales hasta que llegan al baño o que no pueden dar rienda suelta a todos sus impulsos sexuales y agresivos. En la niñez se le enseña a enfrentar el mundo externo con inteligencia y racionalidad, y a cultivar sus facultades para percibir, reconocer, juzgar y recordar, o sea, las capacidades que los adultos emplean para satisfacer sus necesidades y que FREUD llamó Procesos Secundarios de Pensamiento.

Podemos

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